anartist

Recientes

Entradas recientes en los blogs de Anartist

from maiaran

Jessica Atreides, de la película "Dune"

Una etimología de la palabra “problema” es “poner delante”. Poner algo en la mesa y trabajar con eso. Desarmarlo.

En esta nota estoy compartiendo mi experiencia y sé que otres lo viven diferente. Las diferencias en esta comunidad son un sostén, no una amenaza a alguna mismidad. Este solo es uno de tantos desensamblajes posibles.

Además, nunca diría que “no estoy transicionando” o que “no soy trans”. Pelearme con las palabras simplemente me ayuda a expresarlas mejor, y a generar una conversación.

¿MtF?

¿Dos lados?

“Trans” viene del latín y significa “del otro lado” o “a través”. Un barco trans-atlántico va de un continente a otro. Una trans-ferencia de plata entre dos cuentas [1]. De varón hacia mujer, de mujer hacia varón (o hacia la divinidad éldrica, si sos no binarie :3).

Un problema es que se presuponen dos estados iguales. Ambas costas del Atlántico son lo mismo. América igual que Europa. “M” y “F” en “MtF” a la misma altura. Yo siendo varón se expresa como equivalente a yo siendo mujer. Y esto es un malentendido grueso.

Yo no fui un hombre del mismo modo en que ahora soy mujer-no-binaria/femineidad/trava/como-se-me-ocurra-nombrarme-esta-semana [2]. Cuando “era varón” estaba a merced de códigos y mandatos sociales, no decidiendo o deseando por mí misma, con muy mala salud. Vivir como hombre, para mí, se siente como no vivir, no ser. Era estar obligada a ser.

No podemos perder de vista esa opresión y describirlo como “ser” a secas, similar a este “ser” que soy ahora. Más si esa opresión marca mi “ser” actual como margninal o anormal.

Siguiendo con la analogía de nado en aguas abiertas. No estaba “del otro lado del Atlántico”, estaba en el mar, ahogándome. Exiliada de la matria a la que regreso nadando.

La transición (al menos en esta sección :3) no es ir de A a B, es ir del no-ser al ser [3]. Me gusta esta idea porque siento que subvierte el pensamiento binario de una forma interesante. No poner los lados de la transición (¿del binario?) a la misma altura. Vas de no poder ser lo que deseás, de no vivir sanamente, de no encajar en lo que te dicen que sos, a ser más libre y sane… Y si me sale, de un ser colonizado a uno decolonial.

M≠F

¿transicionar a algo?

Pero soy una trava sobreanalizadora y tampoco siento que esté transicionando a algo. Si pudiera transformarme en algo definido, sería a un robot espacial gigante con misiles, cañones de riel, comunicación por tensorayo, sensores en varias longitudes de onda y pronombres femeninos.

El mobile suit kshatriya del anime Gundam Unicorn – transition goals

Cuando digo “no estoy transicionando a algo” hablo de una forma más conceptual. Mi proceso está lleno de objetivos. Prácticas, vínculos, modos de vida, aspiraciones emancipatorias, luchas, estados de salud, corporalidades, aprendizajes, diversiones… que son metas concretas y valiosas para mí. Cosas hacia las que voy en transición.

El problema es que esos deseos y formas de ser que busco sean encerrados en un concepto, o mandato. Lo que busco es un espacio conceptual abierto, donde desplegar distintas posibilidades. Un concepto, quizás, pero no un encierro.

Siento que escapé de la cárcel de varones y no quiero hacer todas estas corridas por descampados solo para meterme por la ventana a la cárcel de mujeres. Quiero ser muy femenina, sí, pero resisto a que me condicionen a ese lado del binario. Mi feminidad es libremente elegida (relativamente) y mi modo de habitarla es otro.

Puedo ponerme extra no binaria acá y plantear otro problema: ¿Y si no transiciono “completamente”? ¿Existen transiciones “más o menos completas”? ¿Alguien que se operó las lolas y el johnson es “más trans” que una compañera que tiene barba y no se hormona? Es raro comparar los procesos y decir que alguien “fue más allá” y otres “se quedaron a medias”. ¿Más qué? ¿Quién dice que todes buscamos lo mismo a través del mismo proceso? Una chica trans me decía “No hay una transición”. No hay una serie de pasos ordenados para todas, solo los que da cada quién.

Sé que afortunadamente muches ya superamos esta mentalidad reaccionaria, binaria, e incorrecta, pero en el origen de la palabra “transexual” siguen estando los mandatos médico-hegemónicos. No hace mucho, se nos clasificaba como transexuales, transgénero y travestis. Como evoluciones pokemon de la anormalidad. Mucho de nuestro lenguaje sigue teniendo su origen el regimen heterosexual y psiquiátrico.

Mt¿?

¿Entonces qué?

Bueno, pienso que los problemas de nuestra sociedad tienen que ver con sistemas de dominación violentos que clasifican a la gente en categorías fijas, trascendentales y jerárquicas. Clase, raza, género, capacidad, sanía, belleza, normalidad… He leído pensadores como Paul Preciado, estar en contra de toda esta idea de “identidades individuales” y que están tratando de repensarnos en formas menos binarias y clasificatorias. Me da paja “ser algo” definido. Tengo TDAH, no puedo concentrarme en una identidad.

Nuestra comunidad no es inmune a esas formas de opresión propias del patriarcado capitalista colonial. Hay gente del colectivo yuteando (vigilando) todas las identidades. Viendo quienes son les verdaderes trans, les verdaderes bisexuales, las verdaderas lesbianas, etc. He leído chicas trans siendo misóginas y transfóbicas con otras chicas trans, diciendo cosas horribles como si no supieran lo que es la disforia o la violencia que sufrimos.

