Lo ya escrito

Lo que escribí en otros sitios.

Desprecio ajeno

Sesos a la cazuela en un cerebro que piensa trabajando con la calavera mientras las neuronas huelgan, así es el fiero atleta constructor de nuestro tiempo cuando apunta sus ojos con total desprecio y con aplomo a contar moneda a moneda un dinero, que sin existencia, vislumbra en el futuro que laboran las gentes que hormiguean la tierra.

Desprecio a sus conciudadanos, que no hermanos, aferrando entre los anillos de las manos y en las cazuelas de los bolsillos, en virtuales monedillas, su futuro trabajo, el pan de mañana, el agua que beben, la vida y el alma, y los hijos, y las hijas, y la muerte.

Desprecio al mar engalanándolo de plástico, de barato aceite, de heces de barco y de muchas basuras más; vaciándolo con sus redes y con sus artes de atraco de algas y de peces, y de crustáceos, y de delfines, y de ballenas y cachalotes, y de todo lo que vive, incluso de los tiburones; que suya es la cazuela, de los señores.

Desprecio a la tierra, y a los árboles, y a los ríos, y a las lechugas de los pobres y a la hierba de los ricos, llenando el silencio de gritos de hormigón y de asfalto, y de metales, y de más plástico, y de pozos negros, y de aridez seca como seca tengo la calavera.

Yo también desprecio como tú o más y sabiéndolo quiero adecentar la casa de mi cerebro haciendo de la cazuela hogar, poco a poco cada vez menos holgar y viviendo pronto despreciar cero. Avanzo en el intento.

Desprecio ajeno 2


Mar de luna nueva, Poseidón altivo, y yo, que lo miro, lo vivo. Es la mar en guerra.

Hoy caminó vengativo el tridente erguido.


Mar de sol y brillo caricias de aire limpio, y yo, que lo miro, lo vivo. En el mar pulido.

Cuando las estrellas amanecen yo despierto, al anochecer.

Salpica el cielo luz que casi no se ve y mi mirada que por él se extiende, a veces, se detiene y miro si el tiempo no entorpece el negro de luz henchido.

Casi siempre la luna me sonríe tumbada a izquierda, a derecha, sencillamente llena, o callada en ausencias, mas yo sé que siempre vive.

Despertándome


Electrones corrientes en subterráneos cables para la noche encendida,

fotones que vienen a mis globos oculares cuando se detienen en electricidades electrones corrientes,

en las eléctricas ciudades electrones corrientes disfrazan la noche en día.

Electrones corrientes.

Papel que ya no das miedo la pantalla te está ganando blanca y sobre ella escribiendo con las yemas de los dedos gastadas vas quedando olvidado. Blanco.

Sin tiempo.

Papel en blanco


Papel, aunque rápido corre todo, más cada vez, poco a poco voy pensando que volveré a usarte en los libros ya comprados, antes, los que un día me vendieron y hoy son míos, los que puedo llevar en la mano, los que puedo prestar esperando que me sean devueltos aunque no los vuelva a ver más, los libros que puedo regalar aunque ya los haya leído, los libros míos de verdad.

Mis libros.

Nunca dejo de leer. Todo tan rápido es que a ti he de volver. Ya, papel.

En la boca de un gobierno la mentira sería la horca y el eterno destierro de su política así como el ostracismo de los dueños de bocas tan asesinas, el olvido.

Eso no pasa en mi pueblo en donde mentir es cosa de todos los días a cualquier hora sin importar la verdad de la palabra ni quien la calla, tampoco importa, nada, que el mentiroso sea compulsivo.

Mentiras gobernadas


Problemas cuánticos

Nanotubo enano investigado

Político corrupto sonriente

Algo no rima, política.

Oscuridad y luz dos maneras del mirar, del ser y del estar, yo y tú nos habremos de ayudar sin importar cuál tiene menos o cuál tiene más. Sin importar quién da Importará actuar.

Oscuridad y luz, yo y tú igual aunque nos queramos diferenciar en el tú menos y en el yo más, sin importar la calidad importará que los dos somos el mismo pan y el mismo cuchillo de cortar.

Oscuridad y luz, no está en ti el mal ni soy yo quien te desangra, una moneda que te falta con el billete que deseo son la pobreza que bebemos, son la salud esa que se arrebata, esta que no se quiere dar.

