Paseos de Semana Santa
El agua de lluvia ausente y el sol viéndose desde el este hasta el oeste para que pasearas; en los días de La Semana Santa era lo que las palabras deseaban.
Algunas veces tuviste suerte, otras me soñé soplando los vientos que jugaban empujando nubes y agua para que lloviera lejos, para que no hubiera barreras que impidieran que, si quisieras, pasearas.
Otras veces los cántaros se vaciaron y descansaste mientras los sueños que soplaron y soplaron empujando el aire las cataratas condensadas se llevaban a otra parte. Lejos.
Así lo quise, quise soñarlo y si no lo hice, si no conseguí el sueño deseado no fue por no dormirme pensando en tu sueño.
De cualquier forma tuviste tiempo para pasearte, para descansarte en casa y en la calle, a la orilla del mar, bordeando la falda de la montaña, en la cumbre y más allá en donde la libertad está rodeada solo de aire.
Pequeño texto que es masaje en el que se revolcó mi cerebro cuando la Semana Santa se fue lejos.
Eterno masaje en la arena acariciada desde que la noche empieza siempre hasta que ya escondido el sol vuelve con su luna blanca siempre cambiada a empezar igual masaje Eternamente.
Lamer de las olas sobre la mar rotas en cada grano con mimo aterrizadas volverán todas las evaporadas gotas después de dar de beber en el cielo con su eterna enamorada a besarla.
Espera siempre bailarina y juguetona la caricia constante de la espuma blanca la arena de la playa. Profundo o calmo bello masaje eterno.