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from GRUZOFA

Voglio Vivere

Voglio vivere D'intensità Tra le stanze Del Maschio Angioino Volteggiando Una Tammurriata

Voglio Trasmettere Quello stupore Alla vista Dell'Alcazar Di Granada

Poi voglio il Sole Della Valle Dei Templi La Rosa E il mare Di Tunisi

A Marsiglia Voglio aprire Il mio cuore Tra le braccia Dell'Antico Porto

Poi voglio la Morte Ma prima, Tornare A Casa:

Che il Castello E i Trabocchi Possan Perdonare Questa Vita Spregiudicata!

 
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from Es Mur i Sa Menta

El 12 de maig de 2023 vam fer la nostra primera visita a un planter. I no a un planter qualsevol, a l'històric i irredempt Can Malalt.*

Primera compra a Can Malalt. Maig de 2023 Primera compra a Can Malalt. Maig de 2023

Quan vaig accedir per primer cop a aquesta casa pagesa, violentament encaixonada per l'autopista, vaig sentir que havia arribat tard. Sempre empatitzo amb el dolor que porten dins molts eivissencs i eivissenques, però soc conscient que com a foraster que va arribar quan el paradís ja estava quasi destrossat, hi ha una part de la història recent de l'illa que no he viscut ni patit en pell pròpia. Entrar a Can Malalt a comprar vegetals em connecta amb aquesta lluita que m'he fet meva des de 2014, i em fa sentir una mica més eivissenc del que ja em sento gràcies a totes les persones amb les quals convisc cada dia. I una mica més pagès, també, en tots i cadascun dels sentits de la paraula. La vida a Eivissa continua i continuarà obrint-se camí, malgrat els sàdics estadistes que atempten contra ella, mentre quedin eivissencs com en Toni Malalt.

Malalt és un referent de compromís i dignitat. Amics i amigues de la política i l'activisme, de diferents generacions, ens n'havien parlat d'ell amb admiració i estima. Sempre l'havíem vist en concentracions i actes sense establir-hi contacte, però és ara, rebent els seus consells sobre el marc de plantació dels cogombres, quan se'ns fa patent la dimensió d'aquest senyor que amaga experiències extraordinàries sota una aparença tan senzilla. Tot un símbol d'una Eivissa que encara és possible, si lluitem.

 Toni Malalt. Foto Eivissa Sabors. Toni Malalt. Foto Eivissa Sabors.

'*' Qui vulgui context històric i detalls pot consultar les diverses hemeroteques o llegir «La cicatriz. Ibiza: negro sobre verde» de Santiago Miró.

 
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from Es Mur i Sa Menta

Comparteixo alguna nota sobre el mes de maig. Aniré ampliant i fent entrades generals pels altres mesos i d'aquí a un any o més… quedaran els dotze mesos ben redactats i al glossari (o aquesta és la idea).

Deixar espigar algunes hortalisses és un plaer que segur que l'horta comercial no es pot permetre. Tot i així, en la nostra abundància d'autoconsum, m'encanta fer-ho, i no només per atreure més insectes i gaudir de les flors. Per qui no és pagès ni biòleg, és fascinant veure el cicle complet de plantes que només coneixes pel mercat. Però és que l'escarola...

Estat general de Es Mur Es Mur al maig

Escarola florida al maig Escarola florida al maig

Escarola florida al maig, detall Escarola florida al maig, detall

Més coses de maig. Ja ha sortit l'espàrrec. Sabeu com es planta? S'enterra una “garra” (les arrels tenen aquesta forma). Si tot va bé, ja li farem un article propi.

Espàrrec al maig Espàrrec al maig

Mentrestant, a Sa Menta ja hi hem tret les faves i els últims bròquils. El coriandre comença a assecar les llavors. A finals de maig les recollim per guardar-les com especia.

Sa Menta al maig Sa Menta al maig

I bé, per no saturar de fotos, aquesta és la llista de la collita.

Al maig collim:

  • All
  • Carbassó (primers)
  • Carxofes (últimes)
  • Ceba
  • Cogombre
  • Kale
  • Lombarda (últimes)
  • Lletugues variades
  • Maduixes
  • Mongeta verda (primeres)
  • Nap
  • Pastanaga
  • Porro
  • Pèsols i tirabecs (últims)
  • Ravenets
  • Rúcula
  • Tomàquets variats (primers)

Ni tant mal no?

 
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from olimobu

Quiero expandir el artículo anterior ¿Qué pasa, IA? con algunas cuestiones que considero que van a funcionar mejor en su propia línea argumental.

