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from Niebla politik

Atrapada se halla. La libertad vive prisionera de sus propias contradicciones. Está a merced de lo que la hegemonía dictamina, de aquellas figuras con peinados estrafalarios con el poder legítimo de delimitarla. Constantemente descienden mesías del cielo clamando que su libertad ataviada nos salvará. Que es la verdadera, creámosles. Que los tiempos de esclavitud y servidumbre acabarán, próximamente. Esta palabra cuyo sentido encierra pasiones es prostituida e instrumentalizada. Enajenada de su esencia primigenia. Tanto es así, que ya no nos queda memoria de lo que realmente significa.

Libertad positiva y libertad negativa

En la hegemonía neoliberal, la libertad se ha convertido en un instrumento indispensable para su construcción ideológica, pero no en un sentido radical del término, ni siquiera político, sino puramente económico. Este dogma cuasi religioso propugna que para que un ciudadano pueda ser libre necesita desarrollismo, necesita prosperidad, necesita la riqueza de las naciones, necesita, en definitiva, que toda sociedad “civilizada” crezca infinitamente en pos de datos macroeconómicos tan etéreos como inaccesibles para los meros mortales.

Según Isaiah Berlin en su obra “Dos conceptos de libertad” (1958), la libertad positiva alude a la capacidad de dirigir tu propia vida, lo que implica acción autónoma a fin de alcanzar autorrealización. No en vano, desde el neoliberalismo la libertad no es libre; se forja alrededor del dinero, es traficada en los mercados financieros, puesta a subasta, adulterada por aquellos abanderados del “laissez faire” con cantidades obscenas de dinero para comprarla, revenderla, alquilarla, hipotecarla pero jamás disfrutada.

Por otra parte, la libertad negativa conlleva la ausencia de coacción en las acciones de un sujeto, por lo que para que se cumpla ésta no deben existir interferencias externas que condicionen las decisiones de alguien. Por ejemplo, a una persona trans no se le debe negar su identidad de género o sexual, ni forzarla a adoptar una que no le corresponde. Esto también se puede extrapolar a las orientaciones sexuales, al sexo, a las creencias religiosas, la etnia o la ideología política.

¿Acaso el aparato estatal no se dedica a juzgar lo moralmente virtuoso? Esa genealogía de la moral traducida a leyes impuestas que dictan la vida de los ciudadanos. La memoria histórica es demasiado pesada como para olvidar la violencia política contra lo marginal, contra aquellas personas cuyas voces molestaron, molestan y molestarán al poder. Desde las intifadas de los palestinos hasta los disturbios de StoneWall en 1969; desde el movimiento 15-M en España hasta las protestas en Hong Kong. La coacción siempre acecha silenciosamente entre la maleza de la legitimidad institucional y empresarial.

A la vista de estas dos definiciones de libertad, está claro que ni una ni la otra se aplican a la mayoría de ciudadanos, en tanto que el estatus social determina tu nivel de libertad individual. Pese a quien le pese, este principio tan aclamado por el liberalismo es un mero cuento interminable. Una concatenación de discursos -maquillados por un signo político u otro- que se constituye sobre una ilusión ignominiosa, ergo sobre un tipo ideal como señalaría Max Weber. La libertad de unos pocos a cambio de la esclavitud de muchos, pero siempre con la esperanza de que puedas subir la pirámide y alcanzar esa ensoñación tan anhelada. Así funciona la democracia liberal y, por esa razón, resulta un verdadero reto aplacar la fe ciega que se le profesa.

Libertad como significante vacío y flotante

La política implica conflicto, -siempre perpetuo- en la medida en que es imposible concebir una sociedad reconciliada consigo misma. Y en ese marco las palabras también bajan al terreno pantanoso de la lucha por el sentido, aquel donde se decide qué prevalece y qué queda supeditado por la hegemonía. Cada proyecto político, por tanto, llena de sentido conceptos tan manoseados como democracia, justicia, patria, pueblo, igualdad o, por supuesto, libertad. Estos significantes son, según Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, significantes flotantes, en tanto que su significado queda suspendido en el aire, siempre en constante movimiento fruto de los caprichos del sistema.

En otras palabras, libertad es un recipiente vacío, llenado de intereses, de pasiones e, incluso, algunos dispuestos a mancharlo de sangre. Libertad como bandera, libertad como arma, libertad como sumisión. De esta manera, se la encierra en una jaula semántica, como a un pájaro silvestre, en aras de adecuarse al sentido que se le da en función de quién la moldea. Por otra parte, el significante vacío no sólo alude a su definición inexistente, sino que además adquiere un sentido ulterior -cuasi mesiánico- cuando se le vincula a otras demandas sociales. Y así es cómo se erigen las identidades políticas, en forma de esculturas ataviadas con ornamentos lingüísticos y discursivos.

Y si buscamos ejemplos actuales de este vaciamiento, basta alzar la mirada y darse cuenta de quiénes han convertido la libertad en un producto prefabricado: Javier Milei e Isabel Díaz Ayuso. Ambos llenan su boca cada día con eslóganes huecos en nombre de un significante que se les queda demasiado grande. Como bien mencioné antes, la libertad desde las gafas del neoliberalismo siempre será mercadeada al mejor postor. Economía y más economía. Crecimiento hasta desfallecer. Desarrollo sin fecha de culminación. Se nos promete prosperidad, empleo, oportunidades e igualdad al más puro estilo del sueño americano.

Todo esto lo engloba esa libertad -abusada por Milei y Ayuso- cuya ancla nunca se había hundido tan hondo, hacia el abismo del turbocapitalismo, donde la libertad no emancipa, sino que encadena. El resultado siempre es el mismo: desigualdad, concentración obscena de capital en pocas manos, explotación, ecocidio, conflictos bélicos, genocidios. Esa libertad que iba traer la luz y la gloria, su bandera ahora arde junto a los pueblos que pretendía salvar. Este es el auténtico rostro del neoliberalismo: una neblina discursiva que oculta un liberticio constante.

Dicho todo esto, cierro este capítulo -si es que tiene cerradura- recordando que con el auge de la ultraderecha, otra noción de libertad cobra vida entre la juventud más afanosa e idealista, quienes han encontrado en el nacionalismo un refugio acogedor. La mascota cambia de dueño sin previo aviso. Es evidente que no podemos impedir los vaivenes semánticos impuestos por el poder político-económico, eso está fuera de nuestro alcance. Lo que sí podemos es decidir qué tipo de libertad queremos como animales sociales. Porque una libertad que no germine desde los pueblos sometidos, jamás será suficientemente auténtica como para querer verla, tocarla, saborearla.

 
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from Komunikilo

En agosto presenté el libro “Comunicación y cultura libre” en el encuentro Sobremesa. Si lo queréis comprar (muchas gracias por el apoyo), lo encontraréis en llibres.cat.

El Sobremesa

Era su segunda edición, la primera fue en 2023. Durante una semana estuvimos unas quinientas personitas en un campamento en Soria. Cada día había actividades como charlas y talleres, tareas comunitarias como cocinar o limpiar baños, “antemesas” (reuniones grupales vespertinas de valoración y continuación). Y el miércoles 20 de agosto a las 12h hice la presentación.

La presentación

Estuvimos diez personitas. Me gustó que, después de introducir cómo y por qué he escrito este libro, se abriera debate orgánicamente. El por qué quizás es más evidente: cada día hay más personas, colectivos y organizaciones que descubren la toxicidad de según qué programas informáticos. Y algunas, quieren informarse más o aprender a lidiar con una digitalización grotesca y perniciosa. Creo que este libro puede dar esperanzas en este sentido porque contiene más propuestas que calammides.

Aprovechando que tenía a mano el tríptico sobre “Libros de cultura libre”, quise comentar también mi sueño de crear un sello de cultura libre donde, al estilo de los iconos de las licencias Creative Commons, se puedan promover publicaciones creadas y difundidas con tecnologías convivenciales.

El peso de la transición

Durante el debate, hubo un chico que explicó que lleva las comunicaciones, de forma voluntaria, en un colectivo rural donde las personas participantes son gente mayor que usan Facebook. Comentaba que había probado Mastodon pero que ahí no encontraba lo que buscaba y, además, no tenía tiempo para dedicar a una red social en la que su colectivo no tiene interés.

En este testimonio se mezclan muchas cosas que son comunes a muchos colectivos. Identifico al menos tres: precariedad comunicativa, percepción de impacto en medios sociales y curva de aprendizaje en entornos descentralizados. Muchos colectivos no disponen de presupuesto para comunicación y, además de sus trabajos diarios, la gente hace lo que puede con esas 24 horas que tiene el día. Por otro lado, no es ningún secreto que, los medios asociales publicitarios, alteran nuestra percepción con ofuscación algorítmica de publicaciones (shadow banning) y prácticas de “diseño casino” (escrol infinito, recomendaciones, notificaciones, patrones oscuros). Además, está el esfuerzo añadido de descubrir, entender y practicar la soberanía tecnológica, la descentralitzación web y la cultura fediversal.

Se nos acostumbra a hacer clics y pensar que todo sucede “automágicamente” de forma gratuita, pero quien intenta dar el salto a una digitalización más consciente, comprende que una digitalización más saludable requiere convicción para luchar contra inercias, dedicación y presupuesto para descubrir y fomentar tecnologías convivenciales. En este sentido, en el número 123 de la revista de Ecologistas en acción, encontramos este párrafo sobre los centros de datos y una digitalización que podríamos calificar de “mal entendida”:

Esta propuesta tecnosolucionista se sostiene sobre una imagen mágica de las tecnologías digitales, esta es, la que comprende la nube como algo etéreo e inmaterial del que pudieran brotar, como si fuera tocado por un aprendiz de brujo, las soluciones que hace tantas décadas necesitamos. Nada más lejos de la realidad.