Oscuridad y luz, quizás no sea yo ni seas tú lo importante en tanto mal sino cómo usamos el material.

Oscuridad y luz


Está en el patio la luz como está la oscuridad, está dentro de mí la felicidad siempre a salir en tenaz alud.

Decidir, tan fácil como detenerse y escribir.

Esperar mientras escribo es dulce espera si no me apuro y desvivo porque el tiempo apremia empujando luego,

aunque si sí empuja también mejor espero escribiendo que haciendo de la espera locura en el meollo de mi cabeza. Disfrutar del tiempo.

En la espera


Entre los árboles palacio de salud, sangre roja, sangre azul, tubos que beben de las venas la sangre sin importarles el color de la savia,

ojos que escrutándoles sacuden sus vidas ajadas aferrando las raíces a la vida que late cual garras del viejo tigre,

manos de enfermera, terciopelo, sonrisa siempre amena ante el miedo, siempre beso,

en el Centro de Salud roja, verde, sangre y savia que rejuvenecen la calle que vive y la vida que envejece.

Corazones.

En las rótulas de los huesos encajado en el cartílago el frío desmenuza los músculos todos juntos, y los tendones,

las uñas de los pies laceran clavadas en la piel de unos dedos de cristal que sin sentir el tocar cortan el respirar al rozar, lo qué da igual,

choca la superficie de la mano al lado, rozando, la corteza del árbol que, emperador del silencio, ha quemado las yemas de los dedos; el dorso agrietado rasga las células que se encogen cuando la palma, acartonada, atrapa las uñas de los dedos insensibles,

la sangre oscura e incansable hierve roja escuchando las razones de un corazón que late indomable, pacífica bomba que me hace libre,

también cuando el frío no perdona.

Sangre y frío


Colores y luces fotografiados en muchas veces, muchos amaneceres con el sol dibujando las nubes.

En el calendario pensamientos del cerebro corren estáticos sin suelo ni cielo esperando a ser pasado en un presente inexistente de un futuro incierto en el que desvanecerse.

Nota de calendario


En una noche cualquiera líneas paralelas repetidas en la lluvia sostenida cual velas eléctricas.

palabras para leer.

Hoy vuelvo a esperar el tren sentado mientras escribo en el teléfono. El tiempo va pasando. Aparece corriendo y una luz encendida en su locomotora lo anuncia, detengo las letras todas.

Rápido y sin enterarme de lo que esperé ya me senté viajando eléctrico. Escribí pocas letras, tan solo céntimos, pero voy a echarme una siesta.

Volveré en otro tiempo, como Termineitor.

Toda la mirada, agujeros negros en cielo azul y mar blanca,

la mar con sus espumas blancas fija la verdad hablada, dos mares que hablan de emociones, dos mares que hacen cierto el verbo y el palpitar de los corazones,

redondos y pequeños soles negros, dos que dos son los ojos, que en el cobalto se agrandan cuando la luna no da luz en la noche sin brillo,

alborada, si miramos el sol del cielo, si la bombilla se enciende, los soles pequeños y negros del centro se hacen más niños, empequeñecen,

el cielo azul eres tú, dos universos lindos que me besan cuando te miro.

La mirada


En la noche, en los sueños, invisibles como los cuentos felices pensamientos brillan oro en la superficie del cobre.

Paz viva. Intermitente, luz que destella que se apaga y que se enciende, encendida siempre la quiero nuestra. Paz viva.

Encendida en la vida nos traen algunos la guerra con su soberbia y su avaricia para acabar con ella. Destierro la guerra, asiento con fuerza la luz del día para conservarla tuya y mía con el poder de nuestras sonrisas.

Compañías de tristeza, la importancia de su vida es la muerte y su venta para destruir la vida ajena. Todo por unas monedas. Viejo, joven, niño, niña. ¡Qué importa quién muera! Tristeza de empresa.

Armas de niño. Construir armas niñas, en su tamaño chico diseñados gatillos para que los maneje un niño de manos aún limpias. Pequeña mano barata esta elegida para disparar la bala. Niños... Niñas...

Tristes ejemplos de la vida. Hay un General en su silla y otro que fuma, paga y manda, quiero sacaros de la cárcel a un mundo de libertades.

Destierro la guerra


Formación de guerra. ¿Quién es quien ordena? La miseria.