hijodelagalaxia

la primera vez que oí hablar del Shabbath fue cuando hice mi primera comunión: se hablaba de un día de reposo que se celebrara debido a que el dios bíblico descansó en el último día de la creación. en el mundo de la academia se escucha mucho el término “año sabático” para referirse a un año sin clases pero con paga.

no fue sino hasta este año que volvió a mi atención lo del shabbath gracias a una serie de nesflis que se llama “Nadie quiere esto”. es una serie palomera, pero algo que resaltó mucho para mí fue la centralidad que tiene el shabbath para el pueblo judío, a diferencia del catolicismo que aunque lo menciona no es obligatorio celebrarlo -creo que todo en el catolicismo es opcional al final del día-. lo que más me llamó la atención del shabbath fue que lo describían como un día de descanso, pero no a la manera del fin de semana capitalista en donde uno descansa para regresar a trabajar y que le exploten. el shabbath era otro tipo de descanso, del tiempo habitual, pero también era un tiempo para reconectar con la familia y con el dios hebreo, por supuesto.

en este punto debo aclarar que no profeso ninguna religión ni creo fervientemente en el dios de ninguna de éstas. ¿entonces cómo se me ocurrió celebrar el shabbath dadas estas circunstancias? por estos mismos días había estado leyendo y encontrándome muchas cosas sobre los jardines digitales, el neoludismo, la “descomputarización” de la vida, la lucha contra los algoritmos y un largo etc. ver la serie fue el punto de partida para plantearme la posibilidad de “secularizar” -a falta de una mejor palabra- el shabbath. ¿cómo sería celebrar desde un punto de vista no religioso, pero sí espiritual, un evento parecido al shabbath? entonces comenzó mi investigación sobre este día para lxs judíxs.

hubo cosas que descubrí que incorporé a mi propia celebración y perspectiva del shabbath:

  1. el shabbath comienza el viernes cuando anochece y termina cuando anochece el sábado, es decir, que el “día” no se concibe desde el tiempo habitual productivo, sino siguiendo un poco las indicaciones del sol. me gustó la idea de que el tiempo no tiene que estar enclaustrado en la nomenclatura habitual de las 24hrs. sino que el mundo natural que nos rodea define cuando inicia y termina un día. así que, esto si lo mantuve de la celebración original.

  2. hay muchas prohibiciones relacionadas con el trabajo, y lo que se puede y no hacer. en esta parte no sigo el shabbath como se debe porque me da pereza seguir todas esas prohibiciones, por un lado, y por otro porque no me hacen sentido para lo que yo quiero con mi propia celebración. lo que decidí fueron dos cosas: no hacer ningún trabajo físico ni mental pesado y no usar nada digital. mi familia y amistades saben que durante este periodo mi celular estará apagado, y que tampoco usaré la computadora ni nada por el estilo. tengo un teléfono fijo en caso de alguna emergencia al que me pueden marcar. lo que me lleva al siguiente punto:

  3. leí en varios lados que el shabbath es también una forma de usar el tiempo para reconectar con personas, con nosotrxs mismxs o con dios. como yo no creo en dios, me planteé reconectar con el mundo natural que me rodea. entonces, durante mi propio shabbath hay tres cosas que suelo hacer e intercalo dependiendo de las circunstancias y mi estado de ánimo:

a) Pasar tiempo a solas en casa: cuando decido pasar tiempo a solas en casa evito salir lo más posible. aprovecho este tiempo para reconectar conmigo mismo, a veces sólo tumbado en cama reflexionando sobre lo que sucedió en la semana -un punto que tocaré más adelante- o simplemente siguiendo mi respiración. reconectar con unx mismx me parece que es algo que a veces debido a los ritmos de vida y de trabajo nos pasa de largo. b) Pasar tiempo con mi familia o mi pareja: reconectar con las personas que nos rodean es una oportunidad increíble, sobre todo porque muchas veces nos olvidamos de acercarnos a personas que a lo mejor ya no son tan parte de nuestra vida. aprovecho este tiempo para acercarme a mi familia sin la mediación de lo digital, es decir, tiene que ser todo presencial y pidiendo respetuosamente que se evite el uso de celulares u otros dispositivos. con mi pareja, suele suceder que hablamos por horas de temas variados, cosas que tal vez en la semana no pudimos comentar. enfrascarse así en una conversación es algo que difícilmente se puede hacer en otros días de la semana pero también creo que es algo que se ha perdido gracias a las excesivas mediaciones digitales. c) Reconectar con la naturaleza: acercarme a espacios naturales es algo que he hecho durante el shabbath. trato de que sean lugares cercanos porque lo que evito en el shabbath es desgastarme mucho físicamente. a veces esto puede implicar simplemente dedicarle más tiempo a mis plantas o contemplar el paso de las nubes o poner atención al canto de los pájaros.

