fragmentos etnográficos de la ciudad monstruo

Era un hombre joven pero muy desgastado. Estaba en los huesos, su ropa se veía sucia y llevaba en la mano un bolillo.

Así subió detrás de mí al microbús. Algo le dijo al conductor que le autorizó pasar sin pagar y dirigirse a los pasajeros. Una escena típica.

Eran las 6:40 de la tarde, el cansancio y el tedio a esa hora eran evidentes en la mayoría de nosotros. Y a pesar de la indiferencia generalizada, aquel joven alzó la voz y comenzó a declamar, rapear, susurrar... hablar para las demás.

De su boca salían palabras sobre la vida y la felicidad, palabras enunciadas desde una inmensa serenidad. Mientras echaba rimas, extendía su puño para saludarnos. Quienes respondían a su gesto eran correspondidos con un agradecimiento. yo sí junté mi puño con el suyo, era la forma en que nos hacia sonreír.

Avanzó por el pasillo del microbús y se detuvo con una señora, algo identificó en el derostro la mujer, porque comenzó a darle palabras de aliento durante varios minutos.

Pensé que en algún momento pediría dinero pero no lo hizo. El no había subido para pedir sino para compartirnos su pensar y su sentir.


Boox

(Hacker audiovisual y académico crítico)

Originalmente había propuesto una ponencia en formato académico, pero en el último momento decidí compartir un relato personal sobre mi aventura al aplicar algunas herramientas (cultivadas colectivamente en un hackerspace) en mi reciente práctica docente en DyGI. DyGI son las siglas de una muy singular licenciatura que florece en un espacio universitario centenario (la FFyL de la UNAM).

En el pequeño auditorio donde participaría estaban varixs de ellxs, estudiantes del pasado (apenas de 2022) y del presente. Para variar, yo estaba muy emocionado, mi lectura del relato fue atropellada, tenía que hacer pausas para intentar que mi voz no se quebrara, al final logré contarlo y vi en sus rostros que la emoción era compartida.

Ese fue el primer momento de una serie de sorpresas que el congreso tendría para mi. Al día siguiente presencié un ejercicio de memoria donde las y los mayores que fundaron el Colegio relataron el singular proceso de preparar el terreno en un entorno político y burocrático complicado. Aún así, arqueólogas, antropólogxs y filósofos lograron hacer un huequito en medio de las pesadas losas de concreto de la facultad para dejar que respirara la tierra en la que sembraron una licenciatura nueva.

Pienso que lo que floreció en ese pequeño espacio es muy hermoso. En 15 años, una mezcla de epistemologías, teorías, metodologías, sentires y pensares diversos han orientado el hacer de múltiples personas críticas, creativas y sensibles que trabajan con todo tipo de comunidades en pueblos, periferias, barrios y centralidades.

Conocí y reconocí personas y proyectos inspiradores, pero también me reconocí a mi mismo al reconocerles. De repente, en medio del congreso se me aparecieron mis muertos, mi abuelo materno (profesor), mi abuelo paterno (mediador y gestor), mi padre (periodista y defensor de derechos indígenas), pero también las imágenes de las mujeres que cuidan de mi vida, mi abuela materna (profesora maya), mi madre (periodista-profesora disidente-investigadora) y mi compañera (diseñadora).

En medio del congreso, en ese hueco donde la tierra respira y las ideas florecen, entendí por qué la vida me había llevado allí. Y en medio de esa celebración colectiva, una enorme alegría abrazó mi corazón, ahora lo escribo para recordar ese momento.


Boox

(Hacker audiovisual y académico crítico)

Desde ayer me sentía extraño y hoy desperté sin ganas de salir de casa. Aún así fui a trabajar y me encontré con el Instituto desolado, suelo sentir nostalgia cuando estoy en espacios vacíos que acostumbro habitar con gente, en fin, todo se fue sumando.

El poco ánimo que tenía en la mañana era porque hoy pensaba organizar una conversación sobre nuevas masculinidades y violencias en línea con mis amigos (hombres cis) de la oficina (universitaria), así lo hicimos el año pasado. Mandé un mensaje al grupo de TG para quedar en la hora pero la respuesta fue nula.

Recordé que días antes, entre bromas me dejaron entrever que para ellos era una actividad tediosa y justo ayer otro compañero directamente me comentó que no asistiría a la reunión porque la consideraba “progre” (pretensioda y políticamente correcta).

Todo se fue sumando, y cada vez me sentía más vacío. Recuerdo que el año pasado fui cubículo por cubículo para convencerlos en participar, hoy no tenía ganas de hacerlo y no insistí mas, al final no hicimos nada y a nadie le importó.