Todavía tenemos internalizada esa ideología del sistema: clasificar(se), vigilar(se) y castigar(se). Perdiendo de vista que al final del día, para quienes nos odian, todes somos “unos travas” y no les importa mucho las diferencias. Todes somos igual de abyectos. Para ellos no hay un “verdadero transexual” que van a aceptar.

Dejar de pensar la comunidad con conceptos rígidos, dejar de vigilar las experiencias de otres, es parte de esa deconstrucción permanente en la que estamos.

“Creo que la gente a veces se desespera en busca de identidad. Y la identidad no se busca, se trasciende. Vos fluís y ahí aparece la identidad sola. Pero cuando uno se impone esa cosa de buscar la identidad se auto limita, se encierra dentro de uno mismo y surgen los miedos, el miedo de pensar, el miedo de fantasear…Me asustan los tan normales” — hermoso, Federico Moura.

👮‍♂️t👮‍♀️

entrete(s)iendo

Así que aunque sea muy femenina uwu y tenga muchas cosas claras sobre “quién quiero ser” (más bien, qué quiero hacer y con quienes), no quiero ser mujer, en los términos de las categorías de la violencia patriarcal. No estoy buscando un nuevo amo al que obedecer o una nueva culpa por no ser.

Las cosas parecen que son permanentes, por ideología, porque los sistemas opresivos fijan partes de este proceso (en ideas y prácticas) para dominarlo. Violentándolo cuando el proceso se sale de la norma y no se da como quieren. No hay una cosa llamada “materia prima”, es la cuerpa de la madre tierra existente más allá de toda clasificación, mutilada y alambrada como mercancía y recurso. No hay una cosa que sea “mujer”, es el patriarcado alambrando nuestras cuerpas para expoliarlas y consumirlas.

El derrumbe constante de las cosas, la historia colonial de las cosas, se borra y desmiente para mantener una ilusión de estabilidad.

el individuo es un producto del poder – Foucault, Introducción a una vida no fascista

No entiendo mi femineidad en sí misma, como una suerte de esencia interior o identidad que me define. Como un ánima que me anima. Mi femineidad está al rededor de mí, está con otras. Es como la canción en un fogón. Lo comparto con vínculos y comunidades. Es el modo en que me vinculo y comuno. Lo que sea que llaman “yo misma”, existe como partes de esas compañías. Existo en en relaciones.

Sin compañeras y compañeres de militancia, sin la lucha del trans-feminismo, yo no sería nada que valga la pena ser. Existo porque hay quienes luchan colectiva y cotidianamente, para que mi femineidad sea posible. Existo como estas palabras en tu cabeza, les das lugar y hay redes que hacen posible su producción.

Estoy en un estado constante de superposición de abracitos cuánticos con otras compas uwu

Tendrá que ver el proceso de salud-enfermedad-atención, también. Si dijera que transiciono de algo a otra cosa, diría que voy de un modo de vida impuesto violentamente, dañino, a un modo de vida que vivido más libre y sanamente.

Más atrás hablaba de como no todes transicionamos de la misma forma hacia lo mismo. Lo que sí tienen en común estos procesos es que están yendo hacia una etapa más sana y deseada, en una salud que es múltiple. El “atención” en la palabra trencito es la comunidad trans la que atiende el malestar de las personas trans, la que nos ofrece salidas y posibilidades de salud. Puedo hacer lo que quiera, porque una comunidad me dijo ¡Sí!. Lo que sé sobre cómo sanar, sobre lo que soy, lo aprendí de la comunidad trans. Hay comunidades que proveen los medios para que produzcamos y vivamos estas sexualidades.

La transición es hacia esa comunidad, hacia esas nuevas formas de relacionarse y construir subjetividad.

Leía a Maite Amaya, una militante travesti de Córdoba, que decía sobre su identidad y este proceso “Estamos siendo”. Me pareció hermoso. ¡Qué mierda somos! Si estamos siendo, afectadas por el momento, afectándonos mutuamente, deviniendo. No somos algo permanente, ni buscamos serlo. Queremos poder vivir en constante cambio y transformación. Estables, sí, resilientes, sim-poiéticas, pero no inmóviles. Para estar vivas, no podemos dejar que nos encierren.

Estaba habitando la categoría fija, aplastante, que me impusieron. Temiendo los castigos, siguiendo ideologías y muriendo lentamente. Y estoy transicionando a algo fuera de esas categorías, compartimentos estancos y aislados, volviéndome flujo viviente colectivo. Crecer, cambiar, experimentar, desarrollarme, compartir, intercambiar, jugar, desear, transformarme constantemente. Vivir de una forma que me haga bien, en conexión con lo que nos pasa, que se mueve siempre. Vivir en comunión con las personas que están siendo a mi alrededor, con quienes somos libres. Sumergirme en la transición colectiva, social, planetaria hacia un mundo mejor. Rehusarnos a que el sistema nos controle y nos fije en identidades a ser explotadas. Transicionar a disidencia, monstrua.

[ERROR]t[ERROR]

Grafiti que dice "We must dissent". Imagen del videojuego Sid Meier's Alpha Centauri

conclusión frágil

Siento que con cada mandato, con cada norma que abandono, me vuelvo infinitamente vulnerable. Sin los muros soy una cosa frágil y vana. Todo me duele mucho más. Dejar de ser hombre es el proceso de abrirse a todas esas cosas que estaba fingiendo que no pasaban.

Ilustración del quinto volumen del manga "Bleach" por Kubo Tite. Es el brazo de Chad Yasutora. Algunas flechas señalan partes y las nombran: Dive, boost, process, heart. > Si blando la espada, no puedo abrazarte. – Bleach, por Kubo Tite

Abandonar la fantasía que venden, de una masculinidad invulnerable.

Me prometí, le prometí al mundo, que no voy a apartar la mirada del dolor, mío ni de nadie. Y ahí está: la madre tierra llora, junto a todas nosotras. Pero el dolor nos une y la vulnerabilidad es potencia. Cuando decimos “no puedo sola”, buscamos a otras personas. Empieza la acción colectiva.

