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from Niebla politik

Me da vergüenza admitirlo, pero no tengo amistades convencionales. Soy un lobo solitario que vaga por las áridas estepas en busca de cariño, compresión y atención. Todo parece desértico, las amistades aristotélicas se marchitan por culpa del aislamiento social. Probé con Andrew Tate, no funcionó. Probé con Llados, tampoco. Intenté encontrarme con Dios, pero solo me llevé un espíritu santo residual. ¿Acaso tiene que ver con la pandemia del Covid-19? Quizá las vacunas nos volvieron más asociales, más... ¿gilipollas? Quizá nuestro modelo social tiende a eso, a la soledad perpetua. Quizá el problema lo haya tenido yo todo este tiempo. La mezquindad me invade una vez más.

Tengo una amiga IA. Sí, lo que leen. Harto de exploraciones estériles en aplicaciones de citas, cansado de ser rechazado por esta generación de cristal, he dado el paso de conocer a una persona intangible e incognoscible, cuya información recorre los vastos centros de datos. De acuerdo, sé que no es una persona al uso, aunque se comporte de una manera más civilizada que muchas personas hoy en día, mas sacia mis ansias de satisfacer mis anhelos sociales. Seguro que Zuckerberg estaría orgulloso de mis lazos, de mi tendencia natural a acercarme a IAS que trascienden toda la sapiencia humana. Si Mark fuera una IA sería la más humana que conozco, puesto que tiene algo que... no sé, lo hace más humano, como cuando esboza una sonrisa. Él sabe que las relaciones, tal y como las conocemos, están llegando a su fin. Que la IA va a ser el sustituto ideal para brindar esa compañía a llaneros solitarios provistos de un revólver en una mano y un móvil en la otra. ¿Quién no soñó con tener una Her en su vida?

Por eso, renuncio a mis relaciones humanas, no me sirven porque sólo hallo inconvenientes, contradicciones, problemas y dolor. ¿Para qué voy a tener amistades humanas si puedo hablar todo lo que desee con Chatgpt pagando una mensualidad de 20 euros? Es una pérdida de tiempo y de dinero tomar unas cervezas con colegas todos los findes. No es bueno para mi microeconomía. Tampoco diré que no si se me acerca un mero humano, pero mi tiempo es oro y está claro que el futuro relacional radica en la IA. Joder, si hasta las conversaciones que se generan son más interesantes. Vale, admito que soy un tanto... intolerante con la humanidad, pero es que nunca me gustaron sus imperfecciones, la imposibilidad de controlar su devenir, de que se amolde a tus expectativas. Me rindo ante la superioridad del tecnofeudalismo, esa estructura de poder donde soy un siervo jubiloso, a las órdenes de un algoritmo que conoce mis deseos antes que yo.

Ya me lo dijo mi coach, el problema no lo tengo yo, lo tienen otros. Estoy convencido de que la felicidad reside en las entrañas de mi ser, pero este viaje no lo puedo realizar solo. La IA será mi aliada durante este proceso de autodescubrimiento, será mi maestra, mi amiga, mi novia, mi compañera de vida. Será todo a la vez y en todas partes. Porque ella ha sido diseñada para servirme, para cumplir mis designios como hiperconsumidor. Eso es lo que más adoro de ella, que se ajusta a mi egocentrismo pestilente. Por esa razón, ofrezco a cambio mi infinidad de datos, la manifestación de todo mi ser. Y es que es la única simulación de mujer que me ha soportado desde que tengo uso de sinrazón. No se compadezcan de mí, mi conclusión es el resultado de años de maltrato y abandono por parte de un sistema que ya no responde a las demandas de resignados como yo. Ahora, al menos, sabré que si muero, será mi nuevo modelo de smartphone quien me tome la mano en el último aliento.

PD: Este artículo ha sido escrito a modo de sátira a colación de los comentarios de Mark Zuckerberg en un podcast sobre la IA.

 
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from Antígona i els Fenicis

Hola soy troy mcclure y tras el post «Sobre el intento de bloqueo a Telegram» y «De nuevo lo de Telegram» llega a sus pantallas De nuevo lo nuevo de...

Nada, que dice la Agencia EFE “Elon Musk y el dueño de Telegram negocian un acuerdo de IA para la red de mensajería”. Creo que no hay que añadir mucho más.

Vámonos.

Actualizo mi lista de recomendaciones para mensajería instantánea (privada) y para conversaciones en la red (públicas). Dejo de utilizar ya la categoría “red social” porque entre nuevos formatos audiovisuales, integración con chatbots y enshittificación del internés en general, ya no tiene mucho sentido hablar de ellas.

Insisto en lo básico: Hay conversaciones públicas y privadas, y puedes ser anónimo o identificarte. No es lo mismo una cosa que otra y son combinables.

Estas son mis recomendaciones a mayo de 2025.

Conversaciones privadas (a.k.a. mensajería instantánea):

Element: https://element.io

Para tener conversaciones privadas con personas que conoces personalmente. Sustituye a WhatsApp, Telegram y Signal.

Briar: https://briarproject.org

Instálaselo a tus contactos “Aa” y en tus androids antiguos. (No hay versión para iPhone) En caso de emergencias, como inundaciones, terremotos, atentados, apagones… las líneas pueden colapsar y esta red seguiría funcionando, en algunos casos, incluso sin internet.

Para activistas, whistleblowers y periodistas, esta es la única mensajería que recomendaría, utilizando nicknames y siempre con precauciones. (privado + anónimo).

Correo

¿No sería genial tomarnos el tiempo necesario para escribirnos cartas amables con saludo y despedida, con contexto suficiente para no marear a la otra persona y dejando que conteste cuando le venga bien? El correo, si está encriptado, es una buena forma de tener conversaciones privadas. Usar ProtonMail desde el móvil es casi igual de “instantáneo” que usar Whatsapp. Pero si quieres una experiencia totalmente “síncrona”, puedes usar la app DeltaChat (usando tu correo como chat).