Todo el día me sentí con un hueco en en pecho, cuando salí de la oficina intenté identificar lo que sentía y me acordé que meses atrás había sentido algo similar cuando me separé del hacker space en el que participé durante años.

Y entonces lo extrañé muchísimo y me puse a llorar. Extrañé a mis hermanxs con lxs que podía compartir sueños y ponerlos en práctica, extrañé la posibilidad de proponer locuras y encontrar una mirada cómplice durante una asamblea, extrañé ese lugar que ahora está vacío.


Boox

(Hacker audiovisual y académico crítico)

Dieron las 10 de la mañana y aún no llegaba a la oficina. A esa hora siempre ya estoy en la chamba, pero hoy el cansancio se acumuló y no podía hacer las cosas con la misma velocidad que de costumbre.

Sentía el cuello adolorido y los ojos me ardían pero tenía que manejar a toda velocidad porque iba tardísimo. A las 10 casi todos los noticieros radiofónicos terminan, así que cuando acabó primer movimiento, cambié de estación a la Ke huelga.

Sentía cansancio e iba a prisa, pisé más el acelerador cuando de repente escuché en la radio una introducción que me sonaba familiar. Comenzaba una emisión de Comuna, un programa de Horizonte que transmiten (o transmitían) los lunes por la noche.

¿Qué hacía un programa nocturno de una radio pública sonando por la mañana en una radioadio pirata, libre, alternativa o como se llame?

Después del intro identifiqué que se trataba de un episodio transmitido a principios del año pasado sobre una televisión comunitaria que operaba desde un hackerspace de la Ciudad de México. Después de la presentación de la locutora y el locutor, pasaron una cápsula de introducción y le dieron la palabra a lxs invitadxs.

En ese momento llegué a la chamba, entré al estacionamiento y escuché mi propia voz. Una voz grabada a finales de 2021, transmitida en la radio pública en 2022 y retransmitida en la radio libre ahora en 2023.

Escuchar mi voz me dio mucha emoción y una profunda nostalgia. Parecía que habían pasado muchos años desde que dejé de participar en esas aventuras gozosas pero a la vez dolorosas. Y no, apenas han pasado unos cuantos meses de mi separación.

Todo pasó en un par de minutos, un breve instante en el que dejé de sentir dolor, cansancio y prisa. Entonces apagué el motor y se apagó la radio.


Boox

(Hacker audiovisual y académico crítico)

Es un día típico de diciembre en la oficina, atardece, son casi las 6, termina mi chamba, apago mi compu y tomo mi celular que está en mi escritorio. Lo desbloqueo y comienzo a revisar el timeline de Mastodon, me detengo en un toot sobre TEA (Trastornos del Espectro Autista), me interesa porque un par de personas cercanas me han insinuado que tengo ciertos rasgos autistas, pero nunca había sido un tema que me preocupara. Cada toot del hilo que leo me intriga, me emociona, me desconcierta, no se lo que siento. No estoy triste pero siento ganas de llorar, siento que mi mente se abre, se despeja, es un momento inquietante pero placentero. El relato en formato de hilos de Mastodon no es una descripción médica, ni un diagnóstico, nada de eso, son opiniones de alguien con TEA que súbitamente hacen conexión con mis vivencias. No se cuánto tiempo pasé leyendo, tal vez solo 15 minutos, pero ahora me siento desorientado por lo que acabo de experimentar. Esta fría tarde descubrí una nueva pieza del rompecabezas que me ayuda a entender quién soy. Más tarde sigo desorientado pero tengo que pasar al supermercado, no recuerdo lo que tenía que comprar, pierdo el boleto del estacionamiento pero no me siento enojado, ahora múltiples recuerdos rondan mi cabeza, más tarde estas ideas no me dejan dormir. Ahora, un poco más sereno, escribo lo que viví ayer para dejar registro del momento exacto de un descubrimiento. Registro del instante en que tuve conciencia para mi.


Boox

(Hacker audiovisual y académico crítico)

Son las 9:20 de la mañana, voy colgado de la puerta del pesero, que después de luchar contra otros autos, por fin logra dar vuelta en Avenida Taxqueña. El logro fue efímero porque pronto queda atorado entre un micro y un taxi que deseperado toca el claxon sin parar. De repente, a toda velocidad pasa por un estrecho espacio que quedaba entre los vehículos un hombre en bicicleta. Es una persona modesta de mediana edad que, justo al pasar enfrente de nosotros, grita a todo pulmón “que bonita paz”.


Boox

(Hacker audiovisual y académico crítico)