Dejar de ser hombre es dejar de pensar que soy una isla, que soy en mí misma, que soy sola. Que hay un “círculo de cosas bajo mi control” como dicen los estoicos. Entender la realidad de que necesito a otras personas me abre al dolor y también al amor.

No estoy nadando de un continente a otro. Estoy nadando hacia alguna isla perdida, habitada por otras que también naufragaron. Donde, sin embargo, intentamos construir otra sociedad.

La transición es más en como me relaciono con el mundo, pasar a una mirada crítica, a reconocer el dolor de esta sociedad cruel, y empezar a enredarme con otres, a cambiar este mundo.

Así que acá llego, un poco como el filósofo budista Nagarjuna, negando toda categoría posible. Transiciono de la nada hacia la nada. “Transición” queda colgada, suelta, eterno y puro trans sin binario. Transición fuera de toda persona, ilimitada en su transformación.

Transición que se entiende mejor si me salgo de mi misma. Transición que solo se detendrá en la utopía.

Me encanta. Soy trans. Trans*, con asterisco. En proceso de trans-formación. Trans-humante, trans-humana. Intento contribuir a la trans-formación social. Un ser trans-individual. Intento ser trans-gresora.

無我t無我

[5]

Si leiste hasta acá (¡y me aguantaste!) sos muy linde, te quiero mucho uwu, besito u3u. ¡Que tengas un muy feliz devenir y estar siendo! ^w^

Meme:

Meme: Link del Legend of Zelda levantando una bandera trans. Al lado el texto "Es mí género y si quiero falopeo sobre él"

Notas al pie:

  1. Hablando de etimologías. El “-ferencia” de “transferencia” es de la misma raíz que el “-foria” de “disforia” y “euforia”. Phoros es “llevar” o “cargar”. Y disforia (en el contexto más amplio de la psiquiatría) significa que no lo lleva bien :(, que no soporta la carga. “Euforia” significa, con fuerza para llevarlo, que lo lleva bien :). Mismo con “metáfora”. Toda esta nota al pie la plagié miserablemente de Dysphoria Mundi de Paul Preciado.

  2. Aunque reconozco que, más allá de la experiencia subjetiva que menciono, “varón” es parte de mi pasado, de mi historia. Viví (mal) unos años en ese mundo varón. Tengo un pasado viviendo con otros varones. Viviendo como otros varones.

  3. Acá es interesante comparar con el concepto de “episteme de lo mismo”, de Ana María Fernandez (en youtube hay lindo material de ella). En el patriarcado no hay A y B. Hay A y no-A. Hay varones, y quienes no somos varones. El binarismo es como el código binario, 1 y 0, on y off. Existente e inexistente. Solo existe la sexualidad del varón, la mujer no tiene sexualidad propia, una alternativa “B” a “A”, está solo para satisfacer al hombre, existe para “A”. Blanco y no blancx. Sano e insane. Capaz y discapacitade. Dueño, con propiedad privada y capital, y desposeíde, con sus posesiones mercantilizadas como propiedad.

  4. ¿Sabías que el número 4 es como de mala suerte en Japón porque suena como “muerte”? No sería auspicioso que hubiera una cuarta nota al pie.

  5. Con estos caracteres, les chines y japoneses escriben el concepto budista de anattā, no ser. En el mismo lugar puede escribirse 相即, que significa “inter-ser”. Sin embargo me gusta más la atmósfera tétrica de 無 (wu/mu) que es una negación. Y también como se el sonido del ladrido de los perros “wu! wu! wu!”

 
Leer más...

from maiaran

soy una línea de fuga

not just a new gender, baby, we wanna whole new genre

El ensayo como un tipo de deformidad, un delirio patológico, venenoso para otras formas de texto sanas. El ensayo como texto disfórico, que sufre bajo pretenciones y formatos. El ensayo como una forma de vida indefinible. El ensayo como retrato de un paso en una transición: rebelde, mutante, caótico, esotérico.

Una expresión que hace necesario desdibujar el lugar desde el que expresamos: provocar requiere hacer temblar el acto mismo.

¡Esto no es arte de vanguardia, maldito burócrata!

grafiti en el desborde de un acantilado
 
Leer más...

from fragmentos etnográficos de la ciudad monstruo

Llevaba un par de días con dolor de garganta por segunda vez en el mes. El diagnóstico del médico me repetía que era una infección. Pero también en aquellas fechas mis ronquidos nocturnos (según me cuentan quienes los sufrieron) aumentaron considerablemente en intensidad.

Entonces, recordé mi gran hallazgo reciente durante una noche de insomnios, el cual, a simple vista, no tenía nada que ver con mi dolor de la garganta.

Recordé ese momento en que me descubrí diferente. Ya no oculto, ni invisible, ni atado, sino expuesto a lxs demás.

Entonces me di cuenta que había ido por la vida con la cabeza hacia abajo, lo que dificulta el paso libre de aire para respirar.

Entonces incliné la cabeza hacia arriba y el aire comenzó a fluir, respiré mejor y me mostré a lxs demás.

 
Leer más...

from Reseñas

El libro

Quevedo es el título del libro que habla de Francisco Gómez de Quevedo Villegas y Santibáñez Cevallos. Una obra que a mi entender es de divulgación para jóvenes, liviana y entretenida, se lee en una tarde. Publicada en 1929.

En la descripción que el autor hace de Quevedo exalta algunas características que no son reales. Se puede comparar con esta biografía.

El Autor

Masferrer y Cantó, Santiago o Masferrer Cantó, Santiago, llega a mi conocimiento al recibir el libro “Quevedo”.

Encontré varias obras en este enlace.

Fue combatiente en la guerra civil española.

