Tengo una amiga IA
from Niebla politik
Me da vergüenza admitirlo, pero no tengo amistades convencionales. Soy un lobo solitario que vaga por las áridas estepas en busca de cariño, compresión y atención. Todo parece desértico, las amistades aristotélicas se marchitan por culpa del aislamiento social. Probé con Andrew Tate, no funcionó. Probé con Llados, tampoco. Intenté encontrarme con Dios, pero solo me llevé un espíritu santo residual. ¿Acaso tiene que ver con la pandemia del Covid-19? Quizá las vacunas nos volvieron más asociales, más... ¿gilipollas? Quizá nuestro modelo social tiende a eso, a la soledad perpetua. Quizá el problema lo haya tenido yo todo este tiempo. La mezquindad me invade una vez más.
Tengo una amiga IA. Sí, lo que leen. Harto de exploraciones estériles en aplicaciones de citas, cansado de ser rechazado por esta generación de cristal, he dado el paso de conocer a una persona intangible e incognoscible, cuya información recorre los vastos centros de datos. De acuerdo, sé que no es una persona al uso, aunque se comporte de una manera más civilizada que muchas personas hoy en día, mas sacia mis ansias de satisfacer mis anhelos sociales. Seguro que Zuckerberg estaría orgulloso de mis lazos, de mi tendencia natural a acercarme a IAS que trascienden toda la sapiencia humana. Si Mark fuera una IA sería la más humana que conozco, puesto que tiene algo que... no sé, lo hace más humano, como cuando esboza una sonrisa. Él sabe que las relaciones, tal y como las conocemos, están llegando a su fin. Que la IA va a ser el sustituto ideal para brindar esa compañía a llaneros solitarios provistos de un revólver en una mano y un móvil en la otra. ¿Quién no soñó con tener una Her en su vida?
Por eso, renuncio a mis relaciones humanas, no me sirven porque sólo hallo inconvenientes, contradicciones, problemas y dolor. ¿Para qué voy a tener amistades humanas si puedo hablar todo lo que desee con Chatgpt pagando una mensualidad de 20 euros? Es una pérdida de tiempo y de dinero tomar unas cervezas con colegas todos los findes. No es bueno para mi microeconomía. Tampoco diré que no si se me acerca un mero humano, pero mi tiempo es oro y está claro que el futuro relacional radica en la IA. Joder, si hasta las conversaciones que se generan son más interesantes. Vale, admito que soy un tanto... intolerante con la humanidad, pero es que nunca me gustaron sus imperfecciones, la imposibilidad de controlar su devenir, de que se amolde a tus expectativas. Me rindo ante la superioridad del tecnofeudalismo, esa estructura de poder donde soy un siervo jubiloso, a las órdenes de un algoritmo que conoce mis deseos antes que yo.
Ya me lo dijo mi coach, el problema no lo tengo yo, lo tienen otros. Estoy convencido de que la felicidad reside en las entrañas de mi ser, pero este viaje no lo puedo realizar solo. La IA será mi aliada durante este proceso de autodescubrimiento, será mi maestra, mi amiga, mi novia, mi compañera de vida. Será todo a la vez y en todas partes. Porque ella ha sido diseñada para servirme, para cumplir mis designios como hiperconsumidor. Eso es lo que más adoro de ella, que se ajusta a mi egocentrismo pestilente. Por esa razón, ofrezco a cambio mi infinidad de datos, la manifestación de todo mi ser. Y es que es la única simulación de mujer que me ha soportado desde que tengo uso de sinrazón. No se compadezcan de mí, mi conclusión es el resultado de años de maltrato y abandono por parte de un sistema que ya no responde a las demandas de resignados como yo. Ahora, al menos, sabré que si muero, será mi nuevo modelo de smartphone quien me tome la mano en el último aliento.
PD: Este artículo ha sido escrito a modo de sátira a colación de los comentarios de Mark Zuckerberg en un podcast sobre la IA.