Personalmente, creo que el peso de la transición digital debe recaer en organizaciones y entidades que disponen de presupuesto, especialmente las que disponen de fondos públicos. Pienso que es demasiado esperar que sean pequeños colectivos quienes lideren la transición hacia una cultura libre comunicativa. Lo que sí creo que podrían hacer y sería efectivo y coherente, sería implementar una dieta baja en dopamina que minimizara la dependencia a según qué empresas.

Pero la primera gran etapa, según mi criterio, creo que deben hacerla universidades, ayuntamientos, fundaciones, cooperativas, federaciones, sindicatos, asociaciones, canales informativos como periódicos, radios o televisiones, redes culturales. Son estas entidades las que creo que pueden ser el motor del cambio y abrir camino para convertir en norma lo que hoy día es excepción: visibilizar y promover una participación digital realmente cualitativa a través de infraestructuras digitales convivenciales. Pero, para eso, hace falta mucha consciencia, gran voluntad, un poco de organización y algunos dineros para infraestructura, promoción y formación.

En este sentido, algunas instituciones alemanas, holandesas y suizas, alguna universidad, medios tradicionales y redes culturales ya están tomando cartas en el asunto.

Trabajo de base y testimonios

Para ahondar un poquito más en el tema de la percepción, quisiera comentar dos cosas. La primera es que, durante el debate de la presentación del libro, hubo otro chico que expresó que gracias a Instagram, una huelga había tenido mucha participación. En seguida, saltó una chica para decir que le dolía que se diera tanto crédito al medio porque, debajo de esa percepción, había mucho trabajo de base que se estaba obviando.

La segunda es simplemente comentar que llevo unos años trabajando en un documento que llamo “partikuali” (para abreviar “participación cualitativa”) y que ya va siendo hora de publicarlo. Es un recopilatorio de experiencias humanas y lo estoy anonimizando, es decir, que publicaré lo que se dice pero no quién ni cuando ni en qué idioma. Entre otros testimonios, podréis leer a personas que comparan experiencias entre medios sociales o que explican cómo el uso de descripciones les facilita la participación.

Hay esperanza si hay consciencia

Se habla mucho de transición ecosocial e incluso existe un texto titulado Transición ecosocial justa. Desde el desánimo a la esperanza activa

Cito algunos fragmentos:

Nos cuesta enormemente pensar desde el ecologismo sistemas de propiedad públicos y comunitarios para infraestructuras estratégicas; así como concebir tecnologías basadas en el ecodiseño, la reparabilidad o el software y hardware libre frente a las dinámicas extractivas y el capitalismo de vigilancia.

Estamos atrapados y atrapadas por historias que nos impiden ver, creer o actuar en las posibilidades de cambio; algunas son hábitos mentales y otras propaganda de la industria. A veces, las historias que se cuentan sobre la realidad no se corresponden con la misma, pero se siguen repitiendo. Se trata de desprenderse de mapas caducos que no permiten ver salidas.

Club de lectura e hilo

Irónicamente, quien tiene ya un ejemplar del libro, tiene también acceso a un enlace que pretende hacerlo más accesible. La idea es publicar los capítulos en digital de forma paulatina y organizar un club de lectura para comentarlo. La cuestión es que no sé si abrá suficientemente interés para esta actividad sincrónica y quizás con un hilo en el foro se gasta menos energía.

En fin, si os motiva el tema y/o queréis apoyar esta lucha incesante por una digitalización convivencial, leed, comentad y compartid. Gracias de antemano.

Licencia de esta publicación

Comunicación digital y transición ecosocial 2025 por komunikilo.org bajo licencia Licencia Art Libre LAL 1.3

Redacción: @titi@bcn.fedi.cat

 
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from El Barrizal

Por Ⓐrdilla

“No importa lo mucho que nos preocupe nuestra propia especie, la vida es un sistema mucho más amplio. Es una increíble y compleja interdependencia de materia y energía entre millones de especies fuera (y dentro) de nuestra propia piel. Estos alienígenas de la Tierra son nuestros parientes, nuestros ancestros y parte de nosotros. Ellos hacen funcionar los ciclos de la materia y nos traen agua y alimento. Sin “los otros” no sobreviviríamos.” – Lynn Margulis

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Foto: Un pequeño banco de peces nadando cerca del fondo marino.

Aviso de contenido: Se describen algunas situaciones violentas.

Hoy me levanté con la determinación de reconocerme en el otro, un ejercicio de empatía radical. Como Bill Pilgrim en Matadero Cinco, saltando de un momento a otro de su vida – despegado del tiempo – pero realizando un viaje no por los momentos de mi vida sino por un montón de vidas, de mundos y de estados emocionales, un viaje por todo lo que somos. Y de repente sentí el dolor en los pies de la persona que arriesga su vida para cruzar el desierto en busca de prosperidad, levanté la vista y el sol me cegó en el mismo instante que pasé a ser un bebé agarrado a su madre en un cayuco a la deriva del Mediterráneo. Cerré los ojos y el miedo que sienten las que viven bajo las bombas me invadió con el primer estruendo. Parpadee y estaba a las afueras de un campo de refugiades, sintiendo la angustia de no poder alimentarme ni alimentar. Momentos después sentí la sed del pájaro tratando de sobrevivir al calor del verano. Y me transformé en ecosistema, sentía mi piel arder, sentía en mis carnes el amazonas siendo deforestado, perdiendo mi identidad protectora de vida. Sentía los ríos secándose, los polos deshaciéndose. Fue demasiado. Me encogí mucho, tanto que fui una cerda atrapada en una jaula del tamaño de mi cuerpo, temiendo por no aplastar a mis crías. Un grito sordo me despistó y ahora estaba en una caja de plástico, aterrado, esperando mi turno mientras veía como a mis compañeres conejo les desnucaban y colgaban. No podía soportarlo. Y por un instante sentí que era todo el mundo rompiéndose. Gritando. Buscando fuerzas para resurgir y expulsarme todo aquello que nos adolece.

Y de repente, era todo lo que existía.

Vestido de negro, oculto entre las sombras y liberando a otra persona de las garras de la industria de la muerte. Un sonido metálico me transportó a una empresa armamentística, era esa persona rompiendo computadoras propiedad de cómplices de genocidios. La euforia me llevó a ser el rugido de miles en las calles. A sentir el amor de todas aquellas que ceden su tiempo para cuidar a las liberadas. O el coraje del pueblo originario reclamando, tomando y cuidando su territorio ancestral. De nuevo trascendí a mi especie y sentí mis extremidades agarrarse al suelo que me alimenta, convertido en un árbol hermoso. El sonido del oleaje me cambió de medio, me movía ágil por el agua, era el pez revelándose contra el anzuelo. En un segundo pasé a ser las que reciclan, cocinan y se alimentan en comunidad. Todas aquellas que tejen redes para cuidar a la otredad.

Era todo lo que existía. Estaba conectado a todo lo que existía.

Fui todas las que luchan, se revuelven y devuelven el golpe. Las que buscan destruir la jerarquía. Supe que sin la otra no somos nadie. Que la injusticia en cualquier lugar es injusticia en todas partes. Que necesitamos un mundo donde quepan muchos mundos. Por un breve instante, fui la rabia positiva contra la maquinaria represiva.

Fui todo eso y más. Soy todo eso y más. Somos todo eso y más.

“El mundo más allá de lo humano no es una mera sofisticación caprichosa ni un juego de palabras filosófico: es el sedimento, en nuestra conciencia y actitudes, de verdades científicas a las que se ha llegado con esfuerzo, pero cuyas implicaciones aún deben permear en la sociedad. (...) El mundo está formado por sujetos, no por objetos. Todas las cosas son, en realidad, todos los seres, y todos esos seres tienen su propia capacidad de actuar, sus propios puntos de vista y formas de vida. El mundo más allá de lo humano requiere de nosotros este reconocimiento, porque sin él no somos nada.” – James Bridle

 
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from El Barrizal

Por Liebre

«Pero cuando un hombre sospecha que algo anda mal, a veces sucede que, si ya está involucrado en el asunto, inconscientemente se esfuerza por encubrir sus sospechas incluso ante sí mismo. Y aconteció algo muy parecido conmigo. No dije nada, y traté de no pensar nada.»Herman Melville, Moby‑Dick

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Foto: Una cerda liberada tocando con el hocico a su hijx pequeño.

Cada día tengo más claro que la visión que tiene una persona del antiespecismo dice mucho más de esa persona que del antiespecismo.

En los tiempos que estamos viviendo, llenos de inseguridad social debido al auge de la extrema derecha a nivel global y siendo testigos de cómo la carta de los derechos humanos y la ley internacional no han servido nada más que para gastar papel, me sorprende que la mayoría de las personas que apuesta por una sociedad más justa e igualitaria siga sin ver la conexión entre las violencias. Distintas violencias que podrían simplificarse en una: la violencia hacía quien situamos por debajo. Haciendo un análisis, sin la necesidad de profundizar demasiado, se podría ver claramente que hay alianzas entre todos los cuerpos que compartimos las posiciones inferiores de la jerarquía. Pero, por alguna razón, los distintos grupos sociales suelen centrarse en las diferencias que pueda haber entre ellos para seguir justificando y aumentando la desigualdad y asentar, más aún si cabe, la jerarquía. Tenemos a los diferentes grupos que comparten más de lo que les diferencia, compitiendo en lo que vienen siendo unas olimpiadas de la opresión para ver quién sufre más y para ver quién se lleva la medalla de oro a la causa más justa o importante.

Las dinámicas de poder funcionan de igual manera, la forma de ejecutarlas es la misma y hasta a la hora de poner excusas todas siguen el mismo patrón. En otras palabras, si se refuerza la mentalidad jerárquica, no se está desmantelando nada.