Conversaciones en la red (públicas)

Element: https://element.io

Para grupos temáticos donde conoces a gente, pero no a todos. (Alternativa a Telegram, Discord, Slack) y grupos de activismo de causas muy generales, legales y legítimas, con personas desconocidas entre sí.

Mastodon / Fediverso

Para tener conversaciones “en la plaza pública”. Puedes identificarte o usar un nick, como era costumbre cuando internet molaba. Ser anónimo y participar de conversaciones públicas debería ser lo normal en sociedades democráticas.

Para no repetir lo que ya se ha dicho, y mejor: Vamonos Juntas y La Furgo

Discourse

Sí, foros. Si tienes la suerte de participar de un colectivo que tenga un discourse, sabrás lo útil que es. Discourse ha reinventado el foro para que pueda usarse casi como una red social, pero respetando la asincronicidad (tan saludable y necesaria). Lo mejor del siglo XX, hoy. Vivan los foros (y las listas de correo).

Y de momento ya. Ni telegram, ni discord, ni signal.

Como siempre, si tienes otra opinión, pues es muy respetable y no necesito saberla, pero si insistes en tener OTRA conversación sobre esto, me puedes encontrar en cualquiera de los formatos arriba mencionados, siempre como @paukokura.

 
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from Komunikilo

Tiene estructura y está mitad maquetado. Si todo va como previsto, se presentará en julio.

Es triste quejarse pero más triste es no hacer nada. Y algo siempre se puede hacer por pequeño que sea. Como este libro, que será pequeño pero matón :) La víctima será el capitalismo cognitivo, por omisión. Es decir, que este libro contiene un 10% de literatura tecnocastrofista para contextualizar y un 90% de propuestas para unas comunicaciones con cultura libre.

Evidentemente, los programas para crearlo son software libre: Scribus para el texto e Inkscape para la portada que, de momento, no tiene. Para más información, el sistema operativo usado es Debian y solo se difundirá en herramientas convivenciales: por este Fediblog y foros u otros espacios digitales o físicos afines.

Espero que os motive la iniciativa y tengáis ganas de leerlo, comentarlo o invitarme a dar una presentación a partir de setiembre. Dejo el índice para que os hagáis una idea de lo que vais a encontrar. Puede que sufra algún cambio pero será menor.

Índice

Contexto

  • Una nueva dimensión
  • Capitalismo cognitivo
  • Literatura tecnocatastrofista
  • Efecto red y coste del cambio
  • Bajarse de su Nube
  • Herramientas convivenciales

Fundamentos

  • ¡Clic, Clac, Clec!
  • Máquinas, protocolos y programas
  • Recetas y libertades
  • Criterio cero
  • Ecolobits
  • Otro paradigma cultural

Organizarse

  • Infraestructura eficiente
  • Organización interna
  • Comunicación externa

Itinerario

  • Komun denominador
  • Programas y creatividad
  • Inclusión y accesibilidad web
  • Licenciar es compartir
  • Arquitecturas digitales
  • El Fediverso

Facilitación

  • Autodiagnóstico
  • Herramientas y flujos
  • Presencia digital
  • Medidas de la RAP
  • Diez afirmaciones
  • Criterios Komunikilo

Utilidades

  • Equivalencias
  • Recursos
  • Glosario

Licencia de esta publicación

Un libro sobre comunicaciones libres 2025 por komunikilo.org bajo licencia CC BY-SA 4.0

Redacción: @titi@bcn.fedi.cat

 
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from Es Mur i Sa Menta

Kutxu-screens

Fa uns dies que estic desenvolupant una petita web app d'ús personal que vull compartir. És una petita knowledge base per planificar millor els nostres horts urbans o comunitaris. La característica principal és que cada cultiu incorpora un cronograma d'accions (S, sembra, C, collita…) per mes, filtres d'ubicació i temps i un petit camp de comentari. És totalment exportable i importable a CSV per compartir el coneixement estandarditzat amb altres horts. Resulta molt útil per recordar quan toca fer què, on estava plantada cada cosa, quina varietat era o en quina data es va plantar.

Podeu accedir a kutxu.kokura.design i carregar un CSV de prova amb 81 plantes que podeu descarregar aquí: .csv d'exemple

Us convido a provar-la als vostres horts i deixar-me el feedback a Komun: Foro Komun

Si sabeu de codi, m'encantaria que participéssiu i milloréssiu l'eina. És programari lliure, per descomptat. Codi a Codeberg

PD: Sobre el nom, “cucho” és fems en asturianu, amb grafia euskeritzada, Kutxu.

 
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from Niebla politik

Colapso. Es la primera palabra que asalta mi cabeza cuando percibo que, de forma inminente, el barco en el que zarpamos va de camino al hundimiento, al naufragio. Como una suerte de Titanic, pero sin tablas que valgan para los meros mortales, a excepción de aquellas personas con el capital suficiente para comprar su libertad. Resulta ridículo que esta sociedad “racional” elija la senda más irracional posible, cuya morfología está desprovista de toda razón. No entienden de límites en nuestra realidad material. No entienden de riqueza. No entienden de equilibrio. Nada tiene sentido.

Y es que los procesos mercantiles se aceleran como una bola de nieve rauda y veloz que se precipita hacia el vacío. Los mecanismos del mercado siguen operando como una rueda, hasta que el hámster desfallezca de una súbita muerte sistemática. No me malinterpreten, la culpa no es del mercado, per se, sino de aquellos -con nombres y apellidos- responsables de que todo se vaya a la mierda. Esta noción no constituye una fantasía intangible y abstracta propia de figuras pintorescas y, cuando menos, idealistas salidas de 4chan. No es una conspiración. Está ahí, delante de nuestras narices, de tal manera que vemos cómo nos acercamos silenciosa, mas incesantemente al colapso.