Seguro que recordáis lo que se dijo hace unos años en vísperas de Navidad: “como hay que ahorrar, vamos a cambiar la iluminación a la tecnología led”. ¡Parecía que tenía todo el sentido! ¿A que sí? Una tecnología más eficiente y menos contaminante... ¡Todo ventajas! Pero... ¿Qué pasó a continuación? Los municipios se volcaron en la titánica tarea de poner más luces que nadie y de adelantar la fecha de encendido para ser los primeros. Estamos hablando de un gasto de las arcas públicas que, en algunos casos, supera ya los 10€ por habitante, lo que supone un auténtico derroche. Así es como, contra la posible lógica inicial, la rebaja de los costes puede impulsar los requerimientos de un producto o servicio para, siendo claramente más barato, acabar engrosando una factura igual o mayor. Y claro, no me refiero solo al coste monetario, sino al energético y, me gustaría incidir, sobre todo, en el ecológico. A mi queja se podría replicar, “bueno, 12 millones de luces led contaminan menos que 12 millones de bombillas incandescentes”. Pero lo importante es: ¿Alguna vez fueron necesarias 12 millones de luces extras en una ciudad por una festividad? Y ¿Existe un argumento cabal para incrementar su número más allá del irresponsable “podemos, luego lo hacemos”?

Aunque pueda no parecerlo, toda esta disquisición sobre las luces de Navidad tiene mucho que ver con el tema que nos atañe. Veámoslo en detalle.

El principio “podemos, luego lo hacemos” es el que rige el pensamiento tecnolófilo. Cualquier posible problema ya se intentará arreglar luego, y, en caso de no ser posible, se maquillará tanto como se pueda y será justificado una y mil veces como parte indispensable de una carrera imparable hacia el futuro. Si estás en contra, se te señalará públicamente como un enemigo del progreso, un ludita. ¿Qué eran los luditas, unos salvajes que querían volver a las cavernas? Te sorprenderá saber que era solo una pobre gente que se estaba defendiendo de una agresión a nivel vital. ¿Qué pasó? Los capitalistas de la Inglaterra decimonónica destruyeron el trabajo de estos artesanos, expertos en el uso de herramientas para realizar los mejores productos a un precio razonable, devaluando su trabajo al introducir maquinaria que podía ser usada por cualquiera (incluso por niños) con un nivel de producción abrumador. Los luditas no estaban en contra de ninguna herramienta que les sirviera para mejorar la calidad de su trabajo o sus tiempos de entrega; estaban en contra de que se les arrebatara su forma de vida sin ninguna alternativa digna. Y es por eso, por lo que decidieron atentar contra la maquinaria deshumanizante de los capitalistas.

Pocas décadas separan a los primeros luditas de la irrupción de la fotografía. Es muy usual escuchar el siguiente argumento tecnolófilo: “al igual que la fotografía no sustituyó a los pintores, ninguna nueva tecnología sustituirá el trabajo artístico; solo lo potenciará”. Al margen de que es una falacia decir que como algo no pasó una vez, jamás pasará... ¿La IA generativa es como la cámara de fotos? Claramente, no. Es cierto que hay algunos paralelismos: la herramienta permitía a un reducido costo, obtener rápidamente una representación visual de un trozo de realidad. Pero no sustituía el proceso artístico. De hecho, desde el principio, los primeros fotógrafos se esforzaron mucho por realizar un trabajo equivalente al de los pintores; trabajando la composición, luces, colores... con un propósito emocional y reflexivo. Es cierto que la irrupción de esta herramienta dio lugar a ciertas tensiones, pero los que usaban la cámara de fotos encontraron su lugar como artistas y los que usaban las herramientas más tradicionales encontraron nuevas formas de expresión, más allá del mero figurativismo. Por contra, la IA generativa actual no es una herramienta artística, sino una suplantadora de la actividad artística.

La reciente popularización de la IA no es en forma alguna una mejora técnica concreta. Es una maniobra capitalista que se ha hecho posible gracias a mejoras técnicas, la mayoría de las cuales han nacido de la investigación o inversión públicas, para acabar luego siendo sistemáticamente privatizadas. ¿Tiene algún sentido que cualquiera pueda creer ser pintor, compositor o escritor y que nadie pueda, realmente (no al menos sin un colchón socio-económico fuerte), dedicarse a ello? Y digo creer porque, como dije en el artículo anterior, la IA no reproduce ni ayuda a reproducir ningún tipo de actividad que pueda considerarse 'inteligente' ni 'artística'. Se limita a exportar un resultado, que funciona como producto. No es casualidad que, al igual que ocurrió en la Revolución Industrial, se vuelva a echar mano de niños y adolescentes. Por supuesto, en esta ocasión no tienen que desplazarse para lidiar con un ambiente desagradable, trato degradante y sueldo mísero. No, pero “lo hacen porque pueden y como pueden lo hacen”, conducta reforzada además de forma gregaria bajo el razonamiento “como todos lo hacen, yo también lo hago”. Se les da una fantasía, y se conforman con ella, para mayor beneficio de los capitalistas y desgracia de los trabajadores artísticos. Incluso cuando no es de tipo generativo, el uso de IA se usa masivamente por los jóvenes y no tan jóvenes para recibir meras fantasías: la apariencia de que “has hecho” un trabajo escrito, la creencia de que “tienes un amigo”, etc. Es el triunfo de la posverdad. De hecho, se sabe que las IAs tienden reproducir desigualdades estructurales, al mismo tiempo que producen contenido sesgado, que incluso, tiende a respaldar teorías conspirativas.