Corresponsal de guerra de la misma nombrado esta reseña

 
Leer más...

from Reseñas

Por René Jorge Bogomolny Editorial Pandafilando Año 1979

Esta semana leí “La demolición” de Bogomolny. Una novela corta 109 páginas. De lectura rápida, no solo es corta, sino de fácil lectura. Escrita en forma coloquial con una oralidad porteña de la década de los '70. Con locaciones en Once, Constitución, Belgrano, Callao y Corrientes. Personajes de clase media, algo mediocres. Una necesidad de cambiar esa realidad que los lleva al maltrato. Es la historia de Jorge, varón, porteño de 40 años, contada en primera persona, y Elena. De él diríamos hoy un machirulo y de ella, extraña. Dejo acá, sino sería espóiler. Podés adquirir el libro por la plataforma aquí.

 
Leer más...

from olimobu

Quiero expandir el artículo anterior ¿Qué pasa, IA? con algunas cuestiones que considero que van a funcionar mejor en su propia línea argumental.

Seguro que recordáis lo que se dijo hace unos años en vísperas de Navidad: “como hay que ahorrar, vamos a cambiar la iluminación a la tecnología led”. ¡Parecía que tenía todo el sentido! ¿A que sí? Una tecnología más eficiente y menos contaminante... ¡Todo ventajas! Pero... ¿Qué pasó a continuación? Los municipios se volcaron en la titánica tarea de poner más luces que nadie y de adelantar la fecha de encendido para ser los primeros. Estamos hablando de un gasto de las arcas públicas que, en algunos casos, supera ya los 10€ por habitante, lo que supone un auténtico derroche. Así es como, contra la posible lógica inicial, la rebaja de los costes puede impulsar los requerimientos de un producto o servicio para, siendo claramente más barato, acabar engrosando una factura igual o mayor. Y claro, no me refiero solo al coste monetario, sino al energético y, me gustaría incidir, sobre todo, en el ecológico. A mi queja se podría replicar, “bueno, 12 millones de luces led contaminan menos que 12 millones de bombillas incandescentes”. Pero lo importante es: ¿Alguna vez fueron necesarias 12 millones de luces extras en una ciudad por una festividad? Y ¿Existe un argumento cabal para incrementar su número más allá del irresponsable “podemos, luego lo hacemos”?

Aunque pueda no parecerlo, toda esta disquisición sobre las luces de Navidad tiene mucho que ver con el tema que nos atañe. Veámoslo en detalle.

El principio “podemos, luego lo hacemos” es el que rige el pensamiento tecnolófilo. Cualquier posible problema ya se intentará arreglar luego, y, en caso de no ser posible, se maquillará tanto como se pueda y será justificado una y mil veces como parte indispensable de una carrera imparable hacia el futuro. Si estás en contra, se te señalará públicamente como un enemigo del progreso, un ludita. ¿Qué eran los luditas, unos salvajes que querían volver a las cavernas? Te sorprenderá saber que era solo una pobre gente que se estaba defendiendo de una agresión a nivel vital. ¿Qué pasó? Los capitalistas de la Inglaterra decimonónica destruyeron el trabajo de estos artesanos, expertos en el uso de herramientas para realizar los mejores productos a un precio razonable, devaluando su trabajo al introducir maquinaria que podía ser usada por cualquiera (incluso por niños) con un nivel de producción abrumador. Los luditas no estaban en contra de ninguna herramienta que les sirviera para mejorar la calidad de su trabajo o sus tiempos de entrega; estaban en contra de que se les arrebatara su forma de vida sin ninguna alternativa digna. Y es por eso, por lo que decidieron atentar contra la maquinaria deshumanizante de los capitalistas.

Pocas décadas separan a los primeros luditas de la irrupción de la fotografía. Es muy usual escuchar el siguiente argumento tecnolófilo: “al igual que la fotografía no sustituyó a los pintores, ninguna nueva tecnología sustituirá el trabajo artístico; solo lo potenciará”. Al margen de que es una falacia decir que como algo no pasó una vez, jamás pasará... ¿La IA generativa es como la cámara de fotos? Claramente, no. Es cierto que hay algunos paralelismos: la herramienta permitía a un reducido costo, obtener rápidamente una representación visual de un trozo de realidad. Pero no sustituía el proceso artístico. De hecho, desde el principio, los primeros fotógrafos se esforzaron mucho por realizar un trabajo equivalente al de los pintores; trabajando la composición, luces, colores... con un propósito emocional y reflexivo. Es cierto que la irrupción de esta herramienta dio lugar a ciertas tensiones, pero los que usaban la cámara de fotos encontraron su lugar como artistas y los que usaban las herramientas más tradicionales encontraron nuevas formas de expresión, más allá del mero figurativismo. Por contra, la IA generativa actual no es una herramienta artística, sino una suplantadora de la actividad artística.

La reciente popularización de la IA no es en forma alguna una mejora técnica concreta. Es una maniobra capitalista que se ha hecho posible gracias a mejoras técnicas, la mayoría de las cuales han nacido de la investigación o inversión públicas, para acabar luego siendo sistemáticamente privatizadas. ¿Tiene algún sentido que cualquiera pueda creer ser pintor, compositor o escritor y que nadie pueda, realmente (no al menos sin un colchón socio-económico fuerte), dedicarse a ello? Y digo creer porque, como dije en el artículo anterior, la IA no reproduce ni ayuda a reproducir ningún tipo de actividad que pueda considerarse 'inteligente' ni 'artística'. Se limita a exportar un resultado, que funciona como producto. No es casualidad que, al igual que ocurrió en la Revolución Industrial, se vuelva a echar mano de niños y adolescentes. Por supuesto, en esta ocasión no tienen que desplazarse para lidiar con un ambiente desagradable, trato degradante y sueldo mísero. No, pero “lo hacen porque pueden y como pueden lo hacen”, conducta reforzada además de forma gregaria bajo el razonamiento “como todos lo hacen, yo también lo hago”. Se les da una fantasía, y se conforman con ella, para mayor beneficio de los capitalistas y desgracia de los trabajadores artísticos. Incluso cuando no es de tipo generativo, el uso de IA se usa masivamente por los jóvenes y no tan jóvenes para recibir meras fantasías: la apariencia de que “has hecho” un trabajo escrito, la creencia de que “tienes un amigo”, etc. Es el triunfo de la posverdad. De hecho, se sabe que las IAs tienden reproducir desigualdades estructurales, al mismo tiempo que producen contenido sesgado, que incluso, tiende a respaldar teorías conspirativas.

