La primera vez

En la primera vez yo era niño, no supe qué hacer con las letras de mi escrito, nunca me enseñaron a ver el placer infinito de colocar las palabras al escribir. No me lo enseñaron en la segunda vez, no supieron enseñármelo después.

Si me hubieran hecho ver cuan divertido resulta el hecho de estar escribiendo qué inesperada alegría de vivir hubiera sentido, si me hubieran hecho ver que siempre es mejor juego las letras en su ir y en su venir que cualquier baraja de naipes nuevos, si hubiera sabido...

Lo aprendí luego.

La primera vez

Tensión de cuerdas. El puntal clavado en el cielo se abre escapando las letras, las telas estiradas rasgan los metales y por las hendiduras, pequeñas y enormes grietas, se escurren las frases que escriben en el aire las musas, o lo que es lo mismo, mi cerebro hace bailar partituras sin producir ruidos con las odas inventadas en el grosor de un cable. Imaginadas, son las palabras globos en el aire que llenan la bóveda celeste de racimos causantes de la alegría que me place deletrear esos sonidos.