No niego la posibilidad de que la capacidad que tiene esta maquinaria de sacar un resultado más o menos coherente a partir de elementos dispares pueda ser usada por humanos de una forma “artísticamente dirigida”. Pero la pregunta vuelve a ser, ¿Vale realmente la pena, tal y como está todo montado? Si habláramos de una tecnología pública, al servicio de necesidades justas y entrenada con el permiso de los artistas, podría darse un debate fructífero. Pero en la actual situación, plantear esto solo puede funcionar como un caballo de Troya.

Por otra parte, la tecnología tras la mal llamada IA creo que tiene realmente mucho sentido, si la usamos para procesar ingentes cantidades de datos en el contexto de investigaciones científicas públicas, abiertas y justas. Hace muchos años que se viene trabajando este enfoque, antes de su reciente y artificial popularización. ¡Encontrar exoplanetas! ¡Descifrar genomas! ¡Analizar patrones climáticos! Sin embargo, la desinversión pública unida al poderío económico de los capitalistas hace que la inmensa mayoría de las veces se acabe usando hardware y software privativo, lo que hace que no se puedan evaluar adecuadamente los nuevos modelos y técnicas en términos de solidez, sesgo y seguridad. Cada vez es más complicado saber qué resultados son fiables y cuáles no, lo que contribuye a una situación de farragosa posverdad. Así pues, vemos que los capitalistas no solo están degradando a las artes, también a las ciencias (en definitiva, al ser humano y a la naturaleza entera). Y es que el conocimiento para ellos nunca fue importante, si no es porque sea monetizable. Nada importa, más que asegurar el crecimiento exponencial de sus ganancias.

Como en el ejemplo de las luces de Navidad, con la irrupción de la IA podemos ver también como la rebaja de los costes puede impulsar los requerimientos de los productos y servicios, haciendo que se devalúe por completo el trabajo de quien no aporte un volumen y velocidad ajustadas a ello, pero, al mismo tiempo, pudiendo incluso incrementar la factura final. Se trata de la paradoja de Jevons. Este economista inglés decimonónico se fijó en el hecho de que las mejoras en la eficiencia de la primera máquina de vapor hicieron que el consumo de carbón se disparara en lugar de contenerse. Relacionado con esta paradoja, a finales del siglo XX nació el postulado Khazzoom-Brookes, en el que estos dos economistas ingleses argumentaron que los intentos de reducir el consumo de energía aumentando la eficiencia energética simplemente aumentarían el consumo energético de la economía en su conjunto. Algo que se ha demostrado empíricamente. ¡Es muy sencillo! Como la IA nos permite producir más cantidad y a más velocidad, las compañías producen más y más simplemente porque pueden, caiga quien caiga, mientras sea físicamente posible. Y tienen la desfachatez de hablar aún de incrementar la eficiencia para “salvar el planeta”. ¡Cada vez proyectos más grandes e inabarcables! ¿A qué costo y... hasta cuándo?

Literalmente, hasta que todo colapse. Por imposibilidad física, ya que incluso la IA puede llegar a tener una relación coste-beneficio negativa para las compañías que la ofertan. La mentalidad del crecimiento perpetuo, propia de los capitalistas no es compatible con un planeta finito ni con las restrictivas leyes físicas de nuestro universo. Toda pretensión científica en sus premisas económicas es pura fachada. Hay cosas que simplemente no son posibles de hacer, o no en los términos deseados. ¿Deseados por quién? Por los capitalistas, deseos además asumidos como propios por una sociedad alienada hasta sus cimientos. Mientras, la mayoría de los gobiernos, simplemente ceden los servicios de almacenamiento digital, inteligencia artificial o ciberseguridad a los magnates tecnológicos, lo que mina aún más las democracias.