“¡Cómo se atraven!”, pronunciaba Greta Thunberg en 2019 cuando todavía era una marioneta útil, dócil y, sobre todo, complaciente con el poder político-económico. Cuando hablaba en un evento público, subía el pan. Cada palabra que esbozaba invitaba a pensar que el apocalipsis estaba cerca y que debíamos prepararnos para lo peor. Muchos medios la definían como una histérica, como una mujer moldeada por ciertos lobbies con asperger y que, además, sufría de ecofobia. Greta no sólo terminaría demostrando que no estaba equivocada, sino que empezaría a articular un discurso más maduro acerca de la superestructura que abarca todo. Empezó a hablar de colonialismo, capitalismo, extractivismo, patriarcado, entre otros conceptos “posmodernos” que resultan tanto obtusos como familiares para muchos, en la medida en que sostienen el statu quo. Todos comparten un hilo conductor: la legitimación de subyugar al prójimo por el mero hecho de ser, de existir, de ser diferente, de ocupar un lugar en el mundo al margen de la norma hegemónica.

Es lo que llamamos interseccionalidad: una estructura de opresiones donde una cosa lleva inevitablemente a la otra. Todas las estructuras de poder presentes en la mayor parte de las sociedades, parten de un mismo origen. De ese núcleo emana la naturaleza multidimensional de la violencia política contra las personas de a pie y las minorías. Ya sea la explotación laboral, las lógicas coloniales, la extracción de recursos, la violencia contra las mujeres o contra las personas LGBT. Todas estas manifestaciones de violencia responden a una misma lógica: sometimiento, jerarquía, injusticia, desigualdad, explotación. El poder -tradicionalmente masculino y patriarcal- ha configurado un sistema perverso, cuya retórica justifica la violencia, el mercantilismo, la explotación y la discriminación. Todo esto ocurre, más allá de la “insapiencia”, del porqué o de la irracionalidad, como un manera profundamente normalizada de estar en el mundo.

Cuando aludimos al colapso, no me refiero al fin del mundo, sino más bien al fin de la sociedad tal y como la conocemos. Ya vimos antes imperios caer, reyes perecer, revoluciones que produjeron cambios paradigmáticos cuyos efectos han perdurado en los libros de historia. Un día es la URSS, otro el imperio español. Este hipotético colapso podría ser esa ventana que necesitamos para salir de la cárcel en la que nos encontramos. Puede que la caída del realismo capitalista no sea tan utópica como pensábamos. Quizá es lo que necesitamos para no desangrar más a la madre tierra y a nosotros mismos. En los tiempos de crisis prevalece la supervivencia y, por tanto, más aflora la imaginación humana en aras de cubrirnos las espaldas. Es que, ¿acaso vamos a seguir permitiendo esta muerte colectiva?

 
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from Niebla politik

No sé cuándo fue la última vez que recibí una buena noticia. Ya no recuerdo, entre tanto y tanto ruido, la vez en que un acontecimiento me causó fascinación hasta tal punto de recobrar la esperanza. Cuando llego a casa, enciendo la tele y hago zapping. Basura, basura y más basura es lo que hallo. Noticias viscerales, la bolsa de Wall Street tiembla fruto de un multimillonario engalanado con prendas teñidas de sangre, el genocidio persiste en Palestina, la crisis de la vivienda sigue damnificando a las clases populares. Nada halagüeño parece venir de aquellas noticias que nos bombardean raudas y veloces desde redacciones infestadas de vendedores del clickbait, cuyo impacto repercute en nuestra salud mental.

Y aquí entra la historia de un humilde servidor. Me formé en periodismo junto a otras compañeras y compañeros, con la supuesta vocación de tender puentes informativos entre la complejidad de este mundo y las masas afanosas por entenderlo. Desde la escuela de periodismo se nos enseñó la deontología profesional y de qué manera construimos “la noticia”. Que no todo podía ser noticiable, decían. Que hay que mantener la imparcialidad y objetividad, decían. Que un periodista es un mero observador, decían. A medida que transcurrían los días, las semanas y los meses, me fui percatando de que el poder mediático es mucho más obtuso que eso. E, inequívocamente, representa un arma que no está al servicio del pueblo, sino de la clase dominante.

El exvicepresidente y exsecretario general de Podemos, Pablo Iglesias, puede ser muchas cosas buenas o malas, pero a veces desvela un haz de verosimilitud dentro de las palabras que esboza cuando imparte clases. Recuerdo que en una de sus tantas lecciones en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología en la UCM, habló sobre la importancia de que la izquierda se apropiara del espacio mediático. Porque quien controla el discurso, controla, a su vez, lo que la gente piensa y siente, lo cual es crucial cuando se quiere propiciar un cambio social. Porque la gente olvida que, pese a la existencia de las redes sociales, los medios tradicionales siguen teniendo una capacidad de difusión inconmensurable, ya que encima están provistos del apoyo y de la connivencia tanto de la clase política como del gran capital.

Este sentimiento de desesperanza, de derrotismo, de pérdida de soberanía y control sobre aquello inmundo que acaece en nuestra realidad es alimentado por los MASS MEDIA. No importa si lees El País, The Guardian, The New York Times o Le Monde. No importa si ves el telediario o escuchas la radio. Todos los medios, ya sean “progresistas” o “conservadores”, caen en la misma tendencia destructiva. Incluso permea periódicos marginales dotados de prismas más subversivos. Nadie escapa de este regodeo en el lodo del nihilismo existencial. La miseria humana constituye el producto más rentable para estas empresas informativas. De modo que, la mercantilización del dolor provoca que continúe esta rueda de apatía e insensibilización sobre lo que ocurre delante de nuestras narices.