No niego la posibilidad de que la capacidad que tiene esta maquinaria de sacar un resultado más o menos coherente a partir de elementos dispares pueda ser usada por humanos de una forma “artísticamente dirigida”. Pero la pregunta vuelve a ser, ¿Vale realmente la pena, tal y como está todo montado? Si habláramos de una tecnología pública, al servicio de necesidades justas y entrenada con el permiso de los artistas, podría darse un debate fructífero. Pero en la actual situación, plantear esto solo puede funcionar como un caballo de Troya.

Por otra parte, la tecnología tras la mal llamada IA creo que tiene realmente mucho sentido, si la usamos para procesar ingentes cantidades de datos en el contexto de investigaciones científicas públicas, abiertas y justas. Hace muchos años que se viene trabajando este enfoque, antes de su reciente y artificial popularización. ¡Encontrar exoplanetas! ¡Descifrar genomas! ¡Analizar patrones climáticos! Sin embargo, la desinversión pública unida al poderío económico de los capitalistas hace que la inmensa mayoría de las veces se acabe usando hardware y software privativo, lo que hace que no se puedan evaluar adecuadamente los nuevos modelos y técnicas en términos de solidez, sesgo y seguridad. Cada vez es más complicado saber qué resultados son fiables y cuáles no, lo que contribuye a una situación de farragosa posverdad. Así pues, vemos que los capitalistas no solo están degradando a las artes, también a las ciencias (en definitiva, al ser humano y a la naturaleza entera). Y es que el conocimiento para ellos nunca fue importante, si no es porque sea monetizable. Nada importa, más que asegurar el crecimiento exponencial de sus ganancias.

Como en el ejemplo de las luces de Navidad, con la irrupción de la IA podemos ver también como la rebaja de los costes puede impulsar los requerimientos de los productos y servicios, haciendo que se devalúe por completo el trabajo de quien no aporte un volumen y velocidad ajustadas a ello, pero, al mismo tiempo, pudiendo incluso incrementar la factura final. Se trata de la paradoja de Jevons. Este economista inglés decimonónico se fijó en el hecho de que las mejoras en la eficiencia de la primera máquina de vapor hicieron que el consumo de carbón se disparara en lugar de contenerse. Relacionado con esta paradoja, a finales del siglo XX nació el postulado Khazzoom-Brookes, en el que estos dos economistas ingleses argumentaron que los intentos de reducir el consumo de energía aumentando la eficiencia energética simplemente aumentarían el consumo energético de la economía en su conjunto. Algo que se ha demostrado empíricamente. ¡Es muy sencillo! Como la IA nos permite producir más cantidad y a más velocidad, las compañías producen más y más simplemente porque pueden, caiga quien caiga, mientras sea físicamente posible. Y tienen la desfachatez de hablar aún de incrementar la eficiencia para “salvar el planeta”. ¡Cada vez proyectos más grandes e inabarcables! ¿A qué costo y... hasta cuándo?

Literalmente, hasta que todo colapse. Por imposibilidad física, ya que incluso la IA puede llegar a tener una relación coste-beneficio negativa para las compañías que la ofertan. La mentalidad del crecimiento perpetuo, propia de los capitalistas no es compatible con un planeta finito ni con las restrictivas leyes físicas de nuestro universo. Toda pretensión científica en sus premisas económicas es pura fachada. Hay cosas que simplemente no son posibles de hacer, o no en los términos deseados. ¿Deseados por quién? Por los capitalistas, deseos además asumidos como propios por una sociedad alienada hasta sus cimientos. Mientras, la mayoría de los gobiernos, simplemente ceden los servicios de almacenamiento digital, inteligencia artificial o ciberseguridad a los magnates tecnológicos, lo que mina aún más las democracias.

Por más que los departamentos de márketin de las grandes tecnológicas nos hablen de eficiencia, la realidad es que los sistemas de IA están consumiendo a día de hoy más energía y agua que cualquier otro sistema de computación existente (incluyendo el famoso Bitcoin). Una consulta sencilla, de media, va a consumir el triple de energía en un sistema basado en IA de texto que en un buscador algorítmico tradicional. Si hablamos de IA de imagen, audio, o peor, vídeo; el consumo se dispara de forma absolutamente demencial. ¿Estamos dispuestos a asumir ese costo? Pareciera que si, vista la adopción que están teniendo estos sistemas. Pero realmente, creo que la gente no está siendo consciente de lo que implica a todos los niveles. Y no deberíamos esperar a que sea demasiado tarde. Nos va la vida en ello.

 
Leer más...

from olimobu

Hoy me apetece escribir en el blog sobre una conversación que he tenido. Una conversación con otra inteligencia humana.

“¡Guau! Los 'youtubers' han hecho viral una IA generativa de música, todo el mundo la está usando y ahora salen cosas a muy alta calidad...”

¡Se lo estás contando a un músico y no hueles el daño...!