Por más que los departamentos de márketin de las grandes tecnológicas nos hablen de eficiencia, la realidad es que los sistemas de IA están consumiendo a día de hoy más energía y agua que cualquier otro sistema de computación existente (incluyendo el famoso Bitcoin). Una consulta sencilla, de media, va a consumir el triple de energía en un sistema basado en IA de texto que en un buscador algorítmico tradicional. Si hablamos de IA de imagen, audio, o peor, vídeo; el consumo se dispara de forma absolutamente demencial. ¿Estamos dispuestos a asumir ese costo? Pareciera que si, vista la adopción que están teniendo estos sistemas. Pero realmente, creo que la gente no está siendo consciente de lo que implica a todos los niveles. Y no deberíamos esperar a que sea demasiado tarde. Nos va la vida en ello.

 
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from olimobu

Hoy me apetece escribir en el blog sobre una conversación que he tenido. Una conversación con otra inteligencia humana.

“¡Guau! Los 'youtubers' han hecho viral una IA generativa de música, todo el mundo la está usando y ahora salen cosas a muy alta calidad...”

¡Se lo estás contando a un músico y no hueles el daño...!

Los ingenieros y los influenciados por ese tipo de mentalidad suelen ver en estos casos a los artistas como auténticos cortarrollos porque este tipo de mentalidad tiende a estar enfocada hacia el avance tecnológico acrítico para la resolución de supuestos problemas sobre los que probablemente no se ha meditado lo suficiente. ¿Qué ocurre entonces cuando un avance tecnológico es impulsado por las élites para reducir costes y ordeñar inversores a toda costa? Surgen las justificaciones más torticeras: “es una herramienta para iterar más rápido, agilizando la comunicación y potenciando la creatividad”. Por supuesto, no es más que la repetición acrítica de una idea salida de los departamentos de márquetin de las empresas tecnológicas, diseminadas luego por los llamados 'influencers' en las redes sociales privativas, siempre preparados para construir y expandir la próxima moda.

El uso de la palabra 'herramienta' suele invocarse en estos casos como término neutro. Pero como dice Adrián Almazán en su magnífico libro “Técnica y tecnología: cómo conversar con un tecnolófilo”, despojar a la herramienta de su contexto es algo absolutamente artificial. Una tecnología no es buena si su ideación y creación no parten de principios moralmente justos; no es algo que dependa en exclusiva de su uso. Por supuesto, el uso puede suavizar o empeorar la concepción original, pero en lo que quiero incidir aquí es que no darle peso moral a la etapa inicial, equivale a justificar por sistema a los magnates tecnológicos, tal como si se tratara de sacerdotes incontestables de un credo tecnolófilo. Y, por analogía con la religión cristiana (culturalmente muy arraigada en occidente), la posible culpa por daños recae en los usuarios, pecadores. Esto es algo realmente muy ponzoñoso.

¿Iterar más rápido? ¿Realmente queremos iterar más rápido? Los tiempos de producción son ya extremadamente cortos, enfocado como está todo a la reducción de costes. La creatividad tiene que ver con la expresión espontánea por un lado, pero también con la reflexión. ¡Literalmente la IA no tiene nada que ver con ninguna de ambas facetas! De hecho, el propio nombre es un fraude, ya que no realiza ningún proceso que pueda llamarse seriamente 'inteligente'. Se trata de una maquinaria que escupe copias de obras humanas anteriores sometidas a procesos de mezcla y aleatorización controlada. El resultado puede resultar agradable e incluso interesante, pero no tiene nada que ver con el arte porque no hay ningún proceso artístico. No estoy hablando de una diferencia cuantitativa respecto al proceso humano (que haga mejor o peor algo), sino cualitativa, esencial. ¿Cuál es el problema entonces, si de mis palabras puede deducirse que la máquina no sustituye la actividad artística? La máquina, por métodos diferentes, es capaz de aportar productos funcionales, cuyo único sentido es crecer exponencialmente y ser consumidos masivamente en un contexto capitalista. El único 'problema' que está solucionando es eliminar el escollo artístico (como se han eliminado otros escollos) para maximizar las ganancias de los magnates tecnológicos. Es una guerra contra la vida, iniciada por gente que se sienten como dioses.

Además, la gente usa estas herramientas sin reparar en que cuanto mas se use y mas se popularice, en mejores condiciones estará de directamente sustituir trabajo humano. No porque -como ya he comentado en el párrafo anterior- yo le esté atribuyendo ninguna capacidad artística a esta maquinaria, sino porque en el contexto capitalista actual se pretende de los trabajadores artísticos que funcionemos como maquinas, y, por supuesto, las maquinas hacen mejor el trabajo maquinal que nosotros. Es esta la pinza que se nos está haciendo a los artistas. ¡Necesitamos unirnos contra esto! Mucha gente está empezando a abrir los ojos, pero no lo suficiente; necesitamos más conciencia de clase. No podemos ganar mientras haya aún muchos artistas que antes que unirse en pos de un objetivo moral, prefieren incluso pagar por usar estas herramientas a cambio de un rédito económico vacuo que, en la inmensa mayoría de los casos, ni siquiera les saca de pobres.