En este texto quiero centrarme en la parte de las excusas, se podría desarrollar mucho más sobre el tema y añadir muchísimas más, pero voy a intentar centrarme en las dos que últimamente me han llamado la atención.

“Hay cosas más importantes”

Esta es una de mis favoritas, sin duda. Creo que quien utiliza esta excusa tiene una perspectiva social bastante obtusa y egocéntrica. Nadie te dice que dejes de preocuparte por nada de lo que te preocupabas antes. Pero ante esa excusa, ¿quién ha decidido lo que es importante? Nada más y nada menos que quien la utiliza, basado todo en vivencias personales o en la validación de su entorno. Con esa excusa no solo jerarquizan luchas, si no que se desprenden de responsabilidades sociales. Un clásico.

Es mucho más cómodo señalar las violencias de otros, de ahí lo que es “importante”, que hacer autocrítica y lidiar con tu verdadero yo (y cambiarlo), y no con esa persona justa y ejemplar que todo el mundo tiene como concepto de sí mismo (sí, incluido Trump); solemos tener normalizadas las violencias en las que participamos y no las vemos como tal, por muy explícitas que sean, como poner un trozo de animal en tu plato. Las violencias y opresiones que ejercemos y en las que participamos nunca nos van a parecer importantes, de ahí el problema. Para todo opresor siempre hay cosas más importantes que hacer que reflexionar sobre su sistema de creencias ¿O acaso hay gente que cree que un colono que está en las fuerzas de ocupación sionistas no considera que haya problemas en su vida más importantes que reflexionar sobre el genocidio que está llevando a cabo? Si se normaliza una violencia, nunca será percibida por los demás como tal, salvo por quien la sufra. Por lo que antes de usar esa excusa para no reflexionar, plantéate si no estás jerarquizando luchas y de esta manera siendo parte del problema con el que quieres acabar.

“Yo es que no tengo esa sensibilidad”

Aludir a la sensibilidad para tomar posición y ser coherente con ella me parece delirante, de mal gusto y peligroso, además de estar envuelto en un tufo machista y homofóbico.

Para empezar, el hecho de relacionar ciertos posicionamientos sociales, especialmente los relacionados más allá de lo humano, con la sensibilidad es machista y homofóbico porque se rige por la dicotomía razón/emoción por la cual se ve al hombre como ser que se rige por la razón y a la mujer como ser emocional que se deja llevar por las emociones e incapaz de controlarlas. Como si eso que llama “sensibilidad”, que no es otra cosa que empatía por toda la vida, no se entrenase al igual que la indiferencia. Los hombres que quieren encajar en el estereotipo de macho no es que no tengan empatía, sino que se han enfocado únicamente en entrenar la indiferencia porque se les ha premiado por ello. Y ¿cómo se premia a un hombre por ser indiferente? entre otras cosas, tomándolo como ejemplo de conducta varonil. En otras palabras: poniéndolo en una posición ejemplar y superior en la jerarquía del sistema social actual. Para ser validado socialmente como hombre debes mostrar frialdad, falta de emociones y que la violencia te sea indiferente. Con este cóctel ideológico ¿Qué podría salir mal?.

Aludir a la sensibilidad es de mal gusto porque da a entender que tiene que ser la institución legal la que te dicte lo que está bien y lo que está mal, ya que parece que, como sujetos, somos incapaces de juzgar por nosotres mismes una situación y lo que nos queda es actuar acorde con la ley, como si las leyes fuesen justas y no respondiesen a unos intereses de clase, género, raza, capacidades y especie. Es de mal gusto porque da a entender que es algo personal y que, si las leyes te permiten ejercer esa violencia, es porque no hay nada que cuestionar.

Y es delirante porque sigue echando balones fuera sobre la responsabilidad social que todes tenemos de un modo que se escapa de la lógica. Que una persona no tenga cierta “sensibilidad” sobre una situación social en concreto no le otorga una carta blanca para poder ejercer violencia contra quienes estén dentro de esa situación sin despeinarse. Sería muy delirante oír a un genocida excusarse en su falta de sensibilidad para evitar responsabilidades y consecuencias sobre sus actos.

El opresor, quién está en una situación de privilegio con respecto al oprimido, nunca va a darle prioridad a revisar su violencia. En todos los casos de opresión, en todos, sin excepción, quien ejerce y tiene normalizada una violencia siempre va a encontrar cosas más importantes por las que preocuparse que dejar de participar en esa violencia y opresión, especialmente si las leyes e instituciones le dan todas las facilidades para que así sea. Solo hay que pensar en cualquier avance social y revisar los debates sociales que había acerca de ese grupo antes de que la sociedad avanzase y se diese por sentado o como lógico.

 
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from olivermusico

Hoy me he levantado dispuesto a hacer cosas. Café, yogurt y cereal para comenzar. He pensado en desayunar tranquilo, tomar mi café en calma y saborear el yogurt natural cucharada a cucharada frente a la ventana de mi balcón por la que entra una luz preciosa y un fresquito de mañana. Pero en vez de eso he puesto el bowl y la taza en el escritorio mientras se encendía la compu. Vamos a por los pendientes. Repertorio de un coro, repertorio del otro, planificación de Navidad, responder mensajes, revisar las entradas del evento, revisar correos del otro coro, no pensar en los otros tres coros mientras hago todo esto. Para un poquito. ¡Cling! ¡Cling! Blip! blop! No sé por qué tengo activadas las notificaciones de los mensajes. Voy a ello... más cosas que hacer. Veo un pendiente en el correo... Anartist... Aay pero si pedí una cuenta en anartist! Despué de varios días de haber recibido la bienvenida recién me pongo a entrar en el mundo de Anartist. Empiezo a escribir esto después de haberme inventado mis biografías cortas en català/castellano/english (pensando en que alguien las leerá). Rellenando perfiles de Funkwhale, Nextcloud, Peertube... Y lo último, esto. Descubro una página en blanco impoluto. sólo unos pequeños iconos sombreados que interrumpen el vacío. Es lindo comenzar a llenarla, comenzar a dibujar estas letras, sin saber ni importar si alguien las leerá luego de que se escriban. Me gusta.

 
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from Niebla politik

Cada persona tiene su arco de personaje. A veces no sabes a dónde vas a ir a parar entre tanto balanceo en el columpio de la vida. “Tengo que ser algo”, me digo a mí mismo con un convencimiento inusitado, como si eso fuera una revelación sacrosanta. ¿Acaso tengo que elegir un camino? Esa idea de afincarme para el resto de mis días no es algo que particularmente me cause júbilo. Mi ser no se conforma con ese sedentarismo impostado, con esa quietud dócil ante las expectativas de un sistema que te ordena decantarte por algo ya y, mientras antes, mejor. Y así es cómo la fábrica de la infelicidad continúa su curso: prosperando, perpetuándose, cuya gran máxima es producir en masa fracaso escolar, frustración, vacío existencial y precariedad emocional.

Quizá sea el resultado de la industria cultural, esa de la que tanto bebemos a través de plataformas streaming, anuncios o librerías. El cine, la música y la literatura -sobre todo la actual- han desdibujado nuestra noción de cómo debemos desarrollar nuestra vida. Todo el mundo espera con ansias ese viaje del héroe, esa recompensa después de tantas vicisitudes, de tantos cristales rotos en pro de la meritocracia. Este no es un mero idealismo fruto de molinos con apariencia de gigantes, constituye un sistema de valores, de pensamiento en aras de que actúes en consecuencia para alzarte con el premio individual. Pero no cualquier trofeo merece los aplausos del público, debe ser tangible, uno cuyo cuerpo macizo muestre lo mucho que te has sacrificado por él, todo el tiempo de vida dedicado a no sólo ser algo, sino ser el mejor en ese algo.

Los años pasan y pasan. El pasado se hace más grande y el futuro más pequeño. No paro de mirar cómo conocidos, excompañeros de universidad o amigos que ya parecen tener claro su lugar en el mundo. Algunos acumulando hazañas bajo una espiral de insatisfacción, como si la ambición nunca tuviera saciedad. Frente a un mundo que se derrumba, frente a una sociedad polarizada, frente a una podredumbre que embriaga nuestras calles, nuestros barrios, nuestros corazones. Aun con todo lo dicho, todavía persiste ese afán de enclaustrarse dentro de una burbuja hermética. Una en la que las cámaras de eco susurran tu nombre y te alaban por tu gran labor en pos de la humanidad. El ego se siente complacido al final del día.

¿Y para qué todo esto? Al final, los tecnomonarcas seguirán nadando sobre riquezas insondables que nadie conseguiría ni en 10.000 vidas. Tampoco es que sea nihilista, pero algo sé de diagnósticos y está claro que mi generación atraviesa por una crisis espiritual sin parangón. Consumimos, pero no pensamos. Respiramos, pero no vivimos. Reímos, pero no sonreímos. Nos hemos vuelto un producto de masas, recipientes a medida listos para ser llenados de propaganda política, ideas preconcebidas y servidumbre al trabajo asalariado. Por tanto, la cuestión no es quién quiero ser, sino quién esperan que sea. Y yo, al menos, no sé si alguna vez sabré lo uno ni lo otro.