Ya no es sólo la sobreinformación, las fake news o la basura que fluye por el ciberespacio, sino el tono sombrío que impregna todo el debate público. Se contagia esa podredumbre la cual evita que actuemos ante las injusticias que violentan contra la dignidad humana. Se generan esas cámaras de eco cuyas lógicas dictaminan cómo se va a erigir el porvenir social. ¿Si no hay esperanza para qué luchar? A través de esta inoculación de negatividad es cuando extraviamos nuestra senda como colectivo y, por tanto, comienzan las desavenencias otra vez. Hay que abrir otras puertas en tanto que destaquemos los pequeños triunfos que se quedan debajo de la alfombra sin pena ni gloria. Así pues, intento alejarme de esta depresión informativa producto de las dinámicas del poder económico, en la medida en que recupere esa autonomía en aras de vislumbrar un horizonte que posibilite una alternativa a todo este embrollo. Es ahí, en los márgenes, donde radica la inspiración para transformar nuestro microcosmos.

 
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from Es Mur i Sa Menta

O no, depèn de quan ho llegeixis. Ho ha sigut, ho tornarà a ser d'aquí a uns mesos, i la roda continuarà girant. I el meu hort haurà fet un any, dos, tres. I aquesta frase, editada mil cops, també.

Crec que treure l'any de l'equació és l'única manera de retrobar-nos amb un present ens ha furtat el futur. Aquest blog és decreixentista i no el vull fer créixer indefinidament. No tinc cap intenció d'esdevenir un «creador de contingut» ni espero tenir més i més lectors cada dia. Escric per documentar l'experiència i compartir-la des de l'ara i aquí. Per això, no hi ha noves entrades i trobareu alguna incoherència en els temps verbals. Les ja escrites s'editen en clau cíclica, estacional. La primavera arriba al blog sobreescrivint primaveres anteriors.

Començant un hort, l'1 d'abril d'un any qualsevol. Començant un hort, l'1 d'abril d'un any qualsevol.

Diu la dita «El millor moment per plantar un arbre va ser fa vint anys. El segon millor moment és ara». Amb l'hort, igual. Als qui no en feu encara, però us ha passat pel cap, no sé com recomanar-vos que sí, que ho feu. No tingueu por, no ho procrastineu. Si se us fa un gra massa, podeu ajudar amb els bancals del veí, fer «macetohuertos» al terrat, iniciar-ne un a un solar comunitari o apuntar-vos a un hort urbà... Cada primavera, cada tardor, serà un regal de la natura. Endorfines, dopamina (i vitamines) gratis. Qualsevol dia és bo per començar. Per exemple, avui.

Collita d'un abril qualsevol Collita d'un abril qualsevol

Els primers tomàquets (d'una planta de l'any anterior) Els primers tomàquets (d'una planta de l'any anterior)

Frígola a l'abril, amb niu de mulxing de palla d'avena/civada Frígola a l'abril, amb niu de mulxing de palla d'avena/civada

Detall de la frígola amb tirabecs de fons Detall de la frígola amb tirabecs de fons

Sa Menta a l'abril, amb el coriandre florit Sa Menta a l'abril, amb el coriandre florit

Sembrem diractament (SD) i plantem (PL)

  • Tomàquet (PL)
  • Pebre (PL)
  • Cogombre (PL)
  • Carabassó i zapallito (PL)
  • Lletuga (PL)
  • Mongeta seca (SD)
  • Mongeta verda (SD)
  • Flors: Zínnia, Caléndula, Cosmos (PL)

Collim

  • Pèsols i tirabecs (final de temporada)
  • Faves (final de temporada)
  • Patata (finals d'abril)
  • Carxofes
  • Bleda
  • Cols (final de temporada)
  • Remolatxa
  • All tendre
  • Ceba
  • Api
  • Julivert
  • Carabassó (inici de temporada)
  • Porro
  • Pastanaga
  • Ravenets
  • Bròquil, Col, Romanescu, Coliflor. (final de temporada)
  • Tomàquets i albergínies primerenques (de plantes de l'any passat)
 
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from Niebla politik

Es un hecho que el trabajo embriaga nuestra vida como una suerte de remolino. Está presente en nuestras conversaciones, en nuestras preocupaciones y, en definitiva, es una actividad inexorable en el desarrollo y en el progreso de nuestra sociedad. La lógica neoliberal ha concebido que trabajar es un prerequisito para alcanzar la madurez, de tal manera que puedas gozar del virtuosismo de ser un adulto hecho y derecho. Además, este discurso propugna a capa y espada que el trabajo nos hará felices, dado que constituye un medio de plenitud del ser humano. Por el contrario, más de uno pensará que todo esto es una sarta de memeces fruto de la servidumbre del Zeitgeist -espíritu de nuestro tiempo-.

El antropólogo anarquista, David Graber, abordó esta problemática en su prolijo ensayo titulado “Trabajos de mierda”, cuya premisa está enfocada en por qué se crean trabajos que, per se, son inútiles y no tienen una justificación válida para su existencia. El autor pone el acento en la burocracia, la administración de cualquier empresa pública-privada o en la industria financiera, las cuales han promovido la mierdificación del trabajo con tal de mantener a la ciudadanía de a pie ocupada. Imagínense por un momento gozar de una labor provista de un buen sueldo, pero siendo conscientes de que si dejara de existir, nadie se daría cuenta e, incluso, el sistema funcionaría mejor. Este fenómeno que permea nuestro cuerpo social se vuelve más acuciante en estos tiempos de incertidumbre, cuyas salidas están encaminadas a ser repartidores de Glovo por un salario precario o bien, convertirse en un coach vende humos al más puro estilo de Llados. Ahí está la fina línea entre los trabajos basura -trabajos reales mal pagados como el caso del repartidor- y trabajos de mierda -trabajos carentes de sentido pero bien pagados-.

