África.
Todos los días
una niña,
tres horas son pocas
de camino en polvo y roca
hasta la fuente desde casa.
Ida y vuelta.
Ni se lo piensa
selva adelante
o a través de cualquier meseta
seca y árida.
Muertos de sed y hambre.
En casa, en donde sobra el agua,
a veces la gente se emborracha
cual deporte de la patria,
así acaba la sobremesa en España.
Hay prisa,
las horas sobran
para ir a la peluquería,
es hora de la siesta.
Podría sentir por ello vergüenza
mas no la siento,
sí la siento por no hacer más intentos
para evitar que suceda.
Me comí letras y palabras.
También ideas enteras
reducidas a una que habla de sed
y de que no se ve.
Emborrachado de tanto tiempo
para no hacer nada
a poco que pienso me pierdo.
Como si pensara escribo pensar.
Pensar piensa la niña
en cómo acarrear el agua otro día
sin que se la coma la alimaña
mientras suda las cántaras en la espalda.
Esa barandilla no existe entre los leones,
si te miran y te cogen te comen.
Dos punto cero, compartiendo,
es la moda al principio del tercer milenio
aunque ya anunciada antes de los evangelios,
antes incluso de lo que aquí escribo.
Lo dijo Jesucristo en el primer siglo,
ayuda al compañero que lo necesite,
pero hubo mucho listo desde siempre
al que le gustó demasiado el dinero
y, disfrazado, ejerció de cacique.
Fueron los dueños de esa avaricia
los que a Jesús dieron muerte
y negaron el valor de su vida.
Hermoso fue el mensajero
como el mensaje es bueno,
no así los herederos.
Aquellos.
¿Tú? ¿Yo? Y estos.
Está escrito muy claro.
“Ayuda al necesitado”.
Camino del Calvario,
dos palos que aún seguimos atormentando
de encarnado ajeno ensangrentados
empuñando el látigo.
Todo fue
mente adolescente,
la vida en la calle y la memoria
en mi mente,
mente toda
todo queda
todo grabado en mi historia,
todo su ser.
Fueron, las hermanas, mayores
de edades que el tiempo acerca
y ahora ya no importan,
bellas.
Hirviendo detrás de la piel que hay en la frente
quisiera una novia así cuando sea mayor,
quisiera que sea como la niña preciosa,
dije.
No era cuestión de amor
ni de sexo ni de filosofía ni de religión,
solo belleza pura
que algún dios repartió
casi nunca.
¡Qué dijo Borges de los tigres!
Después.
Músculo que se resiste,
yemas de piel
embisten,
embiste.
La belleza continúa
delante de la frente
conque
quisiera una novia como la niña preciosa.
No duele.
Eléctricamente se estiran y se encogen los tendones.
¡Borges lo vio en sus tigres!
Míster.
Agua que hidrata.
Iturria
acentuada en la a.
Agua de lluvia
gota a gota en la piedra araña
la roca caliza
más y más y más,
masaje que arrastra
del mármol negro la veta blanca.
Agua de seda fina
en piedra lisa de Markina,
o zarauztarra.
Iturria.
A la tierra la elegía un griego,
al aire lo prefería otro,
la luz ya es el fruto del sol,
el agua es vida y es todo.
Demiurgos de distintos cielos.
Una brizna de hierba
se enrosca dentro de la tierra
y le bebe su esencia,
la savia por dentro la riega,
con la luz y el aire trabaja
la verde y esbelta planta
sin necesitar más nada.
Una brizna sola se basta.
Nace, crece, vive,
se reproduce mientras existe,
muere.
Y casi no se mueve.
Verdes, azules, blancos,
no le hace falta marco a tan bello espectáculo.
Vida, todo vida.
Esencias
que se piensan.
Se dibujan
pretéritos de figuras
en busca de una idea
y se saludan
cuando el ojo las ha paseado.
Los dedos cincelan
lo que el interior de la calavera idea.
Pesan en la nada,
las miras
y aunque nada te digan
ocupan la ausencia de algo,
un sitio en el espacio,
tiempo en la retina.
Se miran.
Se estudian.
Gustan, no gustan.
Alguien las elige,
se padecen o se viven
esculpidas en nuestras vidas.