 
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from hijodelagalaxia

la primera vez que oí hablar del Shabbath fue cuando hice mi primera comunión: se hablaba de un día de reposo que se celebrara debido a que el dios bíblico descansó en el último día de la creación. en el mundo de la academia se escucha mucho el término “año sabático” para referirse a un año sin clases pero con paga.

no fue sino hasta este año que volvió a mi atención lo del shabbath gracias a una serie de nesflis que se llama “Nadie quiere esto”. es una serie palomera, pero algo que resaltó mucho para mí fue la centralidad que tiene el shabbath para el pueblo judío, a diferencia del catolicismo que aunque lo menciona no es obligatorio celebrarlo -creo que todo en el catolicismo es opcional al final del día-. lo que más me llamó la atención del shabbath fue que lo describían como un día de descanso, pero no a la manera del fin de semana capitalista en donde uno descansa para regresar a trabajar y que le exploten. el shabbath era otro tipo de descanso, del tiempo habitual, pero también era un tiempo para reconectar con la familia y con el dios hebreo, por supuesto.

en este punto debo aclarar que no profeso ninguna religión ni creo fervientemente en el dios de ninguna de éstas. ¿entonces cómo se me ocurrió celebrar el shabbath dadas estas circunstancias? por estos mismos días había estado leyendo y encontrándome muchas cosas sobre los jardines digitales, el neoludismo, la “descomputarización” de la vida, la lucha contra los algoritmos y un largo etc. ver la serie fue el punto de partida para plantearme la posibilidad de “secularizar” -a falta de una mejor palabra- el shabbath. ¿cómo sería celebrar desde un punto de vista no religioso, pero sí espiritual, un evento parecido al shabbath? entonces comenzó mi investigación sobre este día para lxs judíxs.

hubo cosas que descubrí que incorporé a mi propia celebración y perspectiva del shabbath:

  1. el shabbath comienza el viernes cuando anochece y termina cuando anochece el sábado, es decir, que el “día” no se concibe desde el tiempo habitual productivo, sino siguiendo un poco las indicaciones del sol. me gustó la idea de que el tiempo no tiene que estar enclaustrado en la nomenclatura habitual de las 24hrs. sino que el mundo natural que nos rodea define cuando inicia y termina un día. así que, esto si lo mantuve de la celebración original.

  2. hay muchas prohibiciones relacionadas con el trabajo, y lo que se puede y no hacer. en esta parte no sigo el shabbath como se debe porque me da pereza seguir todas esas prohibiciones, por un lado, y por otro porque no me hacen sentido para lo que yo quiero con mi propia celebración. lo que decidí fueron dos cosas: no hacer ningún trabajo físico ni mental pesado y no usar nada digital. mi familia y amistades saben que durante este periodo mi celular estará apagado, y que tampoco usaré la computadora ni nada por el estilo. tengo un teléfono fijo en caso de alguna emergencia al que me pueden marcar. lo que me lleva al siguiente punto:

  3. leí en varios lados que el shabbath es también una forma de usar el tiempo para reconectar con personas, con nosotrxs mismxs o con dios. como yo no creo en dios, me planteé reconectar con el mundo natural que me rodea. entonces, durante mi propio shabbath hay tres cosas que suelo hacer e intercalo dependiendo de las circunstancias y mi estado de ánimo:

a) Pasar tiempo a solas en casa: cuando decido pasar tiempo a solas en casa evito salir lo más posible. aprovecho este tiempo para reconectar conmigo mismo, a veces sólo tumbado en cama reflexionando sobre lo que sucedió en la semana -un punto que tocaré más adelante- o simplemente siguiendo mi respiración. reconectar con unx mismx me parece que es algo que a veces debido a los ritmos de vida y de trabajo nos pasa de largo. b) Pasar tiempo con mi familia o mi pareja: reconectar con las personas que nos rodean es una oportunidad increíble, sobre todo porque muchas veces nos olvidamos de acercarnos a personas que a lo mejor ya no son tan parte de nuestra vida. aprovecho este tiempo para acercarme a mi familia sin la mediación de lo digital, es decir, tiene que ser todo presencial y pidiendo respetuosamente que se evite el uso de celulares u otros dispositivos. con mi pareja, suele suceder que hablamos por horas de temas variados, cosas que tal vez en la semana no pudimos comentar. enfrascarse así en una conversación es algo que difícilmente se puede hacer en otros días de la semana pero también creo que es algo que se ha perdido gracias a las excesivas mediaciones digitales. c) Reconectar con la naturaleza: acercarme a espacios naturales es algo que he hecho durante el shabbath. trato de que sean lugares cercanos porque lo que evito en el shabbath es desgastarme mucho físicamente. a veces esto puede implicar simplemente dedicarle más tiempo a mis plantas o contemplar el paso de las nubes o poner atención al canto de los pájaros.

4) leí también que el shabbath es un espacio de reflexión sobre lo que hemos logrado en la semana. tengo algunas preguntas ya hechas para cuando termina el shabbath escribir en mi diario y reflexionar sobre la semana: ¿fui lo suficientemente generoso? ¿fui consciente de lo que comí durante la semana? ¿cómo traté a mi cuerpo? y preguntas por el estilo. suelo cerrar el shabbath con un baño de agua caliente y la escritura de mi diario respondiendo a esas preguntas. todo eso me ayuda a iniciar la nueva semana o un nuevo ciclo de 7 días con una perspectiva más consciente.

5) y finalmente creo que uno de los beneficios que busco con esta celebración ha sido la reapropiación de mi propia autonomía cognitiva. se habla mucho de la economía de la atención, y la manera en la que yo lo interpreto es que el capital busca apropiarse de nuestras funciones cognitivas para que éstas estén alineadas a su lógica. mucho de eso tiene que ver con nuestra percepción del tiempo como lógica productiva dividida en minutos, horas, segundos, los cuales tienen que ser maximizados y eficientados en todo aspecto de nuestra vida. trato de escapar a esa lógica y sentir que el tiempo que dedico a mi shabbath es sagrado, que no es el tiempo del capital, y para ello, también me propongo no mirar el reloj durante todo ese periodo -a menos que mi shabbath en turno implique encontrarme con alguien a cierta hora-.

nada de esto es perfecto. hay días en que me he sentido muy mal y he necesitado mirar alguna película para sentirme un poquito mejor de ánimo. mi shabbath no es perfecto, y como no es un pacto con dios, como lo es en el caso del pueblo judío, puedo hacerlo sin ninguna culpa. el pacto es conmigo.

y como esto no es blog de auto ayuda no escribo esto con la finalidad de venderle a nadie un nuevo método de crecimiento personal, sólo quería compartir un poco de lo que he estado haciendo con ustedes, pero también, ordenar con palabras un poco lo que ha significado para mí integrar una celebración religiosa a una vida no religiosa, pero sí profundamente espiritual.

 
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from El Barrizal

Por Ⓐrdilla

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Foto: Porco Rosso sentado en el cine junto a otra persona que lo mira mientras pronuncia su famosa frase.

“Prefiero ser un cerdo a ser un fascista”, decía el personaje creado por Hayao Miyazaki y Studio Ghibli, convertido en símbolo del antifascismo por la izquierda. Un meme que sacar a relucir en redes sociales cuando la sombra del fascismo asoma amenazante. Más allá de las intenciones del autor dentro de la historia, las implicaciones de creerse esta frase fuera de ella, sin convertirla en un eslogan vacío – como ya sucede –, son más profundas si realmente tomamos en serio el valor de las palabras y nos tenemos por antifascistas y anarquistas.

Siguiendo con la cultura popular y tomando lo que dice el personaje de Tilda Swinton en la película Okja:

¨Todo es comestible. Todo, menos los chillidos.”

¿Quién es el cerdo si no uno de los animales no humanos que más sufre la barbarie del fascismo a través de la industria cárnica? Tras los muros, alejados y escondidos, sus cuerpos son tratados como una fábrica de alimento en sí mismos; después de padecer lo innombrable, son asesinados a los 6 meses o a los tres o cuatro años si su función es traer al mundo más “alimento”, hasta que su capacidad reproductora disminuya y sean también enviadas al matadero. La vida, en esos seis largos meses, es un tormento solo apaciguado levemente – si tienen suerte – por el calor de un rayo de sol mientras son transportados al matadero. Y esto sucede constantemente, no solo con cerdos, millones de cuerpos no humanos a los que se les arrebata su voluntad, su libertad y su vida. Eficiencia industrializada del asesinato, fascismo en estado puro.

Desde dentro del entramado material y privilegiado del Norte Global, y bajo una postura antifascista y anarquista, encuentro una contradicción muy fuerte en financiar – o tolerar – todas estas estructuras de dominación y opresión que nos harían arder de rabia si se tratara de animales humanos. ¿No deberíamos estar preguntándonos por qué trazamos una línea entre lo humano y lo no humano? En lugar de ver a los cerdos (y a los demás animales) como simples productos, ¿por qué no entenderlos como personas con otro cuerpo, con su propia perspectiva del mundo? Una visión radical que desarma la jerarquía ontológica que nos autoriza a explotarlos y que ya nos enseñan los pueblos originarios amazónicos.

¿Por qué nuestro antifascismo y anarquismo tienen un muro antropocéntrico que los rodea, una frontera que, una vez traspasada, parece ponernos a favor de la opresión, la discriminación y la jerarquía más abyecta? A la mierda todas las fronteras.

“Prefiero ser un cerdo a ser un fascista”. La realidad es que hemos invisibilizado tantísimo la situación de los demás animales que no solo no lo preferimos, sino que ya somos los fascistas de esa frase.

Hagamos realidad la ficción; pensemos por un momento en que la maldición de Marco Pagot no solo fuera ser un cerdo, sino ser consciente de su condición dentro del capitalismo, sufrir la discriminación que sufre su especie y ver el posicionamiento humano sobre su persona; como si ser un cerdo fuera algo malo, tan solo un poco mejor que ser un fascista: ¿Cómo vería que un puñado de humanos alzaran una bandera contra el fascismo con su imagen? Los mismos humanos que tienen montada una maquinaria asesina bien engrasada y financiada para matar a su especie y comérsela.

¨Todo es comestible. Todo, menos los chillidos”. Quizás cuando compartamos esa imagen deberíamos dejar que esos chillidos resuenen en nosotres y se conviertan en acción; podríamos tomar el lugar del cerdo y solidarizarnos con su padecimiento, luchar a su lado, combatir al fascismo en todas sus formas, no aceptar la jerarquía que define a los no humanos como inferiores o descartables – con el peligro que eso conlleva también para ciertos cuerpos humanosy desobedecer las lógicas de la animalidad.