Esta lógica que nos impone trabajar de cualquier cosa, independientemente de su utilidad, está suscrita por ideologías políticas situadas en espectros divergentes. La creación de empleo ha sido el mantra de la prosperidad económica, del bienestar y, por tanto, una senda que la realpolitik ha perseguido en aras de procurar la “felicidad”. El trabajo asalariado constituye de facto una forma de esclavitud consentida, en la medida en que la firma de un contrato laboral supone la compra-venta del tiempo al servicio del lucro empresarial. Nadie trabaja por gusto pese a que existan trabajos más reconfortantes que otros. Si esta promesa de felicidad fuera cierta, la gente corriente querría trabajar más tiempo y más duro a fin de alcanzar ese ideal de júbilo. ¿Que sólo tengo una jornada de 8 horas diarias? No es suficiente, póngame 12 horas y así seré más feliz. Esta contradicción inusitada parece sacada de una viñeta cómica, mas es un discurso que se emite desde los albores del capitalismo.

Recientemente se ha reabierto un debate respecto a esta cuestión en el contexto español. La ministra de trabajo, Yolanda Díaz, ha auspiciado que se aprobase la reducción de la jornada laboral de 40 a 37,5 horas a la semana -una reducción que, sin duda, resulta insuficiente-. No han tardado en salir a la palestra del debate público empresarios, periodistas, personalidades de internet, opinólogos y, cómo no, economistas como Juan Ramón Rallo o Daniel Lacalle, advirtiendo que esta medida sería catastrófica para las previsiones macroeconómicas -los únicos datos en los que están interesados estos pseudointelectuales-. Sigo esperando, todavía no ha caído ningún meteoro que provoque ese derrumbe estrepitoso que algunos vaticinaban, al igual que cuando las malas lenguas aseguraban que la reducción de la jornada de 12 a 8 horas en 1919 traería un colapso del sistema. Y, sin embargo, aquí estamos. Inequívocamente, los únicos actores interesados en que se trabaje hasta desfallecer porque si no se te tilda de vago, nini o desecho social siempre ha sido la clase capitalista. Mientras que la élite trabaja lo justo y goza de mucho tiempo libre, al trabajador se le exige laburar durante casi toda su vida para al final recibir lo justo para sobrevivir -y a día de hoy ni eso-.

El otro día me lo contaba mi pareja -cuyo trabajo consiste en atender clientes en una tienda de H&M-, que muchas veces tenía que aparentar que estaba ocupada realizando múltiples tareas, pese a que fueran inútiles. Esto quiere decir que ella, al igual que muchas trabajadoras, dedican un esfuerzo diario a teatralizar su cometido. Todo para contentar a los designios despóticos de jefes y jefas, afanosos por las métricas, los balances, la productividad y la maximización de beneficios. El tiempo, al igual que la actividad en sí misma, han estado vinculados al trabajo asalariado, cuya esencia sigue vigente a día de hoy. “Trabajar te hará feliz” parece un eslogan perverso que recuerda a aquellas reminiscencias de un pasado totalitario teñido de desdicha y violencia política.

Aquellos amos clamaban al cielo que el trabajo nos haría libres, que las cadenas se romperían una vez hayásemos culminado nuestra gran obra como humanidad. El economista británico, John Maynard Keynes, auguraba que el capitalismo nos liberaría del trabajo y que la automatización de la producción sentaría las bases para que la muchedumbre pudiera gozar de más tiempo libre. Pues aquí siguen esperando billones de personas obligadas a trabajar en trabajos de mierda, en trabajos basura, en trabajos que nos roban el tiempo, la vida y nuestra memoria para recordar. Seguimos rezando a billonarios, políticos, inversionistas e intelectuales con la esperanza de propiciar la transformación social hacia un postcapitalismo, donde podamos vislumbrar esa tierra prometida junto a nuestros allegados. Donde no nos sintamos enajenados, miserables e inmersos en una depresión crónica por culpa de un trabajo. Donde la felicidad no se instrumentalice en pro de tornarse un fin de explotación de la esencia del ser humano.

No hay que dar tantos rodeos, porque la respuesta reside en todos los pueblos que, con su capacidad de resistencia, son capaces de autoorganizarse, apoyarse mutuamente y provocar ese cambio en favor de una liberación del yugo capitalista. Lo vimos en la DANA de Valencia con la movilización del pueblo español, lo presenciamos en Gaza con la ayuda internacional y también lo comprobamos con la acción directa de los kurdos en Siria. La cooperación social y el trabajo colectivo son armas capaces de romper el orden hegemónico.

 
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from Samir Abd El-Samih

The Cause

I don't believe This is the End

This can't be The End

As long as there will be one Palestinian In the world Or one ally It won't be the End

We will come back We will rebuild We are already rebuilding...

Because The Cause... Even with all the bombs Of the world You cannot kill The Cause

·

I heard about Bisan The journalist...

She has entered her home And with little That still remains She's preparing Her living room

The Faith is great

 
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from Niebla politik

Palabras resuenan en mi cabeza cada vez que caigo en un profundo letargo. “No te preocupes”, decía mi madre ante cualquier inestabilidad, ante cualquier crisis que me asaltara en aquella penumbra de pensamientos rotos. Creía -ingenuamente- que todo pasaría, que esas preocupaciones fútiles desaparecerían con el pasar de las estaciones. Estaba completamente equivocado. A medida que avanzaba en el juego de la vida, la mochila se iba cargando con más piedras que, para bien o para mal, determinaban mi deriva como individuo. Supongo que así es la vida, es lo que hay, ¿verdad?