Los ingenieros y los influenciados por ese tipo de mentalidad suelen ver en estos casos a los artistas como auténticos cortarrollos porque este tipo de mentalidad tiende a estar enfocada hacia el avance tecnológico acrítico para la resolución de supuestos problemas sobre los que probablemente no se ha meditado lo suficiente. ¿Qué ocurre entonces cuando un avance tecnológico es impulsado por las élites para reducir costes y ordeñar inversores a toda costa? Surgen las justificaciones más torticeras: “es una herramienta para iterar más rápido, agilizando la comunicación y potenciando la creatividad”. Por supuesto, no es más que la repetición acrítica de una idea salida de los departamentos de márquetin de las empresas tecnológicas, diseminadas luego por los llamados 'influencers' en las redes sociales privativas, siempre preparados para construir y expandir la próxima moda.

El uso de la palabra 'herramienta' suele invocarse en estos casos como término neutro. Pero como dice Adrián Almazán en su magnífico libro “Técnica y tecnología: cómo conversar con un tecnolófilo”, despojar a la herramienta de su contexto es algo absolutamente artificial. Una tecnología no es buena si su ideación y creación no parten de principios moralmente justos; no es algo que dependa en exclusiva de su uso. Por supuesto, el uso puede suavizar o empeorar la concepción original, pero en lo que quiero incidir aquí es que no darle peso moral a la etapa inicial, equivale a justificar por sistema a los magnates tecnológicos, tal como si se tratara de sacerdotes incontestables de un credo tecnolófilo. Y, por analogía con la religión cristiana (culturalmente muy arraigada en occidente), la posible culpa por daños recae en los usuarios, pecadores. Esto es algo realmente muy ponzoñoso.

¿Iterar más rápido? ¿Realmente queremos iterar más rápido? Los tiempos de producción son ya extremadamente cortos, enfocado como está todo a la reducción de costes. La creatividad tiene que ver con la expresión espontánea por un lado, pero también con la reflexión. ¡Literalmente la IA no tiene nada que ver con ninguna de ambas facetas! De hecho, el propio nombre es un fraude, ya que no realiza ningún proceso que pueda llamarse seriamente 'inteligente'. Se trata de una maquinaria que escupe copias de obras humanas anteriores sometidas a procesos de mezcla y aleatorización controlada. El resultado puede resultar agradable e incluso interesante, pero no tiene nada que ver con el arte porque no hay ningún proceso artístico. No estoy hablando de una diferencia cuantitativa respecto al proceso humano (que haga mejor o peor algo), sino cualitativa, esencial. ¿Cuál es el problema entonces, si de mis palabras puede deducirse que la máquina no sustituye la actividad artística? La máquina, por métodos diferentes, es capaz de aportar productos funcionales, cuyo único sentido es crecer exponencialmente y ser consumidos masivamente en un contexto capitalista. El único 'problema' que está solucionando es eliminar el escollo artístico (como se han eliminado otros escollos) para maximizar las ganancias de los magnates tecnológicos. Es una guerra contra la vida, iniciada por gente que se sienten como dioses.

Además, la gente usa estas herramientas sin reparar en que cuanto mas se use y mas se popularice, en mejores condiciones estará de directamente sustituir trabajo humano. No porque -como ya he comentado en el párrafo anterior- yo le esté atribuyendo ninguna capacidad artística a esta maquinaria, sino porque en el contexto capitalista actual se pretende de los trabajadores artísticos que funcionemos como maquinas, y, por supuesto, las maquinas hacen mejor el trabajo maquinal que nosotros. Es esta la pinza que se nos está haciendo a los artistas. ¡Necesitamos unirnos contra esto! Mucha gente está empezando a abrir los ojos, pero no lo suficiente; necesitamos más conciencia de clase. No podemos ganar mientras haya aún muchos artistas que antes que unirse en pos de un objetivo moral, prefieren incluso pagar por usar estas herramientas a cambio de un rédito económico vacuo que, en la inmensa mayoría de los casos, ni siquiera les saca de pobres.

He dejado para el final de este artículo el elefante en la habitación: toda esta cascada de inmundicia contra el trabajo artístico solo es posible gracias a que se está permitiendo el robo de obras artísticas por parte de los magnates tecnológicos. La maquinaria de la mal llamada 'inteligencia' artificial, está alimentada por este robo y su 'calidad' depende por completo de las obras contenidas en sus bases de datos y las interacciones que realizan sus usuarios, que están aportando su fuerza de trabajo gratis e incluso pagando. Se trata de un mecanismo extractivista salvaje que sería imposible si los Estados nos protegieran preventivamente de este tipo de incursiones y campañas empresariales contra la clase trabajadora. La política es el arte del equilibrio de intereses, y en el capitalismo, el interés de los capitalistas tiene más valor que el de las clases trabajadoras. Las leyes pues, cuando llegan, llegan tarde, y a menudo, con silencios atronadores. Es por eso, que hay que trabajar por la unión del pueblo, ya que solo si está realmente unido, no podrá ser vencido.

Por favor, no uses IA generativa y si conoces a alguien que la usa, discúteselo

[Este artículo tiene una continuación en ¿Qué haces, IA?]

 
Leer más...

from Decires

✒️ Bajo tierra

El asbesto corre sobre los rieles que viajan sumergidos bajo el asfalto. Los cuerpos obreros respiran. Puede ser en Boedo, o en Constitución, tal vez en Retiro, seguro en Chacarita como jugarreta textual. Riesgo de exposición máximo. Se inhala, penetra en los pulmones, la pleura se engrosa, disnea, tos seca, el cáncer avanza. Los concesionarios, por si acaso, miran hacia otro lado. Buenos Aires se parece a Madrid, y no es sólo por la avenida de Mayo.

NdeA: En Buenos Aires, pleno año 2024, tenemos una serie de estaciones y coches del subterráneo porteño que contienen asbesto, producto éste cancerígeno que ha sido dejado de usar en casi todo el mundo. Los vagones contaminados fueron comprados al metro de Madrid, que los descartó. Las estaciones mencionadas son algunas de las más contaminadas. Chacarita es también el lugar en que se ubica el cementerio más importante de la ciudad. Las autoridades, tanto municipales, como del concesionario, miran para otro lado.