Y quizás diréis: “¿No estás exagerando un poco solo por un meme?”, y puede que tengáis razón, pero ya avisé en el título que iba a despotricar.

 
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from Niebla politik

No sé ustedes, pero estoy cansado. Cansado de que la sociedad mire hacia otro lado cuando estamos siendo testigos de un genocidio en directo. Cansado de esperar a que se produzca un cambio hacia un postcapitalismo donde el bienestar colectivo, la vida digna y el equilibrio ecológico sean mandamientos. Cansado de vislumbrar cómo nos dirigimos sin freno hacia el suicidio colectivo en aras del desarrollismo religioso cuyos mantras de crecimiento económico van a misa. Cansado de que los pocos espacios de resistencia que permanecen quedan atrapadas en la telaraña de los amos del cortijo, es decir, el poder financiero. Ante este contexto de pesadumbre inextinguible me pregunto: ¿Qué opciones nos quedan?

Resulta una buena pregunta cuya respuesta no sabría encontrarla de manera precisa. Algo que he aprendido es que no existen fórmulas mágicas para resolver problemas tan complejos, tan anquilosados dentro de una hegemonía erigida bajo una mirada colonial, capitalista y patriarcal. La desobediencia civil, por ejemplo, sería una buena opción para Hannah Arendt, pero actualmente esa vía no es suficiente. Las protestas pacíficas, aun siendo legítimas y simbólicas, han quedado ensombrecidas frente a la sociedad de la inmediatez, la cual busca el mayor impacto en el consumidor. Para generar ruido se requiere de algo más directo.

Toda acción conlleva una reacción, así es la política. Y qué hay más directo que el uso de la violencia. Me refiero a las huelgas, las protestas, el vandalismo, los actos violentos localizados, los sabotajes. Cuando invoco estas formas de resistencia no necesariamente aludo a la violencia física contra alguien, sino a sus múltiples expresiones: simbólica, económica, material. La violencia siempre debe ser el último recurso frente a una situación desesperada. Ya lo hemos visto en diversos contextos históricos, en los que la resistencia armada o las revoluciones fueron los únicos caminos ad hoc para transformar la realidad política, social y económica. Desde la Rojava kurda hasta la resistencia anticolonial que propició la independencia de países árabes como Egipto o El Líbano. Incluso, sin ir más lejos, actores considerados terroristas desde el marco de occidente emergen como expresiones frente a ocupaciones prolongadas, lo cual no exime sus actos de crítica, pero exige una comprensión contextual.

Cuando somos testigos de una estructura política corrupta, belicista, cínica y amiga de los grandes capitales, la opción de la revuelta popular queda abierta en la medida en que esa gota colme el vaso. Ya han goteado muchas lágrimas. Ya ha goteado mucha sangre y sudor. Siento que esa gota está a punto de rebosar nuestra paciencia colectiva, de activar nuestro afán de libertad y resistencia. No sé qué lo provocará, ni tampoco cuándo ni dónde, mas el momento está cerca. Tanta violencia ejercida contra inocentes tiene un precio muy elevado. Sé que, tarde o temprano, el monopolio de la violencia legítima caerá por su propio peso.

En ese instante, al menos, tendremos una posibilidad de construir un nuevo paradigma -esperemos que mejor que el anterior- de forma colectiva. La construcción de los cimientos de lo destruido, de lo que fue, será una tarea ardua que dependerá de nuestra capacidad de comunidad y organización a través de asambleas ciudadanas, redes horizontales o comunas. Dejaríamos atrás la opresión, la autoridad, el clasismo, la competitividad y el desprecio a la vida. Por eso, la libertad, la cooperación, la igualdad y la dignidad deberán ser principios inseparables si queremos lograr una liberación colectiva. Ya lo decía César en el Planeta de los Simios: “Simio no mata simio, Simios juntos fuertes”.

 
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from El Barrizal

Por Anónimo

Extracto, traducido por El Barrizal, del capítulo 3 “One struggle, one fight” del libro Total Liberation de autoría anónima. Puedes encontrar y descargar la traducción del libro completo aquí.

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Foto: Miembros de MOVE sostienen escopetas recortadas y armas automáticas mientras permanecen frente a su sede atrincherada.

13 de mayo de 1985, Oeste de Filadelfia. La Policía de Filadelfia realiza una redada al amanecer en una casa suburbana, pero es evidente que los ocupantes no tienen intención de irse. Durante la mañana, unos 500 policías disparan más de 10.000 cartuchos contra la casa, junto con interminables descargas de gas lacrimógeno e incluso munición antitanque. Los ocupantes resisten hasta bien entrada la tarde, momento en el que el estado decide bombardearlos con un helicóptero militar. Se arrojan casi 2 kg de explosivos plásticos sobre el tejado, lo que pronto provoca un incendio descontrolado; sin embargo, el comisario de policía ordena a los bomberos que se mantengan alejados. La casa se incendia, junto con otras 65 en el barrio (predominantemente negro). Solo dos de los ocupantes sobreviven, once de ellos, incluidos cinco niños, no sobreviven.

Quienes defendían la casa eran un grupo llamado MOVE. Formado en 1972, MOVE se definía por su combinación de Liberación Negra y lucha armada con Veganismo y Ecología Profunda. El grupo también equilibraba su enfoque en campañas individuales, como las que se oponían a los zoológicos locales y la brutalidad policial, con un énfasis más amplio en la construcción de la autonomía comunitaria. Las declaraciones que sobreviven a su fundador, John Africa, hablan por sí solas, como su afirmación de que «Revolución significa un cambio total, una disociación completa de todo lo que causa los problemas contra los que te rebelas», así como la afirmación del grupo de que luchaban por «una revolución para impedir que el sistema humano se imponga a la vida, para impedir que la industria envenene el aire, el agua y el suelo, y para poner fin a la esclavitud de toda forma de vida». John Africa también se topó con el biocentrismo, incluso antes de que Næss escribiera sobre el tema, como lo confirma su afirmación de que «todos los seres vivos, todo lo que se mueve, son igualmente importantes, ya sean seres humanos, perros, pájaros, peces, árboles, hormigas, maleza, ríos, viento o lluvia». En la historia de la lucha social en Occidente, MOVE fue quizás el primero en comprometerse por igual con la liberación de los humanos, los animales y la tierra.

A pesar de haber sido ampliamente reprimidos por el Estado, las repercusiones de la lucha de MOVE se han percibido aquí y allá, cobrando fuerza. Una ética comparable surgió en el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, un grupo compuesto principalmente por indígenas mayas que luchaban por sus derechos territoriales. El 1 de enero de 1994, los zapatistas declararon la guerra al Estado mexicano, el mismo día en que entró en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Se apoderaron de extensas zonas del estado de Chiapas, incluyendo la ciudad clave de San Cristóbal de Las Casas, colectivizando inmediatamente las tierras. A pesar de ser finalmente obligados a retirarse por el ejército mexicano, los rebeldes lograron resistir en las montañas, consolidando el control sobre muchas de sus propias comunidades rurales. Hasta el día de hoy, la autonomía forjada por los zapatistas en medio de la Selva Lacandona se ha mantenido con éxito, a pesar de las numerosas incursiones del Estado. Lo cual sigue siendo, ante todo, una lucha ecológica: desde el principio, los zapatistas enfatizaron que su propia liberación como pueblos indígenas era una y la misma que la liberación de la tierra.

El frente abierto por los zapatistas fue, sin duda, solo uno dentro de una lucha mucho mayor: el movimiento antiglobalización. Alcanzando su máximo apogeo a principios de siglo, esta lucha mundial contó con la unión de diversos participantes —trabajadores, estudiantes, pueblos indígenas, ambientalistas radicales, activistas por los derechos de los animales— en torno a un interés común: oponerse a la expansión de las finanzas globales. Las cumbres internacionales de organizaciones como el G8 y la Organización Mundial del Comercio fueron los blancos obvios, y algunos de los puntos álgidos más espectaculares fueron Seattle 1999, Praga 2000 y Génova 2001. En muchos casos, además, las críticas superficiales a la globalización y al imperialismo se transformaron en rechazos rotundos del capitalismo en su conjunto, aunque un resultado frecuente fuera la expectativa desenfrenada de una revolución mundial inminente. Y aunque el movimiento antiglobalización ya casi ha quedado atrás, sigue ofreciendo un legado centrado en una gran convergencia de luchas, algo vital para avanzar.

Los años 90 también vieron a Earth First! avanzar hacia un firme rechazo a todas las opresiones, abandonando el machismo y el patriotismo presentes en algunos de sus inicios. Esta ampliación de énfasis fue particularmente evidente en los escritos y el activismo de la miembro estadounidense Judi Bari, quien hizo un gran hincapié en la necesidad de que Earth First! llegara a la clase trabajadora, incluyendo a los trabajadores de la madera. Esto marcó el inicio de una visión claramente revolucionaria de la ecodefensa, inspirada tanto por la Ecología Social como por la Ecología Profunda.