He dejado para el final de este artículo el elefante en la habitación: toda esta cascada de inmundicia contra el trabajo artístico solo es posible gracias a que se está permitiendo el robo de obras artísticas por parte de los magnates tecnológicos. La maquinaria de la mal llamada 'inteligencia' artificial, está alimentada por este robo y su 'calidad' depende por completo de las obras contenidas en sus bases de datos y las interacciones que realizan sus usuarios, que están aportando su fuerza de trabajo gratis e incluso pagando. Se trata de un mecanismo extractivista salvaje que sería imposible si los Estados nos protegieran preventivamente de este tipo de incursiones y campañas empresariales contra la clase trabajadora. La política es el arte del equilibrio de intereses, y en el capitalismo, el interés de los capitalistas tiene más valor que el de las clases trabajadoras. Las leyes pues, cuando llegan, llegan tarde, y a menudo, con silencios atronadores. Es por eso, que hay que trabajar por la unión del pueblo, ya que solo si está realmente unido, no podrá ser vencido.

Por favor, no uses IA generativa y si conoces a alguien que la usa, discúteselo

[Este artículo tiene una continuación en ¿Qué haces, IA?]

 
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from Decires

✒️ Bajo tierra

El asbesto corre sobre los rieles que viajan sumergidos bajo el asfalto. Los cuerpos obreros respiran. Puede ser en Boedo, o en Constitución, tal vez en Retiro, seguro en Chacarita como jugarreta textual. Riesgo de exposición máximo. Se inhala, penetra en los pulmones, la pleura se engrosa, disnea, tos seca, el cáncer avanza. Los concesionarios, por si acaso, miran hacia otro lado. Buenos Aires se parece a Madrid, y no es sólo por la avenida de Mayo.

NdeA: En Buenos Aires, pleno año 2024, tenemos una serie de estaciones y coches del subterráneo porteño que contienen asbesto, producto éste cancerígeno que ha sido dejado de usar en casi todo el mundo. Los vagones contaminados fueron comprados al metro de Madrid, que los descartó. Las estaciones mencionadas son algunas de las más contaminadas. Chacarita es también el lugar en que se ubica el cementerio más importante de la ciudad. Las autoridades, tanto municipales, como del concesionario, miran para otro lado.

 
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from Decires

✒️ Hoja en blanco

Esa cálida noche de mediados de noviembre tuvo algo particular. Algo que si bien no me era ajeno, durante horas me hizo sentir ansioso, expectante, irresuelto. Ese algo era el papel en blanco. Lugar en el que he habitado más veces de lo que hubiera deseado. Sitio plagado de voces que me dicen, a veces susurrando, otras implorando y las más gritando: “vamos… despertate que no tengo toda una vida”. El papel como un lienzo virgen que espera la visita del artista, y que cuando lo debe recibir, se niega, también en voz alta. Probé varias opciones. La primera fue cambiar el color del papel, pensé que si en vez de ser blanco fuese de otro tono la cosa cambiaría, elegí uno amarillo. Lo mismo, nada. La siguiente opción fue intentar con un papel usado, busqué en los cajones, la cuenta del teléfono me pareció una buena opción, después de todo ese papel ya contaba con antecedentes. Nada. Pasaron por mi escritorio hojas de cartulina, rollos de papel de cocina, tela esmeril, cartones, hasta un pedazo de madera que había formado parte de una cajón. Nada. Intenté sobre la pared. Siguió siendo blanca. Me senté frente a la computadora, abrí un archivo nuevo, ni siquiera pude pasar del título. Decidí hacer unos mates. Después de todo, esto ya me había pasado. Quise llenar la pava con agua, no pude, de la canilla salió una gota solamente. Intenté prender el fuego de la hornalla, pero no encontré los fósforos. Busqué en los cajones. Nada, sólo algunas cucharas, dos cuchillos, tres tenedores y una caja de escarbadientes. Volví a mi escritorio, al intento del fluir de la tinta sobre el papel. Pasaron ya tres horas, desde las nueve hasta las doce. Ciento ochenta minutos de buscar el trazo, el primer trazo que corte el vacío. Preferí mirar por la ventana. Afuera la noche en casi silencio, solo algún que otro colectivo que no frena en el semáforo intermitente en amarillo. En la esquina dos jóvenes esperan vaya uno a saber qué. Sobre el vidrio del ventanal una mosca, del lado de afuera, buscando, pidiendo permiso para entrar a compartir este vacío. Mejor no, que siga su camino, no quiero animales en la casa. Necesito ideas, ese otro tipo de bestias que acompañan, que construyen, que destruyen. También quiero un mate. Vuelvo a la cocina con el papel en mi mano. En la heladera hay media botella de agua, el calefón tiene su llama azul, la hoja sigue en blanco. La enrollo, la acerco a la llama, se enciende, comienza a crepitar, la acerco a la hornalla, giro la perilla y la magia está hecha. Si mi vida fuera tan sencilla, si tan solo pudiera con una hoja de papel encontrar eso que busco; sí, claro, si así fuera dejaría de tomar mate.