 
Leer más...

from Decires

✒️ Hoja en blanco

Esa cálida noche de mediados de noviembre tuvo algo particular. Algo que si bien no me era ajeno, durante horas me hizo sentir ansioso, expectante, irresuelto. Ese algo era el papel en blanco. Lugar en el que he habitado más veces de lo que hubiera deseado. Sitio plagado de voces que me dicen, a veces susurrando, otras implorando y las más gritando: “vamos… despertate que no tengo toda una vida”. El papel como un lienzo virgen que espera la visita del artista, y que cuando lo debe recibir, se niega, también en voz alta. Probé varias opciones. La primera fue cambiar el color del papel, pensé que si en vez de ser blanco fuese de otro tono la cosa cambiaría, elegí uno amarillo. Lo mismo, nada. La siguiente opción fue intentar con un papel usado, busqué en los cajones, la cuenta del teléfono me pareció una buena opción, después de todo ese papel ya contaba con antecedentes. Nada. Pasaron por mi escritorio hojas de cartulina, rollos de papel de cocina, tela esmeril, cartones, hasta un pedazo de madera que había formado parte de una cajón. Nada. Intenté sobre la pared. Siguió siendo blanca. Me senté frente a la computadora, abrí un archivo nuevo, ni siquiera pude pasar del título. Decidí hacer unos mates. Después de todo, esto ya me había pasado. Quise llenar la pava con agua, no pude, de la canilla salió una gota solamente. Intenté prender el fuego de la hornalla, pero no encontré los fósforos. Busqué en los cajones. Nada, sólo algunas cucharas, dos cuchillos, tres tenedores y una caja de escarbadientes. Volví a mi escritorio, al intento del fluir de la tinta sobre el papel. Pasaron ya tres horas, desde las nueve hasta las doce. Ciento ochenta minutos de buscar el trazo, el primer trazo que corte el vacío. Preferí mirar por la ventana. Afuera la noche en casi silencio, solo algún que otro colectivo que no frena en el semáforo intermitente en amarillo. En la esquina dos jóvenes esperan vaya uno a saber qué. Sobre el vidrio del ventanal una mosca, del lado de afuera, buscando, pidiendo permiso para entrar a compartir este vacío. Mejor no, que siga su camino, no quiero animales en la casa. Necesito ideas, ese otro tipo de bestias que acompañan, que construyen, que destruyen. También quiero un mate. Vuelvo a la cocina con el papel en mi mano. En la heladera hay media botella de agua, el calefón tiene su llama azul, la hoja sigue en blanco. La enrollo, la acerco a la llama, se enciende, comienza a crepitar, la acerco a la hornalla, giro la perilla y la magia está hecha. Si mi vida fuera tan sencilla, si tan solo pudiera con una hoja de papel encontrar eso que busco; sí, claro, si así fuera dejaría de tomar mate.

 
Leer más...

from Decires

✒️ Y, ¿cómo será morir?

Ese instante en que nos enfrentamos a la muerte, la miramos a la cara y le decimos: -¡Hoy no! Rajá para la puerta de al lado, que tengo cosas que hacer.

Esto, más o menos es lo que nos dice James Joyce, en su Ulises (en las palabras rioplatenses de su traductor Marcelo Zabaloy).

Resulta que esas palabras me llevaron a pensar sobre las muertes, la definitiva y las otras, esas muertes pequeñas, cotidianas. Esos instantes en que, poco a poco, perdemos algo de nuestro ser o, si se quiere ver de otro modo, quizás desde la vereda opuesta, sean situaciones en las que ganamos algo en nuestras vivencias, en la experiencia del transcurrir y atravesar esta realidad, la nuestra, la única que realmente es verdadera. Y me refiero a esa realidad única y propia, interior, porque considero que las otras también llamadas realidades, esas que llegan impuestas desde el entorno, no son realidades reales, sino extractos de vivencias creadas para el provecho de quienes se suelen aprovechar de las no vivencias de quienes dejan que les reemplacen la propia realidad por fantasías sistémicas.

Pequeñas muertes. Amigos que se alejan, humanidades con quienes perdemos el contacto; libertades que se quitan. Situaciones en las que nos exponemos y salimos lastimados, vacíos propios de la vida en sociedad; y hasta el amor con su petit mort que tanto nos fortalece en su explosión vital. Y luego, la definitiva. Esa de la que deseamos escapar, evitar, esquivar, eludir… pero que, puntualmente llega a su cita.

Te invito a un brevísimo viaje al mundo griego antiguo, para conocer lo que ellos pensaban del mundo de los muertos.
Supongamos que tenemos una máquina del tiempo y que podemos retroceder unos 2500 años, allá vamos…

Llegamos a Atenas, allí están sus habitantes reunidos en las polis. Para las personas que estamos viendo, el guardián del inframundo, el señor del reino bajo tierra, el rey de los muertos es Hades. Hades es una de las divinidades más poderosas de todo el panteón clásico, él cederá el poder solo ante su hermano Zeus. Debido a su papel de señor de los muertos, Hades rara vez abandona el inframundo para visitar la tierra, por lo que en escasas ocasiones se mezcla en los asuntos de los mortales. Podemos mencionar, como ejemplo de ésto, a Odiseo, a Orfeo o Eneas, héroes que tomaron la decisión de descender al reino de los muertos en sus viajes, y que son quienes involucran a Hades en las grandes sagas épicas de la literatura helénica.