Casi al mismo tiempo, el ALF y el ELF (Animal Liberation Front y Earth Liberation Front) también comenzaron a colaborar cada vez más estrechamente, llegando a ser prácticamente indistinguibles en muchos países. Los mismos activistas participaban a menudo en ambos frentes, simplemente intercambiando pancartas según las particularidades de cada acción, mientras que sus redes de movimiento abierto se mezclaban ampliamente. Además, los comunicados publicados por diversas células comenzaron a hacer cada vez más referencias al Estado y al capital, confirmando un enfoque que había cambiado de centrarse en industrias específicas a atacar el sistema en su conjunto. Un comunicado, publicado durante el inicio de la actividad del ELF en Estados Unidos, sigue siendo especialmente memorable:

Bienvenidos a la lucha de todas las especies por la libertad. Somos la furia ardiente de este planeta moribundo. La guerra de la avaricia devasta la Tierra y las especies se extinguen cada día. ELF trabaja para acelerar el colapso de la industria, atemorizar a los ricos y socavar los cimientos del Estado. Adoptamos la ecología social y profunda como un movimiento de resistencia práctica. (Beltane, 1997)

Aunque diversos, estos desarrollos ayudan a explicar algo bastante sorprendente: en algún momento durante las últimas dos décadas, varios activistas radicales por los derechos de los animales y el medio ambiente se comprometieron a ir más allá de las campañas monotemáticas en favor de una lucha holística y revolucionaria contra todas las formas de jerarquía. Como lo expresa Steve Best, «es imperativo que ya no hablemos de liberación humana, liberación animal o liberación de la Tierra como si fueran luchas independientes, sino que hablemos de liberación total» (The Politics of Total Liberation, 2014). Ningún caso de opresión puede entenderse separado del todo: las diferentes jerarquías interactúan profundamente entre sí, facilitando la dominación de un grupo —humano o no humano— en virtud de la dominación de todos los demás. Y así, también, todas las luchas de liberación genuinas deben reconocer que, lejos de tener objetivos desconectados, cada una de ellas depende del éxito de la otra.

Aunque las circunstancias específicas inevitablemente limitan lo que podemos hacer como individuos, estos esfuerzos deben enmarcarse en un proyecto compartido que supere con creces nuestro aislamiento. Esto implica aprender a conectar con el entorno actual de maneras significativas; también implica mejorar nuestras propias prácticas para que quienes nos rodean puedan responder. La cuestión no es reducir la lucha a una sola organización, una sola identidad, sino fortalecer los vínculos entre sus diversos frentes, fomentando las alianzas estratégicas y las redes de apoyo mutuo necesarias para dejar al enemigo común en ruinas.

Aquí no hay soluciones fáciles. Ni utopías, ni siquiera culminaciones. A decir verdad, es improbable que ninguno de nosotros sea testigo de un mundo totalmente liberado, es decir, un planeta completamente libre de jerarquías. Tampoco podemos estar seguros, desde la perspectiva actual, de si tal cosa es siquiera posible. No se sabe qué hay, si es que hay algo, en la cima de la colina; sin embargo, la belleza de la lucha se realiza en el mismo acto de escalar. La liberación total no es simplemente un destino, como para separar el objetivo final de cómo vivimos nuestras vidas en el presente. No, la liberación total es un proceso inmediato. Es el proceso de confrontar el poder no como algo desconectado, sino como una totalidad. Es la negativa a aceptar cualquier noción de una frontera final, ni ahora ni nunca. Si algo absoluto puede saberse sobre tal lucha, es que nunca termina. Pero no preguntes qué puede hacer la liberación total por nosotros dentro de cien años: la cuestión es comprender su plena intensidad ya ahora.

Parece que cada generación cree que la suya será la más extraordinaria, pero la nuestra podría ser la primera en acertar. Decir que este siglo es el más crucial que nuestra especie ha enfrentado es, en realidad, quedarse corto: nos enfrentamos a la crisis más significativa que la vida en general ha enfrentado, incluso en medio de miles de millones de años de evolución. Hemos entrado en el sexto período de extinción global, este el primero causado por una sola especie animal. El ritmo de extinción de plantas y animales es al menos 1000 veces más rápido que antes de nuestra llegada. La gran mayoría de los animales salvajes ya han sido exterminados. Y eso incluye la desaparición del 90% de los peces grandes de los océanos. Desde el aire que respiramos hasta el agua que bebemos, desde la cima más alta de la montaña hasta las fosas oceánicas más profundas, la suciedad de esta civilización lo impregna todo. Para ser claros, el apocalipsis no es algo escrito en una profecía: ya está aquí.

La muerte, por supuesto, es fundamental para el bienestar ecológico, ya que la vida jamás podría sostenerse sin destrucción y renovación. Sin embargo, la muerte que el sistema conlleva no es en absoluto una cuestión de equilibrio, sino simplemente de aniquilación. La jerarquía social está en total contradicción con los fundamentos del desarrollo orgánico, como la diversidad, la espontaneidad y la descentralización. Ya no cabe duda de que el sistema colapsará, y con fuerza. Lo importante es simplemente cómo acelerar el proceso, minimizando el sufrimiento que aún está por causar y maximizando el potencial de regeneración de la vida fuera de este caos insondable.

No hay concesiones al sistema de la muerte. Los residuos tóxicos no pueden volverse nutritivos, ni su idea de vida puede ser habitable. Nuestra tarea revolucionaria solo puede ser la creación de nuestros propios mundos, destruyendo los suyos en el proceso. Este es precisamente el momento histórico para el que nacimos: el apocalipsis ya está aquí, pero hasta qué punto se profundizará es una incógnita. Cualquiera que escuche atentamente puede percibir la llamada.

 
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from hijodelagalaxia

Crecí en los 90's. Soy parte de la generación que creció cuando el internet comercial comenzaba a llegar a nuestras computadoras personales. Tuve la oportunidad de tener un Tamagotchi, jugar el SNES sin un emulador en la televisión de casa de mis padres, grabar un casete directo de la radio y que lo virtual terminase en cuanto apagaba la compu o la tele. No podía llevar todo ese mundo virtual a la calle. Todo eso se quedaba en el espacio privado de mi casa.

Con la llega de los smartphones debo admitir que estaba muy emocionado de poder llevar lo virtual a cualquier parte a la que yo fuese. Seguir una conversación desde cualquier lugar, en cualquier momento y cuando yo quisiera. Revisar mis redes sociales, estar atento de cualquier novedad que subiesen mis amistades a sus muros de Feisbuk; la clave estaba en poder hacerlo en cualquier lugar en cualquier momento.

Las BigTech siguieron creciendo y el mundo de las redes sociales empezó a cobrar más relevancia en la vida de las personas. Incluso mis padres, que nunca se habrían interesado en Hi5 o hacerse una cuenta en un foro online, ahora eran más adictos al uso de redes sociales que yo.

Comencé a cansarme mucho del efecto que las redes sociales estaban teniendo en la manera en que nos relacionábamos todas las personas fuera de esas redes. Desde personas que en una fiesta estaban todo el tiempo mirando su celular, fingiendo que estaban presentes pero con su atención puesta en otro lado. También personas que sentían la necesidad de registrar todo lo que hacían en foto o video, mandando notas de voz a otras personas narrando lo que pasaba en su vida en tiempo real y un largo etc. de actitudes que, a pesar de haber crecido con la virtualidad, me parecían extrañas y cansadas.

Y que decir de las consecuencias que todo esto tendría en el mundo laboral. Por un lado, el que personas del trabajo con las que apenas uno cruzaba palabra de repente fueran “amigxs” en Feisbuk o seguidores en otras redes, pero también el hecho de que redes como Watsap dieran la impresión que todxs teníamos que estar disponibles para el trabajo cuando fuera y en donde fuera.

Afortunadamente hoy día no tengo un trabajo que me requiera tener Watsap ni un jefe. Y eso en gran medida me ha llevado a que tenga mi móvil apagado casi todo el día, salvo cuando necesito un taxi de aplicación o alguna cosa inmediata. A medida que he tenido apagado mi móvil más ha sido evidente para mí el cansancio que ahora me provocan los mundos virtuales, especialmente los de redes sociales y apps de mensajería instantánea. Incluso aquellos que son descentrados, como Mastodon, o chats XMPP. No es que no use estos últimos de vez en vez, pero lo que me cansa es la dinámica en que nos pone lo virtual, por más ético que sea el diseño de las plataformas que usamos.

He tenido una cierta urgencia de “realidad”. De sentir que los espacios que habito no son virtuales. Por una parte, una de las cosas que más me dan lata últimamente es el flujo excesivo de información. Cuando navego en Mastodon, leo 5 toots y siento que ya fue demasiada información en formato virtual para un sólo día. Esto no me pasa, por ejemplo, leyendo un periódico o un fanzine. Es cosa muy extraña, porque ese hastío de información sólo me da cuando el formato es virtual. Ver palabras impresas en físico, por alguna razón que todavía no sé explicar, me permite leer sin sentirme saturado.

Hoy día cuando voy en el transporte público y veo a la mayoría de las personas enfrascadas en su móvil me da una sensación de extrañeza. De sentir que son cuerpos que están junto a mí, pero cuya mente y atención están en un espacio que para mí es muy cansado. Tampoco quiero mentir: hay espacios virtuales que disfruto mucho. Seguir ciertos blogs y leer lo que publican sus autorxs me da mucha alegría, aunque no pueda leer tantas entradas en un sólo día. A lo mucho 2.

Creo que para mí hay una añoranza de recuperar espacios físicos que se han perdido a raíz de la pandemia, pero también a raíz, aunque no estoy seguro, de una estrategia de Estado de disolver lo público como lo conocíamos hace ya unos buenos años. No es que estos espacios hayan desaparecido por completo, pero definitivamente escasean, y muchas personas han optado por priorizar lo virtual frente a lo presencial en sus espacios.

Siento que todo esto de las redes, sean estas centralizadas o no, para mí es como estar en una plaza pública y cada persona ahí presente quiere llamar tu atención, aún si lo que dice no es de tu interés. Muchas redes fueron creadas de esa manera, para atrapar nuestra atención independientemente de su estamos interesadxs, si ese contenido nos hace bien o no, etc.