 
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from Decires

✒️ Y, ¿cómo será morir?

Ese instante en que nos enfrentamos a la muerte, la miramos a la cara y le decimos: -¡Hoy no! Rajá para la puerta de al lado, que tengo cosas que hacer.

Esto, más o menos es lo que nos dice James Joyce, en su Ulises (en las palabras rioplatenses de su traductor Marcelo Zabaloy).

Resulta que esas palabras me llevaron a pensar sobre las muertes, la definitiva y las otras, esas muertes pequeñas, cotidianas. Esos instantes en que, poco a poco, perdemos algo de nuestro ser o, si se quiere ver de otro modo, quizás desde la vereda opuesta, sean situaciones en las que ganamos algo en nuestras vivencias, en la experiencia del transcurrir y atravesar esta realidad, la nuestra, la única que realmente es verdadera. Y me refiero a esa realidad única y propia, interior, porque considero que las otras también llamadas realidades, esas que llegan impuestas desde el entorno, no son realidades reales, sino extractos de vivencias creadas para el provecho de quienes se suelen aprovechar de las no vivencias de quienes dejan que les reemplacen la propia realidad por fantasías sistémicas.

Pequeñas muertes. Amigos que se alejan, humanidades con quienes perdemos el contacto; libertades que se quitan. Situaciones en las que nos exponemos y salimos lastimados, vacíos propios de la vida en sociedad; y hasta el amor con su petit mort que tanto nos fortalece en su explosión vital. Y luego, la definitiva. Esa de la que deseamos escapar, evitar, esquivar, eludir… pero que, puntualmente llega a su cita.

Te invito a un brevísimo viaje al mundo griego antiguo, para conocer lo que ellos pensaban del mundo de los muertos.
Supongamos que tenemos una máquina del tiempo y que podemos retroceder unos 2500 años, allá vamos…

Llegamos a Atenas, allí están sus habitantes reunidos en las polis. Para las personas que estamos viendo, el guardián del inframundo, el señor del reino bajo tierra, el rey de los muertos es Hades. Hades es una de las divinidades más poderosas de todo el panteón clásico, él cederá el poder solo ante su hermano Zeus. Debido a su papel de señor de los muertos, Hades rara vez abandona el inframundo para visitar la tierra, por lo que en escasas ocasiones se mezcla en los asuntos de los mortales. Podemos mencionar, como ejemplo de ésto, a Odiseo, a Orfeo o Eneas, héroes que tomaron la decisión de descender al reino de los muertos en sus viajes, y que son quienes involucran a Hades en las grandes sagas épicas de la literatura helénica.

Cuenta la mitología que Hades es hijo de Cronos y Rea. Cronos, temeroso de correr la suerte que él mismo había dispensado a su propio progenitor (recordemos que Cronos, hijo de Gea -la tierra- y Urano -el cielo- derrocó a su padre y gobernó durante la edad dorada), tomó la decisión de ir devorando a todos sus hijos a medida que éstos iban naciendo, de modo que ninguno de ellos pudiera desafiarle y arrebatarle el poder una vez llegado a la edad adulta. De esa manera el pequeño Hades fue engullido por su poderoso padre. Sin embargo, Zeus, otro de los hijos de Cronos y Rea, consiguió sobrevivir gracias a un engaño de su madre y al llegar a la edad adulta, desafió y derrotó a su padre, liberando a todos sus hermanos de las entrañas de éste. De este modo, Hades quedó libre y se unió a su hermano Zeus en su lucha contra los titanes para hacerse con el control del mundo, en la guerra conocida como la Titanomaquia. El dios Hades poseía un casco de invisibilidad que era un arma única, que le había forjado los cíclopes en las fraguas de las entrañas de la tierra. Oculto gracias a los poderes de este artefacto, logró infligir grandes daños a sus enemigos. Tras la victoria, Zeus decidió repartir el universo con dos de sus hermanos, eligió para sí mismo los cielos, mientras reservaba el gobierno de las aguas y los océanos a Poseidón.