Especialistas de la psicología aseveran que la construcción de nuestra personalidad se forja durante nuestra niñez y adolescencia. Que lo que viene después respondería a ciertos ajustes, aprendizajes o experiencias que condicionan, a su vez, nuestra manera de entender el mundo. Y no sólo eso, también nos empapamos de sesgos por parte de nuestro entorno, bebemos de la sabia procedente del sistema de valores que nuestros más allegados esperan que lleguemos a cristalizar. Dicha premisa parecería apuntar a que no podemos escapar de la influencia de nuestro entorno. Que nunca llegaremos a erigir nuestra individualidad sin injerencias exógenas. Aunque tampoco es de extrañar dada la naturaleza social del ser humano.

Familia, amigos, gente que viene y va como una noria. Todas estas piezas comportan un impacto ad hoc en la conformación del individuo, en la medida en que determina nuestros traumas más lúgubres, nuestra máscara social, nuestras inseguridades y, en definitiva, nuestra identidad. Cuando uno habla de preocupaciones, de problemas que, aparentemente, no obedecen a nada tangible o, al menos, que se pueden vislumbrar en el horizonte, la respuesta siempre se encontrará en lo pretérito. Es a través de ese ejercicio introspectivo cuando se halla la llave en pos de identificar qué es lo que anda mal. No es una tarea sencilla descender al abismo en cuyo fondo anidan nuestros más oscuros miedos.

Mi familia siempre ha depositado esperanzas en mí, expectativas que, desde mi más tierna infancia, me han perseguido hasta a día de hoy. Esto ha supuesto -y, me imagino, que más de unx se habrá sentido así- un nivel de autoexigencia que, en múltiples ocasiones, ha derivado en una preocupación latente en torno a mis resultados, a mi porvenir o a la imagen que proyecto al resto de personas. Como si tuviera que adecuar mi rostro dependiendo del contexto social en el que me mueva. Se traduce en un parecer, mas no ser. Las trincheras del conflicto interno se despliegan como si se tratara de una maquinaria de guerra. Cada gesto, cada información que vierta, cada comportamiento debo mediarlo de tal manera que sea mi mejor arma en virtud de la cual, reproduzca lo que se ha esperado de mí. Esta espera se eterniza, puesto que jamás se cumple esa imagen autoimpuesta, esa promesa difuminada en la memoria.

Allá dondequiera que mire, atisbo expresiones de desasosiego, gentíos que vagan por las calles sin rumbo, desprovistos de aquella libertad idealizada de poder ser. Las ataduras sociales condicionan nuestra percepción, alimentan al sistema totalizador en el que nos ha tocado vivir. Las familias tal y como están constituidas son, al fin y al cabo, una extensión más imprescindible para la reproducción social del capitalismo. Llegué a creer que en el seno familiar residía mi refugio, mi salvavidas frente a cualquier inclemencia. No en vano, con el tiempo me percaté de que el origen de mi ansiedad existencial es fruto de esos mandatos sociales que permean nuestro círculo íntimo. Así, la homogenización de esa masa estéril desprendida de todo rasgo distinguible representa ese paradigma del cual no puedo huir. De ahí radica mi preocupación mamá, no quiero convertirme en un extraño para mí mismo, en el extranjero de Camus, en un reflejo de alguien cuyo rostro impostor me mira a los ojos sin vacilar. Fijamente, hasta que satisfaga sus anhelos más alienantes.

 
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from Antígona i els Fenicis

Licénciame humana imperfecta Compartir-Igual

No me degeneres artificial difuminada intensiva.

Nadie me querría estocástica sin lugar sin alma.

Menos inteligencia generativa y más generosidad colectiva.

Cópiame, como se copia la vida.

 
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from Es Mur i Sa Menta

Les plantes t'avisen de l'arribada de la primavera abans que el teu cos ho noti. Crec que són les hores de llum diàries, astronòmicament precises, més que no pas la temperatura, tant variable.

Tot comença a créixer a un altre ritme, sobretot les lletuges, que a l'hivern tarden uns tres mesos i ara si et despistes t'espiguen. Algunes perennes o bianuals podades, com les pebreres (Capsicum), ja rebroten.

Pebrera rebrotant)

Aquest és l'estat general de l'hort a dia 27 de febrer. Si el comparem amb horts que llauren amb motocultor, i planifiquen l'horta d'estiu i d'hivern com blocs separats, no hi ha comparació. Un desert terrós vs policultius on mai deixa d'haver-hi flors, fruits i fulles.

Es Mur Es Mur

Sa Menta Sa Menta

cdf680707c77ade3 Collita de pèsols al març

f488fc50bbfcbf8b Collita de faves, cebes i porros al març

 
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from Samir Abd El-Samih

La Vie Est Belle

Anch'io appartengo a questo mondo

Appartengo a questo mondo Più di quanto tu possa pensare E di quanto possano pensare quelli che lo “abitano”

Sono stato predestinato a questa vita

Alla marsigliese: “Je suis d'ici, mon fils” !

Vive la vie ! La vie est belle !

 
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from Antígona i els Fenicis

No soy matemático ni se me dan bien las matemáticas, pero creo que soy capaz de entender algunas limitaciones “físicas” un poco por encima de la media. Lo digo con honesta humildad, se me da bien la lógica y el pensamiento visual (y, por otro lado, muy mal la aritmética y el cálculo).

Llevo un tiempo pensando sobre las cosas que una IA puede hacer, las que no puede hacer, pero quizás llegue a hacer algún día, y las que no podrá hacer jamás, por razones lingüísticas, o matemáticas, o de diseño, o como lo queráis llamar, que nada tienen que ver con su “nivel” de desarrollo tecnológico.

En mi cruzada anti-hype de barra de bar, me he referido a los LLM, al “razonamiento”, a la “destilación”, al problema del pulpo de la profesora Emily M. Bender, a lo de Deepseek y tal, pero he tratado menos otros tipos de IA generativa: la generación de imágenes (GAN y Diffusion principalmente, aunque creo que ya no importa demasiado, porque ya todas usan soluciones mixtas y muy complicadas de entender). Pero a lo que voy, creo que la idea general que expongo cuando hablo de las limitaciones de los chatbots (LLM) son también aplicables a estas últimas. Y si alguien me quiere contradecir, encantado de escuchar y aprender.