Hoy día estoy más tranquilo sin tener ninguna red centralizada, ni apps de mensajería instantánea. Como muchas personas han escrito en los últimos años, el regreso al uso del correo ha sido un buen giro para personas que buscamos habitar lo virtual con más calma y “naturalidad”, lo que sea que eso pueda significar. Para mis padres, ha sido agregar el teléfono fijo de mi casa para marcarme cuando necesitan algo. Escuchar su voz de manera directa y orgánica, y no mediante una nota de voz un poquito ensayada, me hace sentirles más cerca aún si están hablándome a la distancia.

Sé que hay muchas personas cuyo activismo actual es hacer de lo virtual un espacio más habitable, colectivo y ético. La verdad me parece una lucha muy necesaria. Pero yo simplemente estoy muy cansado de los mundos virtuales. Los visito de vez en cuando, y claro que disfruto ver lo que personas desde enfoques de la smallweb y espacios hacker hacen de manera creativa. Pero yo no puedo estar con la misma constancia que otras personas.

Estoy muy cansado de lo virtual. Extraño la proliferación de espacios presenciales.

 
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from poesiagalactica

Soñar y pasar de un momento a otro sin darse cuenta. Anclarse a la liposucción del sueño. Ritmos; cadencias. Un todo tropical bañado en líquenes. Tropelías y una vieja casa en el campo; te vi & mis ojos se salieron de sus órbitas planetarias.

Nos embriagamos. Los techos se hicieron inmensos, altos. Sincronía de cuerpos y el esmalte de tus uñas: una fragata. Un entendimiento soberbio. Entre libros descubrimos un gusano tapizado de vidrios. Como esas piedras volcánicas en el camino que lleva a la iglesia. Que triste es vivir.

Y cuando miraste tu mano leí todas las líneas y capilaridades que van de la primera de tus venas al miocardio rizomático de tus entrañas vivas. Vísceras, dijiste. Tímpanos, afirmé. Cromático, dice el diccionario.

Siempre quise un desarmador como éste, en tres dimensiones y con espigas en la punta. No encuentro entre todas estas páginas algo que se asemeje a las comisuras de tus labios. Cayó el sonido del vacío y me extendiste una jícara de aguas coloridas. Una rabieta.

A mi lado una sávila y la oscuridad de sombras y de luces tenues. Cantares y recetas médicas a bajo costo. Rostros de gatos mirando por el ovillo de la puerta. Los azulejos se pintan solos de un azul disfórico. Las chinches.

Tachuelas que se fijan a las paredes de tu cuarto. Una moto va pasando y las quejas de siempre: Sonidos tan terribles; me deshacen los párpados. Hace años que no parpadeas desde que el polen de la primavera radioactiva te cegó casi para siempre.

Las palabras no sirven de nada. Busca una palabra y hazla tuya, cárgala a cuestas como cruz, como caverna. Las sombras que proyectas son como dedos angustiosos por tocar la piel, tu piel, nuestra piel.

Apaga el televisor. No hay más imágenes que las de tu sueño. Las antenas de la ciudad menguan, discurren en silencios. La ciudad se queda callada. Un estornudo se escucha como un látigo, un eco criminal que desata sus angustias sobre nuestros cuerpos.

 
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from El Barrizal

Por Ⓐrdilla

Actualización: Se ha añadido nueva info debido a la próxima impresión de este texto en formato fanzine, y actualizado algunos enlaces para referencias.

Aclaración: Este texto lo escribe una persona que se considera anarquista y vegana, y que no cree en la estrategia de ir concienciando a la gente en el veganismo ético para un día tener un mundo sin uso de animales no humanos, pero tampoco repudio a los teóricos éticos que han dado valor y legitimidad a esta lucha. Es probable que deje fuera mucha data histórica y muchos acontecimientos que nos han traído hasta aquí pero quiero centrarme en lo que considero más significativo.

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Foto: Dos activistas de liberación animal con pasamontañas, cada uno sosteniendo un conejo blanco rescatado.

Vamos allá. Para llegar a entender porque el veganismo mainstream (o capitalista, o blanco) está despolitizado y lleno de hombres blancos privilegiados defendiendo “separar los derechos humanos de los derechos animales” – convirtiendo así un montón de organizaciones y espacios en lugares donde se connive con racistas, fascistas, machistas, clasistas – hay que hacer un repaso a la historia del movimiento.

Primeros años:

Para ello, y bajo mi punto de vista, es esencial entender algo. Hay dos eventos canónicos que dan inicio al movimiento moderno por los derechos de los animales: El activismo de Hunt Saboteurs Association y en el plano teórico/ético, el libro de Liberación Animal de Peter Singer. Siendo este último (junto con los demás nombres de la teoría ética que surgieron) el que, en mi opinión, pone la primera piedra para construir el veganismo mainstream que conocemos hoy.

Casi todo el mundo sitúa el inicio del veganismo moderno con el libro de Peter Singer (1975) pero la realidad es que tenemos que irnos más de 10 años atrás para ver como la gente empezó a organizarse para actuar por los demás animales. Estamos en 1963, nace la Hunt Saboteurs Associationque daría paso a la Band of Mercy y más adelante al conocido y politizado ALF (Frente de Liberación Animal)- pero vamos a retroceder 3 años más, porque esto es importante: En 1960 aparece el concepto “Total Liberation”, usado por luchadores por la libertad en África y Palestina, pero también por anarquistas que se distinguieron por la adopción de una serie de preocupaciones que antes no tenían – el feminismo, el anticolonialismo, la liberación queer, el antiespecismo y la ecología -, las personas veganas anarquistas empezaron a usar y asociar la Liberación Total a liberación de la Tierra, Animal y Humana.

Casi todos estos movimientos tienen una fuerte base antifascista y han seguido bajo estos ideales desde entonces, cada vez menos bajo los focos, pero ahí están – incluyendo a un montón de teóricas, fuera y dentro del anarquismo, que sí han entendido lo político del asunto, lo veremos más adelante –. Es decir, desde sus orígenes la preocupación por los demás animales ha tenido un fuerte componente político y de justicia social.

Vamos con el libro Liberación Animal de Peter Singer. Bueno, tomemos a los dos máximos exponentes teóricos que surgieron: Peter Singer, utilitarista y Gary Francione, abolicionista – y tránsfobo por cierto, en 2023, Francione publicó un manifiesto antitrans en Medium, plataforma que lo eliminó de inmediato por considerarlo «contenido que puede menoscabar la dignidad y los derechos de las personas transgénero y/o no binarias».– Muchas organizaciones y colectivos tomaron las ideas de ambos, algunos con enfoque utilitarista bienestarista y otras con enfoque abolicionista, para definir su postura para con los demás animales. Aquí es donde, a mi parecer, se inicia el veganismo capitalista mainstream. No voy a explayarme en toda esta fase, dentro del movimiento es conocida la rivalidad que hay entre la gente que sigue los postulados de uno u otro. Me voy a centrar en lo que intento analizar en este texto y aquí hay algo curioso, ambos, tanto Peter Singer – utilitarista que solo medía las acciones según su efectividad - como Gary Francione – que creía en la vía no violenta y en educar a la gente - se oponían y criticaron las maneras de actuar de ALF – colectivo internacional descentralizado que opera sin una estructura de liderazgo formal y participa en acciones directas para oponerse a la crueldad animal, y recordemos, bajo la idea de la liberación total - Singer creía que los daños a la propiedad privada dañaban la imagen del movimiento y Francione creía que las acciones del ALF socavaban la base moral del abolicionismo, poniendo así una tímida primera piedra para la “despolitización” del movimiento, ya que se negaban las herramientas políticas que toda lucha tiene legitimidad de usar. Que dos referentes para mucha gente en ese momento alzaran la voz contra la acción directa y la liberación animal real es, cuanto menos, algo desmovilizante.

Veganismo mainstream: Redes Sociales y la llegada del veganwashing.

Avancemos unos años, las ONGs animalistas bienestaristas apoyadas en los postulados de Peter Singer han crecido bastante y basan sus campañas en mejorar las condiciones de esclavitud de los demás animales, y en difundir un veganismo capitalista basado en el consumo, la salud y el ecologismo.

2010, con una nueva internet de redes sociales naciendo, aparece un nuevo tipo de activismo, inspirado por un discurso muy potente que se viralizó en muchísimos idiomas “The Best Speech You Will Ever Hear”, entra en escena el misántropo Gary Yourofsky. Un activista que usa un lenguaje extremadamente violento para comunicar el veganismo en redes, llegando a promover la violación, el racismo, el capacitismo y un fuerte sentimiento anti-palestino e islamófobo. (1) (2)

“The Best Speech You Will Ever Hear”, realizado en una universidad de Estados Unidos, tuvo gran impacto en Israel y fue el impulso necesario para todo el plan de veganwashing israelí que contribuiría a despolitizar aún más el movimiento. La imagen de Israel había recibido un fuerte golpe en los 2000 con el asesinato de Muhammad al-Durrah, así que se inició todo un plan de lavado de imagen a nivel global que más adelante incluiría el veganismo. Hablar de otras cosas que no sea la situación de los demás animales, como comprenderemos, no es algo que le viniera bien a un estado racista, colonial y genocida, que necesitaba mostrar al mundo lo avanzado que era su país, así nace la precursora israelí de todos los grupos animalistas que vendrían después y seguirían el mismo estilo al separar los derechos de los animales no humanos de los humanos – incluso con prácticas terribles como son la violencia hacia las mujeres en el activismo, jerarquías raciales, supremacismo blanco en las estructuras de poder y la defensa de la ocupación israelí -: nace 269Life.

