Cansado de la cultura virtual

Crecí en los 90's. Soy parte de la generación que creció cuando el internet comercial comenzaba a llegar a nuestras computadoras personales. Tuve la oportunidad de tener un Tamagotchi, jugar el SNES sin un emulador en la televisión de casa de mis padres, grabar un casete directo de la radio y que lo virtual terminase en cuanto apagaba la compu o la tele. No podía llevar todo ese mundo virtual a la calle. Todo eso se quedaba en el espacio privado de mi casa.

Con la llega de los smartphones debo admitir que estaba muy emocionado de poder llevar lo virtual a cualquier parte a la que yo fuese. Seguir una conversación desde cualquier lugar, en cualquier momento y cuando yo quisiera. Revisar mis redes sociales, estar atento de cualquier novedad que subiesen mis amistades a sus muros de Feisbuk; la clave estaba en poder hacerlo en cualquier lugar en cualquier momento.

Las BigTech siguieron creciendo y el mundo de las redes sociales empezó a cobrar más relevancia en la vida de las personas. Incluso mis padres, que nunca se habrían interesado en Hi5 o hacerse una cuenta en un foro online, ahora eran más adictos al uso de redes sociales que yo.

Comencé a cansarme mucho del efecto que las redes sociales estaban teniendo en la manera en que nos relacionábamos todas las personas fuera de esas redes. Desde personas que en una fiesta estaban todo el tiempo mirando su celular, fingiendo que estaban presentes pero con su atención puesta en otro lado. También personas que sentían la necesidad de registrar todo lo que hacían en foto o video, mandando notas de voz a otras personas narrando lo que pasaba en su vida en tiempo real y un largo etc. de actitudes que, a pesar de haber crecido con la virtualidad, me parecían extrañas y cansadas.

Y que decir de las consecuencias que todo esto tendría en el mundo laboral. Por un lado, el que personas del trabajo con las que apenas uno cruzaba palabra de repente fueran “amigxs” en Feisbuk o seguidores en otras redes, pero también el hecho de que redes como Watsap dieran la impresión que todxs teníamos que estar disponibles para el trabajo cuando fuera y en donde fuera.

Afortunadamente hoy día no tengo un trabajo que me requiera tener Watsap ni un jefe. Y eso en gran medida me ha llevado a que tenga mi móvil apagado casi todo el día, salvo cuando necesito un taxi de aplicación o alguna cosa inmediata. A medida que he tenido apagado mi móvil más ha sido evidente para mí el cansancio que ahora me provocan los mundos virtuales, especialmente los de redes sociales y apps de mensajería instantánea. Incluso aquellos que son descentrados, como Mastodon, o chats XMPP. No es que no use estos últimos de vez en vez, pero lo que me cansa es la dinámica en que nos pone lo virtual, por más ético que sea el diseño de las plataformas que usamos.

He tenido una cierta urgencia de “realidad”. De sentir que los espacios que habito no son virtuales. Por una parte, una de las cosas que más me dan lata últimamente es el flujo excesivo de información. Cuando navego en Mastodon, leo 5 toots y siento que ya fue demasiada información en formato virtual para un sólo día. Esto no me pasa, por ejemplo, leyendo un periódico o un fanzine. Es cosa muy extraña, porque ese hastío de información sólo me da cuando el formato es virtual. Ver palabras impresas en físico, por alguna razón que todavía no sé explicar, me permite leer sin sentirme saturado.

Hoy día cuando voy en el transporte público y veo a la mayoría de las personas enfrascadas en su móvil me da una sensación de extrañeza. De sentir que son cuerpos que están junto a mí, pero cuya mente y atención están en un espacio que para mí es muy cansado. Tampoco quiero mentir: hay espacios virtuales que disfruto mucho. Seguir ciertos blogs y leer lo que publican sus autorxs me da mucha alegría, aunque no pueda leer tantas entradas en un sólo día. A lo mucho 2.

Creo que para mí hay una añoranza de recuperar espacios físicos que se han perdido a raíz de la pandemia, pero también a raíz, aunque no estoy seguro, de una estrategia de Estado de disolver lo público como lo conocíamos hace ya unos buenos años. No es que estos espacios hayan desaparecido por completo, pero definitivamente escasean, y muchas personas han optado por priorizar lo virtual frente a lo presencial en sus espacios.

Siento que todo esto de las redes, sean estas centralizadas o no, para mí es como estar en una plaza pública y cada persona ahí presente quiere llamar tu atención, aún si lo que dice no es de tu interés. Muchas redes fueron creadas de esa manera, para atrapar nuestra atención independientemente de su estamos interesadxs, si ese contenido nos hace bien o no, etc.

Hoy día estoy más tranquilo sin tener ninguna red centralizada, ni apps de mensajería instantánea. Como muchas personas han escrito en los últimos años, el regreso al uso del correo ha sido un buen giro para personas que buscamos habitar lo virtual con más calma y “naturalidad”, lo que sea que eso pueda significar. Para mis padres, ha sido agregar el teléfono fijo de mi casa para marcarme cuando necesitan algo. Escuchar su voz de manera directa y orgánica, y no mediante una nota de voz un poquito ensayada, me hace sentirles más cerca aún si están hablándome a la distancia.

Sé que hay muchas personas cuyo activismo actual es hacer de lo virtual un espacio más habitable, colectivo y ético. La verdad me parece una lucha muy necesaria. Pero yo simplemente estoy muy cansado de los mundos virtuales. Los visito de vez en cuando, y claro que disfruto ver lo que personas desde enfoques de la smallweb y espacios hacker hacen de manera creativa. Pero yo no puedo estar con la misma constancia que otras personas.

Estoy muy cansado de lo virtual. Extraño la proliferación de espacios presenciales.