Lo ya escrito

Lo que escribí en otros sitios.

El tiempo, trozos de vida que pasan escondidos en migajas, el segundo que late sin disfrutar fibrila sin son en el universo y nunca más se ha de recuperar, o eso creo.

En un momento infinitos tiempos, entre infinitas posibilidades todas se han de fugar menos una, la tuya, un tiempo para mirar. Que ningún segundo se escape, que todos sean de la felicidad cuna.

Hacer de las yemas que duelen placer de un cerebro que siente, hacer de las yemas que no duelen placer de Reyes.

Acariciando los recuerdos.

Siendo una la pregunta que me hicieron entre todas las respuestas me detengo para disfrutarla entre las letras. Que corra el tiempo mientras se escriben ellas.

El tiempo


Se hizo el segundo velocidad confundido con el minuto.

Loca,

se detuvo a mirar paladeando los momentos de uno en uno mientras olía al respirar y supo, haciendo suyo el segundero, cómo la volvía a acariciar la inexistencia del tiempo.

Porque quiero que seas feliz te deseo felicidad sin olvidarme de sonreír sintiendo que también sonreirás,

porque nace un día nuevo te deseo toda la libertad para que quede tu corazón lleno y repartas con los demás,

porque no me gusta la guerra te deseo paz, no paz clueca sino la paz sin heridas de verdad,

porque quiero darte la mía te pido tu amistad para sumar tu sonrisa en el granero de mi felicidad.

Además es Navidad, que brinquen tus pupilas de alegría y, sin pedir más, con tu mirar compartas y lo digas.

Es grande el placer al saludarte, Lisardo Sobrino Fernández.

Pupilas en Navidad


Como semillas que se esparcen

que corra la paz como el sol desde el Oriente hasta el Occidente regando en todo el Norte y en todo el Sur la Navidad de felicidad y de amor y de salud mojando las lágrimas en labios sonrientes.

Felicidades

Cuando llegué eras muñeca, bonita muñeca por cierto que vestía en el color de la rosa mientras Picoteaba letras. ¡Que me enseñaron tantas cosas!

Después fuiste sonrisa y sonrisa sigues siendo, una sonrisa hermosa que yo preciosa considero, y golosa, y virtual, y galana, la más galana de Picotea dibujando siempre con cariño las palabras.

Guadalupe García Rincón, {lupe} para los amigos, y yo que quiero serlo, lo soy.

Con cuatro letras te doy un beso y con todas las letras te felicito el año entero. Con cariño.

Rincón y sol


El sol de Picotea amanece todos los días escribiendo letras y a los picoteros se las dedica, hoy con estas letras felicito con cariño y emoción al sol. Guadalupe García Rincón, felicidades, Princesa.

Agotada la carga de la batería. Es cosa extraña no solucionar enseguida un problema con la batería que tienen todas las empresas.

Miro una pequeña planta de hojas verdes y frescas y toda la energía que necesita la bebe sin problemas. Creo que no posee inteligencia.

Es posible que el ordenador que me rige se apague repentinamente si me falta el alpiste o los electrones de la compañía eléctrica, aunque me vanaglorie de mi inteligencia.

Dependiendo de actividad monetaria la cuestión acaba resultando triste y si de ello depende la muerte incluso tétrica. También en ello influye la inteligencia.

Hierba, te dicen sin inteligencia, no sé si te molesta que te pisen ni en qué piensas, sé que creces verde y fresca. ¡Qué bien vives!

Agotada la carga de la inteligencia


La inteligencia en el poder, ser o no ser, he aquí la basura

que es al menos tan redonda como nuestra cultura, como las monedas del poder.

Viajando en tren ya no hay billete y si lo hay yo no lo uso, uso una tarjeta que no es electrónica en una máquina sin boca y afónica, pero que funciona como si lo fuera, con electrones que se transmitieran o algo que se le parece mucho, que ya me entero poco de estas cosas tan modernas. ¡Lo que hay que ver!