Gracias a todo esto y al auge de las redes sociales, aparecen las nuevas formas de activismo, la mayoría basadas en el abolicionismo de Francione, que usan una manera muy especifica de difundir el veganismo: Algunos ejemplos son Direct Action Everywhereque funciona casi como un culto y tiene una fuerte estructura jerárquica – y probablemente una de las más conocidas a nivel global, Anonymous for the Voiceless liderada por el turbio Paul Bashir, que además de compartir la foto de un líder fascista y colaborador sionista en su Facebook – Bachir Gemayel – , algunas pruebas apuntarían a una posible conexión entre el inicio de esta organización y Gary Yourofski.

Todas estas organizaciones tienen algo en común: La viralización como motor principal de activismo, siempre dentro de la legalidad y el pacifismo. ¿Qué queda fuera? La crítica estructural al capitalismo, la radicalidad, la acción directa y, sobretodo, la interseccionalidad.

Son colectivos muy jerárquicos, casi siempre liderados por tipos blancos que dejan claro que en sus organizaciones no caben otras luchas más que la de los derechos de los demás animales (algunos de estos tipos tienen graves acusaciones detrás, qué casualidad), todo el mundo que defienda y acepte eso, es bienvenido. La “despolitización” total. Se abre de par en par la puerta para que entren todo tipo opresores dentro del movimiento, un movimiento que recordemos está formado en su mayoría por mujeres. Esto supondrá con los años una gran desmovilización de gente que se siente incomoda dentro de estos grupos por esa falta de interseccionalidad. El veganismo mainstream desactivando la Liberación Animal.

Esto sigue pasando hoy día porque son grupos que manejan bien sus estrategias, comunicación y la propaganda en sus perfiles, esconden muy bien la basura bajo la alfombra. Las redes sociales casan muy bien con ese activismo, han contribuido a propagar ese mensaje y a que se funden grupos por todo el mundo y mucha gente siga sumándose a estos sin saber todo lo que hay detrás. Todo el mensaje del veganismo se ha difuminado tanto que puedes ver incluso gente orbitar estos grupos y movimientos anarcoveganos a la vez. Aún incluso cuando estos grupos no mencionan las acciones directas o la liberación de animales que hacen los segundos, como si no existiera otro movimiento más que el suyo, pero sí usan el – ya convertido en eslogan – “Liberación Animal” para algo que ya poco tiene que ver con sus orígenes. El trabajo de “despolitización” está hecho, el movimiento es un hervidero de gente “apolítica” que convive con racistas, machistas, homófobos, clasistas y fascistas.

Incluso el discurso ha saltado desde estas organizaciones a activistas independientes, individualidades e influencers – por mucho que nieguen serlo – que no dudan en difundir un mensaje anti-interseccional a sus miles y miles de seguidores en redes con un gran ego de por medio y culto a la personalidad.

Un ejemplo, es recurrente ver algunas acciones directas de grupos de antiespecistas interseccionales muy contundentes contra las corporaciones que se lucran con el asesinato de millones, desde quema de camiones de empresas distribuidoras o de transporte hasta bloqueos de mataderos. Hechos históricos dentro del movimiento y acciones directas que causan daños reales a la industria. Pues bien, no verás estas noticias en las redes de estos colectivos o influencers mainstream.

No es para nada casualidad que algunos de estos grupos e influencers más conocidos estén rescatando a Gary Yourofsky precisamente ahora en estos tiempos de genocidio brutal del pueblo palestino, siguiendo con la estrategia de veganwashing. Como pudo verse en el estado español, por ejemplo, con el influencer Xavi Animal.

Reivindicando la Liberación Total

En esos grupos escucharás eso de que “La interseccionalidad es el cáncer del veganismo” mientras el consumo de animales no para de subir y el movimiento se desactiva día a día y deja afuera a un montón de disidencias que, como es lógico, no se sienten seguras habitando esos espacios. Haciendo bandera de su pobre análisis político y falta de conocimiento histórico, traicionan los orígenes de este movimiento por la justicia total renegando de las demás luchas, aún cuando siempre estuvieron presentes en la liberación animal. Pregúntate esto, ¿quién no querría que su movimiento fuera antifascista y antirracista?

Se escudan en que a la inversa nunca se presta atención a la interseccionalidad cuando se trata de especismo, y quizás tienen razón en esto, pero es trabajo nuestro confrontar y cambiar eso dentro de los espacios que luchan por un mundo más justo, no unirnos con fascistas y racistas para construir no se muy bien que tipo de mundo. Creo que una bandera de Liberación Animal presente en toda lucha justa, sin esperar nada a cambio, tiene un poder que todavía no hemos explorado del todo. Entendemos y apoyamos la emancipación humana, porque sus opresiones también nos atraviesan, pero dejamos presente que los demás animales también son clase trabajadora. Dejamos claro que nunca buscamos un lugar mejor dentro de una jerarquía injusta, buscamos destruir la jerarquía.

No nos dejemos engañar más, los demás animales no están mejor desde que esa banda de supremacistas blancos tomaron las riendas del veganismo, la lucha por la liberación animal es una lucha por la justicia total. Desde 1960, cuando diversos anarquistas entendieron que la lucha por la emancipación del humano pasa necesariamente por una liberación de la tierra y del animal (humano y no humano). Algo que siempre han entendido los pueblos originarios, por cierto.

Las líneas de acción siguen estando ahí, en la sombra: Diferentes grupos de veganas anarquistas, el ALF, grupos de difusión, individualidades. Pero además, siempre hay y ha habido referentes teóriques que sí entienden como funciona el mundo y las opresiones. Me gustaría acabar este texto recomendando a personas que entienden que la interseccionalidad es clave y que los demás animales también dependen de esto, más allá de si son personas que se consideran anarquistas o no, como es Aph Ko y su teoría de la animalidad, Catia Faria y su educación antiespecista, Christopher Sebastian, Ahlam Tarayra de Vegan in Palestine, la nutricionista iraní Dr.Leila, Laura Fernández y sus mundos más animales, Carol J. Adams, el mítico Roger Yates o FulaniVegan desde Guinea. Todas estas personas, y muchas más, habitan espacios antifascistas, antirracistas y de justicia social (lugares donde la liberación animal tendría que estar presente siempre) y tienen análisis donde realmente comprenden el sistema capitalista en el que vivimos y desafían sus lógicas constantemente. Si queremos tener referentes, estas son mucho mejores que todo el puñado de hombres blancos que han tratado de decirte que es y que no es liberación animal y que debe entrar y que no en el movimiento.

Debemos recuperar el concepto de Liberación Total. Debemos volver a comprender como funcionan y nos atraviesan las diferentes opresiones en este mundo tardo-colonial en el que el supremacismo blanco todavía está vigente. Politicemos de nuevo el movimiento y volvamos a proveerlo de las herramientas legitimas que dispone. Es urgente, los demás animales no pueden esperar más. La confrontación es y será necesaria porque el antiespecismo es una lucha que no tiene nada que defender, sino todo por conquistar.

 
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from Komunikilo

Hace unos días comentaba que estaba acabando el libro sobre comunicaciones libres. Pues bien, al final se presentará en agosto y ahora ya tiene cubierta y licencia.

La cubierta

Portada

No me decidía con el color y acabé haciendo una encuesta. Para mi sorpresa, votaron 169 personitas y hubieron varios comentarios. ¡Gracias, fedinautas!

Hay quien prefería el gris por contraste o destacar la flechita. Este color obtuvo el 24% de los votos. El rojo, en general, se percibió peligrosillo pero obtuvo mejor puntuación que el gris, 33%. Y ganó el azul con el 42% de los votos, sobre todo con el argumento que era el más equilibrado de los tres.

Versiones de la portada con el laberinto en diferente color

Como al parecer Write Freely, la herramienta de este blog, no traslada las descripciones de las imágenes al Fediverso, aquí la dejo: imagen apaisada con tres versiones de la portada del libro “Comunicación y cultura libre”. Fondo negro y letras blancas. Arriba, el título en mayúsculas y abajo, en minúsculas, el nombre de la autora. En el centro, un laberinto cuadrado con una flecha sin rabito indicando la entrada. En la primera versión el laberinto es gris y en la segunda, azul (ambos con la flecha roja). En la tercera versión, el laberinto es rojo y la flecha azul.

Contraportada

Si no hay cambios de última hora, el texto de la contraportada será el siguiente:

La cultura libre es un paradigma que engloba conceptos, herramientas y prácticas que fomentan compartir y mejorar el conocimiento humano.

Este libro propone una comunicación bajo un prisma de cultura libre para alentar la descentralización del poder, la igualdad de oportunidades, el respeto, la transparencia y la colaboración. En estas páginas se aborda el contexto digital, se proponen fundamentos conceptuales y prácticos, se reflexiona sobre la digitalización organizativa y se traza un itinerario para comunicar proyectos bajo un paradigma de cultura libre: desde que tenemos una idea hasta que la difundimos. Además, se exponen algunas metodologías y ejemplos para facilitar la transición hacia una cultura libre comunicativa. Al final del libro, encontraremos referencias, un glosario de términos y un cuadro de programas informáticos para conocer herramientas libres de uso común.

Licencia

Durante mucho tiempo he usado licencias Creative Commons pero hay prácticas y direcciones de esa entidad que me crean rechazo, especialmente que usen software privativo tan alegremente y que se suban al carro de las interferencias artificiales. Por eso, cada vez más uso la licencia Art Libre, una licencia recíproca o copyleft que es compatible con la CC BY-SA. Este libro tendrá la Art Libre en su actual versión, la 1.3.

Licencia Art Libre

Presentación

La primera presentación del libro se hará en el encuentro Sobremesa y, si no hay cambios, se realizará el miércoles 20 de agosto de 12h a 13h en el espacio de Comunicación. Si sus animáis, os espero en Soria :)

Encuentro Sobremesa 2025

Licencia de esta publicación

Cubierta, licencia y presentación 2025 por komunikilo.org bajo Licencia Art Libre LAL 1.3

Redacción y diseño: @titi@bcn.fedi.cat

 
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