Especismo frente al espejo.
Por Liebre
«Pero cuando un hombre sospecha que algo anda mal, a veces sucede que, si ya está involucrado en el asunto, inconscientemente se esfuerza por encubrir sus sospechas incluso ante sí mismo. Y aconteció algo muy parecido conmigo. No dije nada, y traté de no pensar nada.» – Herman Melville, Moby‑Dick
Foto: Una cerda liberada tocando con el hocico a su hijx pequeño.
Cada día tengo más claro que la visión que tiene una persona del antiespecismo dice mucho más de esa persona que del antiespecismo.
En los tiempos que estamos viviendo, llenos de inseguridad social debido al auge de la extrema derecha a nivel global y siendo testigos de cómo la carta de los derechos humanos y la ley internacional no han servido nada más que para gastar papel, me sorprende que la mayoría de las personas que apuesta por una sociedad más justa e igualitaria siga sin ver la conexión entre las violencias. Distintas violencias que podrían simplificarse en una: la violencia hacía quien situamos por debajo.
Haciendo un análisis, sin la necesidad de profundizar demasiado, se podría ver claramente que hay alianzas entre todos los cuerpos que compartimos las posiciones inferiores de la jerarquía. Pero, por alguna razón, los distintos grupos sociales suelen centrarse en las diferencias que pueda haber entre ellos para seguir justificando y aumentando la desigualdad y asentar, más aún si cabe, la jerarquía. Tenemos a los diferentes grupos que comparten más de lo que les diferencia, compitiendo en lo que vienen siendo unas olimpiadas de la opresión para ver quién sufre más y para ver quién se lleva la medalla de oro a la causa más justa o importante.
Las dinámicas de poder funcionan de igual manera, la forma de ejecutarlas es la misma y hasta a la hora de poner excusas todas siguen el mismo patrón. En otras palabras, si se refuerza la mentalidad jerárquica, no se está desmantelando nada.
En este texto quiero centrarme en la parte de las excusas, se podría desarrollar mucho más sobre el tema y añadir muchísimas más, pero voy a intentar centrarme en las dos que últimamente me han llamado la atención.
“Hay cosas más importantes”
Esta es una de mis favoritas, sin duda. Creo que quien utiliza esta excusa tiene una perspectiva social bastante obtusa y egocéntrica. Nadie te dice que dejes de preocuparte por nada de lo que te preocupabas antes. Pero ante esa excusa, ¿quién ha decidido lo que es importante? Nada más y nada menos que quien la utiliza, basado todo en vivencias personales o en la validación de su entorno. Con esa excusa no solo jerarquizan luchas, si no que se desprenden de responsabilidades sociales. Un clásico.
Es mucho más cómodo señalar las violencias de otros, de ahí lo que es “importante”, que hacer autocrítica y lidiar con tu verdadero yo (y cambiarlo), y no con esa persona justa y ejemplar que todo el mundo tiene como concepto de sí mismo (sí, incluido Trump); solemos tener normalizadas las violencias en las que participamos y no las vemos como tal, por muy explícitas que sean, como poner un trozo de animal en tu plato. Las violencias y opresiones que ejercemos y en las que participamos nunca nos van a parecer importantes, de ahí el problema. Para todo opresor siempre hay cosas más importantes que hacer que reflexionar sobre su sistema de creencias ¿O acaso hay gente que cree que un colono que está en las fuerzas de ocupación sionistas no considera que haya problemas en su vida más importantes que reflexionar sobre el genocidio que está llevando a cabo? Si se normaliza una violencia, nunca será percibida por los demás como tal, salvo por quien la sufra. Por lo que antes de usar esa excusa para no reflexionar, plantéate si no estás jerarquizando luchas y de esta manera siendo parte del problema con el que quieres acabar.
“Yo es que no tengo esa sensibilidad”
Aludir a la sensibilidad para tomar posición y ser coherente con ella me parece delirante, de mal gusto y peligroso, además de estar envuelto en un tufo machista y homofóbico.
Para empezar, el hecho de relacionar ciertos posicionamientos sociales, especialmente los relacionados más allá de lo humano, con la sensibilidad es machista y homofóbico porque se rige por la dicotomía razón/emoción por la cual se ve al hombre como ser que se rige por la razón y a la mujer como ser emocional que se deja llevar por las emociones e incapaz de controlarlas. Como si eso que llama “sensibilidad”, que no es otra cosa que empatía por toda la vida, no se entrenase al igual que la indiferencia. Los hombres que quieren encajar en el estereotipo de macho no es que no tengan empatía, sino que se han enfocado únicamente en entrenar la indiferencia porque se les ha premiado por ello. Y ¿cómo se premia a un hombre por ser indiferente? entre otras cosas, tomándolo como ejemplo de conducta varonil. En otras palabras: poniéndolo en una posición ejemplar y superior en la jerarquía del sistema social actual. Para ser validado socialmente como hombre debes mostrar frialdad, falta de emociones y que la violencia te sea indiferente. Con este cóctel ideológico ¿Qué podría salir mal?.
Aludir a la sensibilidad es de mal gusto porque da a entender que tiene que ser la institución legal la que te dicte lo que está bien y lo que está mal, ya que parece que, como sujetos, somos incapaces de juzgar por nosotres mismes una situación y lo que nos queda es actuar acorde con la ley, como si las leyes fuesen justas y no respondiesen a unos intereses de clase, género, raza, capacidades y especie. Es de mal gusto porque da a entender que es algo personal y que, si las leyes te permiten ejercer esa violencia, es porque no hay nada que cuestionar.
Y es delirante porque sigue echando balones fuera sobre la responsabilidad social que todes tenemos de un modo que se escapa de la lógica. Que una persona no tenga cierta “sensibilidad” sobre una situación social en concreto no le otorga una carta blanca para poder ejercer violencia contra quienes estén dentro de esa situación sin despeinarse. Sería muy delirante oír a un genocida excusarse en su falta de sensibilidad para evitar responsabilidades y consecuencias sobre sus actos.
El opresor, quién está en una situación de privilegio con respecto al oprimido, nunca va a darle prioridad a revisar su violencia. En todos los casos de opresión, en todos, sin excepción, quien ejerce y tiene normalizada una violencia siempre va a encontrar cosas más importantes por las que preocuparse que dejar de participar en esa violencia y opresión, especialmente si las leyes e instituciones le dan todas las facilidades para que así sea. Solo hay que pensar en cualquier avance social y revisar los debates sociales que había acerca de ese grupo antes de que la sociedad avanzase y se diese por sentado o como lógico.
EL Barrizal – Textos por la Liberación Animal y Pluriversal