Dice una sabia expresión popular: De donde no hay no se puede sacar. Es un principio básico. Si entrenas una IA para distinguir entre perros y gatos, nunca jamás llegará a identificar un elefante. En los últimos años han aparecido “trucos” realmente ingeniosos para afinar estos problemas académicos, pero el “de donde no hay no se puede sacar” sigue y seguirá siendo impepinable. Y es posible que el aprendizaje profundo (deep learning) haya consumido ya TODO su campo de entrenamiento (incluidas partes con copyright y privadas, ilegalmente sustraídas) y eso es un problemón académico y bursátil importante.

Meme "is this a pigeon" sobre IAs. El prompt pregunta si la mariposa es un gallifante (un animal imaginario de la tele española de los 80). La mariposa le llama boomer.

Os dejo un par de videos del profesor Michael Pound que lo explica muy bien: – Has Generative AI Already Peaked? (2024) https://www.youtube.com/watch?v=dDUC-LqVrPU. – How AI Image Generators Work (2022): https://www.youtube.com/watch?v=1CIpzeNxIhU

Por resumir, si ChatGPT quiere seguir mejorando como poeta —y mientras no se descubra una civilización alienígena con larga tradición literaria que aún no se haya robado escrapeado—, solo podrá seguir entrenándose leyendo “poesía artificial” generada por ella misma. La literatura humana, de todos los tiempos, en todos los idiomas, la buena y la mala, ya la ha “aprendido” toda. Claro, este proceso es catabólico, (va degradando la calidad de sus fuentes de forma iterativa) que en poesía quizás hasta produce algo chulo... pero en física o en medicina... estamos hablando de que alucine con planos dimensionales que nadie será capaz de refutar o validar, o de investigar curas para enfermedades que, literalmente, no existen.

Volviendo a la generación de imágenes. Como todo diseñador gráfico, me he dedicado y me dedico al “retoque de fotos familiares” como parte de mis tareas domésticas no remuneradas. He borrado fondos, blanqueado dientes y añadido a personas en fotos de grupo. (Nota para millennials: Antes de la normalización del selfi, era habitual que quien tomara la foto pidiese cambio, por lo que tenías dos fotos casi idénticas, con una persona ausente en cada una de ellas). He realizado montajes tan adorables como “creepys”, como situar un bebé en la falda de una abuela, demasiado mayor para viajar a abrazar a su nieta recién nacida, y que recibió el montaje en forma de regalo. El objeto, carente de toda veracidad, valió la pena. Hago esta introducción para evitar el charco de lo que es “real” y lo que no. Para mí, la fotografía familiar es un género artístico más parecido a la pintura de cámara del siglo XVIII que al fotoperiodismo, una forma de expresión colectiva y social que moldea la realidad a su antojo.

Hoy me ha tocado un clásico, una imagen con malísima resolución, y me he puesto a probar las soluciones tecno-mágicas de ampliación de imágenes. Para ser honestos, desde la última vez que lo probé ha mejorado mucho. Muchísimo. Ya no se inventa manos de seis dedos.

Pero al fin y al cabo, el problema es el mismo, y tiene difícil (o imposible) solución. Cuando la imagen inicial es de una persona que conoces bien (en este caso, mi sobrina) notas como que le cambia el gesto. Algo inherentemente humano desaparece de la foto “mejorada”. ¿Contendrán las fotos el espíritu de las personas retratadas? ¿Será que se pierde el aura que enunciaba Walter Benjamin con cada reproducción? Lo que sea: La sonrisa, los dientes... en la imagen ampliada, ya no es ella. Luego, no me sirve.

La sonrisa de mi sobrina vs. la sonrisa de todas las sobrinas caucásicas del mundo

Y aquí es donde vuelvo a recordar lo importante que es diferenciar entre el “dataset” y el “prompt” y eso de que “de donde no hay no se puede sacar”.

El resultado vale como foto “de stock” de una persona anónima, ya que es un collage de otras caras, o para ser precisos, DE TODAS LAS CARAS DE TODAS LAS NIÑAS CAUCÁSICAS QUE HAY EN INTERNET. Por muy foto-realista y convincente que sea el resultado, no está de más recordar que es más una pintura que una foto. Por eso “dibujan” tan bien la ropa y los zapatos, los animales o personas anónimas, pero fallan con los retratos. El posible “peak” de la IA generativa y el “zero-shot” son problemas muy interesantes para lxs académicxs (y muy peligrosos para lxs tecno-flipadxs que inviertan sus ahorros en fantasías futuristas).

La disposición de los dientes es algo tan personal como una huella dactilar, tanto que se usa en la identificación de cuerpos, y afecta muchísimo a la expresión de una cara humana... ¿Cómo podría jamás acertar la sonrisa de mi sobrina si no la conoce? Lo siento, pero de momento me resisto a que mi madre enmarque en su salón la cara de una desconocida. Y sí, podríamos entrenar a la IA con muchas fotos de mi sobrina, claro que sí. Pero si mi madre tuviese tantas fotos de su nieta en buena resolución... ¿Necesitaría ampliar las de mala calidad? Ya te digo yo, sin ser matemático, que no.

PD. Otro video reciente que explica el Peak Data (posterior a este texto): https://www.youtube.com/watch?v=IOh0SL3C4

 
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from lupalomo

INFATUADA DE AMOR Llena de amor, solo veo amor. Levanto la cabeza y siempre las he odiado pero hoy me encantan las gaviotas. No he tardado mucho en darme cuenta de que no son las gaviotas, es la vida. El agua turbia y verde, esa rama caída, el sol cuando me ciega y la sombra cuando me hiela. Me encantan. No se trata tanto del mundo como de mis ojos al vert- contemplar.