A Hades le correspondió el mando sobre el mundo subterráneo, lugar al que se dirigían las almas de los mortales tras su muerte. De este modo, el dios Hades se convirtió en el señor del inframundo. Por otra parte, el término hades en la teología cristina, y en el Nuevo Testamento, es paralelo al hebreo sheol, que significa “tumba” o “pozo de suciedad” y alude a la morada de los muertos. El concepto cristiano de infierno se parece más al Tártaro griego, que es una parte profunda y sombría del Hades usada como mazmorra de tormento y sufrimiento. Para los griegos, los fallecidos entraban al inframundo cruzando el río Aqueronte, trasladados por Caronte, quien cobraba por el pasaje un óbolo, una pequeña moneda que ponían en la boca del difunto sus piadosos familiares. El otro lado del río era guardado por Cerbero, el perro de tres cabezas derrotado y domesticado para sí mismo por Heracles (o Hércules para los romanos). Más allá de Cerbero, las sombras de los difuntos entraban en la tierra de los muertos para ser juzgadas. Los pobres y aquellos que no tenían ni amigos ni familia se reunían durante cien años en la orilla cercana. Ya desde Grecia, los pobres sufren mirando lo que no pueden pagar, en este caso el ingreso a Hades. Esto es lo que creían los griegos y que tanto nos sigue maravillando e inspirando para escribir historias, hacer teatro y cine. Como me ha comentado una amiga actriz: “Ya está todo escrito, sólo nos queda copiar y recrear”. En eso estamos.

 
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from fragmentos etnográficos de la ciudad monstruo

Era un hombre joven pero muy desgastado. Estaba en los huesos, su ropa se veía sucia y llevaba en la mano un bolillo.

Así subió detrás de mí al microbús. Algo le dijo al conductor que le autorizó pasar sin pagar y dirigirse a los pasajeros. Una escena típica.

Eran las 6:40 de la tarde, el cansancio y el tedio a esa hora eran evidentes en la mayoría de nosotros. Y a pesar de la indiferencia generalizada, aquel joven alzó la voz y comenzó a declamar, rapear, susurrar... hablar para las demás.

De su boca salían palabras sobre la vida y la felicidad, palabras enunciadas desde una inmensa serenidad. Mientras echaba rimas, extendía su puño para saludarnos. Quienes respondían a su gesto eran correspondidos con un agradecimiento. yo sí junté mi puño con el suyo, era la forma en que nos hacia sonreír.

Avanzó por el pasillo del microbús y se detuvo con una señora, algo identificó en el derostro la mujer, porque comenzó a darle palabras de aliento durante varios minutos.

Pensé que en algún momento pediría dinero pero no lo hizo. El no había subido para pedir sino para compartirnos su pensar y su sentir.

 
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from Decires

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La coherencia del incoherente

El mataburros oficial, en su segunda acepción, nos dice que coherencia significa actitud lógica y consecuente con los principios que se profesan. También señala que su antónimo es, como todos sabemos, incoherencia.

Durante los últimos meses -estamos en marzo de 2024, en Argentina- he pensado bastante en estas dos palabras opuestas. Luego de rumiarlo lo suficiente (¿acaso es posible ponerle un punto final a esos pensamientos recurrentes?), concluyo en un interrogante que vuelve a activar algunos procesos de sinapsis en mi maltratado bocho: ¿Existe coherencia en los dichos y acciones de un incoherente?

Quizás con un ejemplo pueda resumir en algo esto que deseo expresar: Una persona X llega a un puesto de poder en base a promesas delirantes e incoherentes con respecto al sentido común. Obtiene ese cargo gracias al apoyo de una limitada mayoría que, según lo que se puede apreciar, se han dejado convencer (quizás descreídos de las ofertas de otros postores al ¿trabajo?) de que la única forma de mejorar es empeorando. El individuo obtiene el puesto mediante nuevas incoherencias ya que convoca a otros candidatos al ¿trabajo?, a quienes días antes defenestraba. Esas ¿personas? no se preocupan por ello ya que su ambición desmedida puede más que cualquier tipo de ética. Desde el día uno de su (indi)gestión se dedica a lanzar una incoherencia tras otra (recordemos que eso es lo único que sabe hacer). Se dice, se desdice, amenaza, agrede, censura y todo en nombre de la libertad (nueva incoherencia).

Es en este punto de mi planteo que nace la pregunta que inició este escrito: ¿Existe coherencia en los dichos y acciones de un incoherente? A mi modo de ver, la coherencia de este incoherente es total, ya que propone constantemente incoherencias que, en el fondo de su ser, conforman su espíritu y, por lo tanto su coherencia.

 
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from Decires

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Una historia de cuando no existía Markdown

Markdown es un lenguaje de marcado ligero, creado por John Gruber y Aaron Swartz, que trata de conseguir la máxima legibilidad y facilidad de publicación tanto en su forma de entrada como de salida, inspirándose en muchas convenciones existentes para marcar mensajes de correo electrónico usando texto plano. Así comienza la entrada correspondiente a markdown en Wikipedia.