Aprender. Mi tarjeta es el billete y con ella, sin llevar dinero encima, me cobran, parece una maravilla. Ha pasado la revisora y con una maquinita que sí es electrónica revisa que pasé mi tarjeta por la máquina expendedora que no expende nada. Casi me da la risa mientras, tontito, escribo estas palabras. Viajo a la moda, para mí el último grito.

Ya no hay billete


Luz y electricidad, viajan electrones que vienen y que van, y vidrio, que no cristal,

y metal, mucho metal y plástico y otros materiales más. Lo llaman modernidad.

Aviones a reacción que atraviesan las nubes en el cielo, lanzas clavadas en algodón mientras escribo sueños que allí dentro trescientos cerebros gritan al asustado corazón. ¡Tranquilo, hoy no hay muertos! Vidas que viajan en cajas de cerillas.

Corazones de avión


Una pantalla azul y blanca lanceada.

Redes que se tejen en el aire, fuego que explota en los motores, vibra el aire, blancos que estallan en los alrededores, alas cortando el aire, cables también culpables de las telas entre los átomos, aviones más lentos que el ruido, o más rápidos, electrones a increíbles velocidades.

La red de las palabras atravesada de letras enmarañadas en una irrealidad que engaña.

Dos máquinas, dos vagones, una arrastra a los otros tres por dos raíles que conocen el poder de mi tren al correr.

Verás en otros escritos que te digo verdad mas no vayas a la estación solo a observar que el tren son cuatro y no más, que mi tren es especial.

Mi tren es de Euskotren y de mi propiedad, lo miro con cariño y lo cuido con mimo. Mi tren es de todos, es un tren para viajar.

Mi tren es mucho más y mucho más tiempo tengo para contar pero ahora he de bajar.

Así es mi tren


La transformación del tren, un antes en un después.

Una señal en el borde de la carretera o en el interior de la calzada está colocada para obedecerla y en el radio de su influencia evitar daños en la circulación rodada, a los vehículos, a las personas, y si los hubiera a los animales, sea la culpa de un peatón cualquiera, de vehículo con ruedas varias o de cualquier actividad extraña.

¡Obedece! Es porque nos protege no porque deseen molestarte. Sí, obedece por el bien de la gente.

Señal de circulación


La señal es bastante clara, prohibido parar, la crisis lo avala y el desahucio de vidas humanas.

De lo que ha de ser materia en el universo nos falta conocer más del noventa por ciento, o más, o menos ¡Qué poco sabemos!

De lo que pasó en tiempos viejos lo imaginamos todo y todo lo que imaginamos lo modificamos con cada nuevo tesoro. ¡Conocernos tan poco!

De lo que pasará en el futuro imaginamos más que antes, sin acertar aunque las evidencias resulten ser palpables y flagrantes. ¡Somos tan poco perspicaces!

El tesoro más importante que poseemos, la vida libre, lo cambiamos por el papel de un dinero que ya no existe. ¡Qué ignorancia tan sublime!

Ha de haber alguien que de verdad sea inteligente para haber llegado nosotros desde el principio hasta el presente. ¡Alguien que de verdad piense!

Qué poco sabemos


Sin querer ver se hace la vida noche dejando que con el miedo fabriquen pobres aunque de estrellas esté el cielo lleno y se llenarán de agua nuestros pies antes de mirar al mal para saber quién es e intentar elegir el cielo o este infierno.

Sin darme cuenta las rayas negras de un tigre me atraviesan y las amarillas hierven secando el calor en las venas, la sangre congelada en rodajas aplasta en las sienes, los brazos se erizan en cabellos encabritados cual lanzas dispuestas al degüello, eléctricas serpientes disparan febriles todos los nervios en un cuerpo tenso y pétreo, entera vida detenida que en un instante que no suspira explota y la sangre que ataca estalla vencida por el miedo agazapado de la que nunca fue indefensa víctima.

Temí como la fiera que fui y maté por no morir otro atardecer.

Miedo


Temor de infierno el cielo sobrecoge lumbre de miedo y goce, continuo miedo bombardean los malos hombres.