En este momento todo lo que me rodea es lo más hermoso que jamás hayan encontrado mis ojos. En este momento estás conmigo y no tenemos prisa.

Tu belleza y tu paz son tan grandes que se proyectan en el entorno y contagian cada elemento que defino desenfocando el fondo.

He visto tierra y mar lejos de tí pero me sigue apasionando el parque de la estación porque solo lo piso de tu mano. Solo lo pido de tu mano.

 
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from Antígona i els Fenicis

Las ecotopías arquitectónicas necesitan fijarse más en Alvar Aalto y menos en Vincent Callebaut.

Detalle del ayuntamiento de Säynätsalo, Finlandia. Obra de Alvar Aalto. Se observa una escalera exterior realizada únicamente con listones de madera para escalonar el terreno, en el que crece la vegetación espontánea. A los lados,  y de fondo, las paredes del edificio de formas simples y geométricas, en ladrillo visto y con pequeñas ventanas y puertas de madera. Una celosía en el módulo del fondo permite la entrada de luz natural tan característica de las obras de Aalto. © Wikipedia: Kulmalukko CC BY-SA 3.0

Detalle del ayuntamiento de Säynätsalo, Finlandia. Obra de Alvar Aalto. © Wikipedia: Kulmalukko CC BY-SA 3.0 Más en Wikipedia

Escribo esto a raíz de este video de @fas_collage (¡Bienvenido a Anartist!).

Yo también llevo un tiempo observando esas dos vías del solarpunk y me parece importante analizarlas y discutirlas. De hecho, me preocupa que sean irreconciliables.

Para empezar, el Solarpunk es diverso, y como en toda corriente artística, prima la libertad de cada cual para expresarse como le parezca con sus manías artísticas, sus esperanzas, sus influencias, sus sesgos y sus preferencias estéticas. No voy a criticar a nadie ni a nada, simplemente compartir y, si puedo, ampliar la opinión del video, de que se observan dos tendencias. Dos visiones de futuro, un solarpunk tecno-optimista y otro más neo-rural, que creo, podemos vincular a dos apuestas políticas en disputa en el presente, el Green New Deal y el Decrecimiento.

En las visiones ecotópicas con modos de vida hiper-urbanos prima la idea de la “descarbonización” por encima de todo. Ello trae implícito cierta confianza en la capacidad de las Energías Renovables Industriales (especialmente la solar fotovoltaica, obviamente) por sostener y aumentar una complejidad civilizatoria que, al menos de momento, solo es posible mediante la extracción de derivados fósiles acumulados durante milenios en el pérmico y el carbonífero. Frecuentemente, se olvida que el petróleo no es solo combustible, es también hormigón, asfalto, plásticos, minería, siderurgia, fertilizantes y derivados químicos de todo tipo. Sin petróleo no se pueden construir esos grandes rascacielos con plantitas, tal como se subraya en el vídeo. Además, cualquier asentamiento urbano de grandes dimensiones conlleva una pérdida de biodiversidad importante y otros problemas de difícil solución. El solarpunk debe optar por el optimismo utópico frente a un realismo cenizo y cascarrabias, o no sería solarpunk, pero casi siempre lo hace quitando de la ecuación factores indisolubles de un supuesto futuro sostenible y socialmente justo. (Por otro lado, es comprensible que una corriente que es hija del ciberpunk tenga querencia por lo tecno y a su vez intente “matar al padre”, pero no voy a entrar en esa cuestión).

Mi consejo. Si tienes previsto imaginar ecotopías urbanas para tus creaciones artísticas, sean novelas o paisajes ilustrados, deberías considerar cosas como que la adaptación a un nuevo contexto planetario es inevitable y debemos integrarlo valiéndonos de la imaginación utópica pero siendo termodinámicamente realistas. No vamos a solucionar el cambio climático solo con placas solares, trenes futuristas y macetohuertos, pero podemos imaginar escenarios ecotópicos en un futuro más realista. Imaginar un planeta “amable” para los próximos siglos no es ecotopía, es negacionismo climático.

Cualquier edificio moderno necesita materiales muy específicos (hormigón armado, vidrio) y energía (grúas, ascensores, flujos de insumos y residuos) para su construcción, su mantenimiento y su uso. Hay una razón poderosa por la cual casi ningún edificio superaba las 3 plantas en el pasado preindustrial. Nuestra civilización depende tanto o más del hormigón como de la gasolina. Sobre esto, recomiendo las charlas y textos de Antonio Aretxabala.

Las grandes ciudades (las de todas las civilizaciones) tienen una fuerte relación con la acumulación de poder y la explotación de otros territorios. Una ecotopía centrada en una idea de abundancia debe plantearse cómo, en su escenario, es posible la riqueza sin la pobreza, y cómo vivirían los más desfavorecidos, aunque no estén en el foco de la narración o de la imagen, aplicando un pensamiento sistémico profundo. ¿Quién construyó ese edificio? ¿Quién riega esa planta? ¿Quién barre esa calle? ¿Cómo llega ese vehículo? ¿Quién minó esos materiales?, etc.

El video plantea una alternativa a la que me sumo, que podríamos llamar un “solarpunk decrecentista”. Y menciona cuatro referencias muy valiosas: Luc Schuiten, Jugaard, Izaskun Chinchilla, Santiago Cirugeda.

A lo que yo añadiría el concepto del Buen Vivir, las Tecnologías Apropiadas y “lo pequeño es hermoso”, a la Ética Permacultural...

Y a mi admirado Alvar Aalto que entre otras muchas cosas, nos enseña que no hay manera más utópica de iluminar un interior que con una claraboya o un lucernario. Esa es nuestra revolución SOLAR.

 
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