La escultura,
no queda más salida
que aceptarla en el mismo sitio todos los días.
Anónima obra
para la mayoría de las miradas que la visitan,
inmortalizada en las memorias
de algunas pocas vidas.
Esculturas desconocidas
de desconocidas historias,
si se conocieran muchos valores cambiarían
y odiando algunas conocidas
se amarían muchas desapercibidas
anónimas obras.
En la primera vez
yo era niño,
no supe qué hacer
con las letras de mi escrito,
nunca me enseñaron a ver el placer
infinito
de colocar las palabras al escribir.
No me lo enseñaron en la segunda vez,
no supieron enseñármelo después.
Si me hubieran hecho ver
cuan divertido
resulta el hecho de estar escribiendo
qué inesperada alegría de vivir
hubiera sentido,
si me hubieran hecho ver
que siempre es mejor juego
las letras en su ir y en su venir
que cualquier baraja de naipes nuevos,
si hubiera sabido...
Lo aprendí luego.
Tensión de cuerdas.
El puntal clavado en el cielo se abre
escapando las letras,
las telas estiradas rasgan los metales
y por las hendiduras,
pequeñas y enormes grietas,
se escurren las frases
que escriben en el aire las musas,
o lo que es lo mismo,
mi cerebro hace bailar partituras
sin producir ruidos
con las odas inventadas en el grosor de un cable.
Imaginadas,
son las palabras globos en el aire
que llenan la bóveda celeste de racimos
causantes de la alegría que me place
deletrear esos sonidos.
En el desierto un coche negro
lleno de arena blanca salada,
en el desierto sin agua ni hielo
veo una cascada delgada y alta,
en el desierto la espuma salta
evaporada de alegre pensamiento,
en el desierto un avión que no pasa
raya todo el recorrido del cielo,
el desierto infinito, también con agua,
nada todo entero dentro de mi sueño.
El cielo azul de luz manchado
en el agua ya libre reflejado,
la arena casi blanca
de las aves playa
convive con la hierba verde,
las piedras y el puente.
Biotopo no soñado
que desemboca en el mar Cantábrico
es sueño real y trocito de paz
en el que disfruto al pensar.
Ávida de agua,
sedienta,
ansiosa por beber
y llenar cada poro de su ser
en segundos
hasta sentirse llena
cual frase antes del punto
con todas sus palabras,
a gusto.
La bayeta seca.
Trampa de microbios
poro a poro,
entre los pliegues
cárcel por un momento corto
de una suciedad que atrapa
y al mundo de lo sucio vierte
para volver a la carga
con la ayuda del agua.
En la sala de espera privada
el tiempo, esperando, pasa.
En la sala de espera de Osakidetza,
un minuto, y tu tiempo es el que pasa,
sencillamente, te adelantan.
Así funciona lo que mal funciona
y así funciona lo que bien rueda,
en uno no eres lo que más importa,
en el otro, comparando, como la seda.
Está pasando en esta ocasión
como pasó en otra anterior,
y en otra.
También pasó más veces,
casi siempre.
Aún recuerdo aquellos médicos,
como aquellos trenes,
de cuando era pequeño,
entonces todo se retrasaba
y si era privado no importaba,
también lo público mal caminaba.
Aunque las comparaciones sean odiosas
lo escribo mientras espero
después de terminar otras letras
también relatadas como en verso,
lo dejaré escrito para siempre
tal y como quede
aunque ya es esto relleno
esperando la hora en ausencia de veneno.
Porque escribir me divierte
no se eterniza mi tiempo.
Un autobús ya se pierde, ya no llego,
veinticinco minutos tarde
mientras escribo en la tableta
están siendo los culpables.
Releeré corrigiendo desmanes
y pequeñas o grandes faltas.
Espero no escribir nuevas palabras.
El tiempo,
desde ahora hasta luego,
después vendrá más tiempo.
¡Cuántas palabras perdidas
no escritas
por no estar sentado para escribir!
¡Ninguna!
Caminan todas juntas
y esperan su hora de vivir
a que les dé forma la tinta.
Palabras
palabras
palabras
esperando que las unas
todas juntas
por un espacio separadas,
empieza
y escríbelas.