Cuenta la mitología que Hades es hijo de Cronos y Rea. Cronos, temeroso de correr la suerte que él mismo había dispensado a su propio progenitor (recordemos que Cronos, hijo de Gea -la tierra- y Urano -el cielo- derrocó a su padre y gobernó durante la edad dorada), tomó la decisión de ir devorando a todos sus hijos a medida que éstos iban naciendo, de modo que ninguno de ellos pudiera desafiarle y arrebatarle el poder una vez llegado a la edad adulta. De esa manera el pequeño Hades fue engullido por su poderoso padre. Sin embargo, Zeus, otro de los hijos de Cronos y Rea, consiguió sobrevivir gracias a un engaño de su madre y al llegar a la edad adulta, desafió y derrotó a su padre, liberando a todos sus hermanos de las entrañas de éste. De este modo, Hades quedó libre y se unió a su hermano Zeus en su lucha contra los titanes para hacerse con el control del mundo, en la guerra conocida como la Titanomaquia. El dios Hades poseía un casco de invisibilidad que era un arma única, que le había forjado los cíclopes en las fraguas de las entrañas de la tierra. Oculto gracias a los poderes de este artefacto, logró infligir grandes daños a sus enemigos. Tras la victoria, Zeus decidió repartir el universo con dos de sus hermanos, eligió para sí mismo los cielos, mientras reservaba el gobierno de las aguas y los océanos a Poseidón.

A Hades le correspondió el mando sobre el mundo subterráneo, lugar al que se dirigían las almas de los mortales tras su muerte. De este modo, el dios Hades se convirtió en el señor del inframundo. Por otra parte, el término hades en la teología cristina, y en el Nuevo Testamento, es paralelo al hebreo sheol, que significa “tumba” o “pozo de suciedad” y alude a la morada de los muertos. El concepto cristiano de infierno se parece más al Tártaro griego, que es una parte profunda y sombría del Hades usada como mazmorra de tormento y sufrimiento. Para los griegos, los fallecidos entraban al inframundo cruzando el río Aqueronte, trasladados por Caronte, quien cobraba por el pasaje un óbolo, una pequeña moneda que ponían en la boca del difunto sus piadosos familiares. El otro lado del río era guardado por Cerbero, el perro de tres cabezas derrotado y domesticado para sí mismo por Heracles (o Hércules para los romanos). Más allá de Cerbero, las sombras de los difuntos entraban en la tierra de los muertos para ser juzgadas. Los pobres y aquellos que no tenían ni amigos ni familia se reunían durante cien años en la orilla cercana. Ya desde Grecia, los pobres sufren mirando lo que no pueden pagar, en este caso el ingreso a Hades. Esto es lo que creían los griegos y que tanto nos sigue maravillando e inspirando para escribir historias, hacer teatro y cine. Como me ha comentado una amiga actriz: “Ya está todo escrito, sólo nos queda copiar y recrear”. En eso estamos.

 
Leer más...

from fragmentos etnográficos de la ciudad monstruo

Era un hombre joven pero muy desgastado. Estaba en los huesos, su ropa se veía sucia y llevaba en la mano un bolillo.

Así subió detrás de mí al microbús. Algo le dijo al conductor que le autorizó pasar sin pagar y dirigirse a los pasajeros. Una escena típica.

Eran las 6:40 de la tarde, el cansancio y el tedio a esa hora eran evidentes en la mayoría de nosotros. Y a pesar de la indiferencia generalizada, aquel joven alzó la voz y comenzó a declamar, rapear, susurrar... hablar para las demás.

De su boca salían palabras sobre la vida y la felicidad, palabras enunciadas desde una inmensa serenidad. Mientras echaba rimas, extendía su puño para saludarnos. Quienes respondían a su gesto eran correspondidos con un agradecimiento. yo sí junté mi puño con el suyo, era la forma en que nos hacia sonreír.

Avanzó por el pasillo del microbús y se detuvo con una señora, algo identificó en el derostro la mujer, porque comenzó a darle palabras de aliento durante varios minutos.

Pensé que en algún momento pediría dinero pero no lo hizo. El no había subido para pedir sino para compartirnos su pensar y su sentir.

 
Leer más...

from Decires

✒️

La coherencia del incoherente

El mataburros oficial, en su segunda acepción, nos dice que coherencia significa actitud lógica y consecuente con los principios que se profesan. También señala que su antónimo es, como todos sabemos, incoherencia.

Durante los últimos meses -estamos en marzo de 2024, en Argentina- he pensado bastante en estas dos palabras opuestas. Luego de rumiarlo lo suficiente (¿acaso es posible ponerle un punto final a esos pensamientos recurrentes?), concluyo en un interrogante que vuelve a activar algunos procesos de sinapsis en mi maltratado bocho: ¿Existe coherencia en los dichos y acciones de un incoherente?

Quizás con un ejemplo pueda resumir en algo esto que deseo expresar: Una persona X llega a un puesto de poder en base a promesas delirantes e incoherentes con respecto al sentido común. Obtiene ese cargo gracias al apoyo de una limitada mayoría que, según lo que se puede apreciar, se han dejado convencer (quizás descreídos de las ofertas de otros postores al ¿trabajo?) de que la única forma de mejorar es empeorando. El individuo obtiene el puesto mediante nuevas incoherencias ya que convoca a otros candidatos al ¿trabajo?, a quienes días antes defenestraba. Esas ¿personas? no se preocupan por ello ya que su ambición desmedida puede más que cualquier tipo de ética. Desde el día uno de su (indi)gestión se dedica a lanzar una incoherencia tras otra (recordemos que eso es lo único que sabe hacer). Se dice, se desdice, amenaza, agrede, censura y todo en nombre de la libertad (nueva incoherencia).

Es en este punto de mi planteo que nace la pregunta que inició este escrito: ¿Existe coherencia en los dichos y acciones de un incoherente? A mi modo de ver, la coherencia de este incoherente es total, ya que propone constantemente incoherencias que, en el fondo de su ser, conforman su espíritu y, por lo tanto su coherencia.

 
Leer más...