Por mi parte, lo he descubierto no hace mucho y me parece un bella solución para la escritura y formateo sencillo de textos. Hace muuuchos años (allá por los 80s del siglo pasado) hacíamos algo parecido para el tipeo de libros que luego formateábamos en las primeras versiones de AldousPageMaker, en unas Macs de 1 mega de ram y doble disquetera (no teníamos discos rígidos). La cosa era que, al ser los programas copias y al no contar con diccionarios de corte silábico en castizo, utilizábamos una mini aplicación llamada Macsílabas. Esta solución se utilizaba mediante las acciones de copiar y pegar: Seleccionábamos en el archivo de Word una cantidad de texto (creo que el límite rondaba los 10.000 caracteres, pero no lo puedo asegurar), la copiábamos y la pegábamos en Macsílabas. Éste insertaba guiones invisibles entre las sílabas (de esos que sólo aparecen cuando se llega al final de una línea de texto). Esta acción destruía todo lo que se hubiese agregado como formato durante el tipeo (itálicas, negritas, versalitas, etc) ya que trabajaba con texto plano. El paso siguiente era realizar el camino inverso (copiar en Macsílabas y pegar en Word). Ahora bien, una vez que importábamos el texto en el programa de edición, teníamos que recorrer todo el texto y agregar lo que hiciese falta en cuanto a formato. ¡Era un embole! Uno de nuestros compañeros (matemático de alma) resolvió el problema utilizando un paso intermedio, luego de que el texto estuviese silabeado, lo hizo con una rutina en Nisus, que era, si mal no recuerdo un programa para manejar bases de datos. La cosa funcionaba del siguiente modo: durante el tipeo se agregaban caracteres especiales antes y después de las palabras que se debían formatear diferente al estilo normal. Recuerdo que usábamos @palabra@ y eso luego se convertía en itálica en Nisus.

Bueno, eso es algo que, bellamente, resuelve Markdown. ¡Haberlo tenido en aquellos tiempos!

Para este blog lo utilizo. Por ejemplo, para escribir una palabra en itálica utilizo un asterisco antes y después de ella y ¡voilá! Es más, esta entrada la estoy escribiendo en una aplicación de notas en mi celular.

Para que puedas ponerlo en práctica, te comparto una tabla con los comandos más utilizados en Markdown. Lo encontrás en el siguiente enlace (https://commonmark.org/help)

 
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from fragmentos etnográficos de la ciudad monstruo

Originalmente había propuesto una ponencia en formato académico, pero en el último momento decidí compartir un relato personal sobre mi aventura al aplicar algunas herramientas (cultivadas colectivamente en un hackerspace) en mi reciente práctica docente en DyGI. DyGI son las siglas de una muy singular licenciatura que florece en un espacio universitario centenario (la FFyL de la UNAM).

En el pequeño auditorio donde participaría estaban varixs de ellxs, estudiantes del pasado (apenas de 2022) y del presente. Para variar, yo estaba muy emocionado, mi lectura del relato fue atropellada, tenía que hacer pausas para intentar que mi voz no se quebrara, al final logré contarlo y vi en sus rostros que la emoción era compartida.

Ese fue el primer momento de una serie de sorpresas que el congreso tendría para mi. Al día siguiente presencié un ejercicio de memoria donde las y los mayores que fundaron el Colegio relataron el singular proceso de preparar el terreno en un entorno político y burocrático complicado. Aún así, arqueólogas, antropólogxs y filósofos lograron hacer un huequito en medio de las pesadas losas de concreto de la facultad para dejar que respirara la tierra en la que sembraron una licenciatura nueva.

Pienso que lo que floreció en ese pequeño espacio es muy hermoso. En 15 años, una mezcla de epistemologías, teorías, metodologías, sentires y pensares diversos han orientado el hacer de múltiples personas críticas, creativas y sensibles que trabajan con todo tipo de comunidades en pueblos, periferias, barrios y centralidades.

Conocí y reconocí personas y proyectos inspiradores, pero también me reconocí a mi mismo al reconocerles. De repente, en medio del congreso se me aparecieron mis muertos, mi abuelo materno (profesor), mi abuelo paterno (mediador y gestor), mi padre (periodista y defensor de derechos indígenas), pero también las imágenes de las mujeres que cuidan de mi vida, mi abuela materna (profesora maya), mi madre (periodista-profesora disidente-investigadora) y mi compañera (diseñadora).

En medio del congreso, en ese hueco donde la tierra respira y las ideas florecen, entendí por qué la vida me había llevado allí. Y en medio de esa celebración colectiva, una enorme alegría abrazó mi corazón, ahora lo escribo para recordar ese momento.

 
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