4) leí también que el shabbath es un espacio de reflexión sobre lo que hemos logrado en la semana. tengo algunas preguntas ya hechas para cuando termina el shabbath escribir en mi diario y reflexionar sobre la semana: ¿fui lo suficientemente generoso? ¿fui consciente de lo que comí durante la semana? ¿cómo traté a mi cuerpo? y preguntas por el estilo. suelo cerrar el shabbath con un baño de agua caliente y la escritura de mi diario respondiendo a esas preguntas. todo eso me ayuda a iniciar la nueva semana o un nuevo ciclo de 7 días con una perspectiva más consciente.

5) y finalmente creo que uno de los beneficios que busco con esta celebración ha sido la reapropiación de mi propia autonomía cognitiva. se habla mucho de la economía de la atención, y la manera en la que yo lo interpreto es que el capital busca apropiarse de nuestras funciones cognitivas para que éstas estén alineadas a su lógica. mucho de eso tiene que ver con nuestra percepción del tiempo como lógica productiva dividida en minutos, horas, segundos, los cuales tienen que ser maximizados y eficientados en todo aspecto de nuestra vida. trato de escapar a esa lógica y sentir que el tiempo que dedico a mi shabbath es sagrado, que no es el tiempo del capital, y para ello, también me propongo no mirar el reloj durante todo ese periodo -a menos que mi shabbath en turno implique encontrarme con alguien a cierta hora-.

nada de esto es perfecto. hay días en que me he sentido muy mal y he necesitado mirar alguna película para sentirme un poquito mejor de ánimo. mi shabbath no es perfecto, y como no es un pacto con dios, como lo es en el caso del pueblo judío, puedo hacerlo sin ninguna culpa. el pacto es conmigo.

y como esto no es blog de auto ayuda no escribo esto con la finalidad de venderle a nadie un nuevo método de crecimiento personal, sólo quería compartir un poco de lo que he estado haciendo con ustedes, pero también, ordenar con palabras un poco lo que ha significado para mí integrar una celebración religiosa a una vida no religiosa, pero sí profundamente espiritual.

Crecí en los 90's. Soy parte de la generación que creció cuando el internet comercial comenzaba a llegar a nuestras computadoras personales. Tuve la oportunidad de tener un Tamagotchi, jugar el SNES sin un emulador en la televisión de casa de mis padres, grabar un casete directo de la radio y que lo virtual terminase en cuanto apagaba la compu o la tele. No podía llevar todo ese mundo virtual a la calle. Todo eso se quedaba en el espacio privado de mi casa.

Con la llega de los smartphones debo admitir que estaba muy emocionado de poder llevar lo virtual a cualquier parte a la que yo fuese. Seguir una conversación desde cualquier lugar, en cualquier momento y cuando yo quisiera. Revisar mis redes sociales, estar atento de cualquier novedad que subiesen mis amistades a sus muros de Feisbuk; la clave estaba en poder hacerlo en cualquier lugar en cualquier momento.

Las BigTech siguieron creciendo y el mundo de las redes sociales empezó a cobrar más relevancia en la vida de las personas. Incluso mis padres, que nunca se habrían interesado en Hi5 o hacerse una cuenta en un foro online, ahora eran más adictos al uso de redes sociales que yo.

Comencé a cansarme mucho del efecto que las redes sociales estaban teniendo en la manera en que nos relacionábamos todas las personas fuera de esas redes. Desde personas que en una fiesta estaban todo el tiempo mirando su celular, fingiendo que estaban presentes pero con su atención puesta en otro lado. También personas que sentían la necesidad de registrar todo lo que hacían en foto o video, mandando notas de voz a otras personas narrando lo que pasaba en su vida en tiempo real y un largo etc. de actitudes que, a pesar de haber crecido con la virtualidad, me parecían extrañas y cansadas.

Y que decir de las consecuencias que todo esto tendría en el mundo laboral. Por un lado, el que personas del trabajo con las que apenas uno cruzaba palabra de repente fueran “amigxs” en Feisbuk o seguidores en otras redes, pero también el hecho de que redes como Watsap dieran la impresión que todxs teníamos que estar disponibles para el trabajo cuando fuera y en donde fuera.

Afortunadamente hoy día no tengo un trabajo que me requiera tener Watsap ni un jefe. Y eso en gran medida me ha llevado a que tenga mi móvil apagado casi todo el día, salvo cuando necesito un taxi de aplicación o alguna cosa inmediata. A medida que he tenido apagado mi móvil más ha sido evidente para mí el cansancio que ahora me provocan los mundos virtuales, especialmente los de redes sociales y apps de mensajería instantánea. Incluso aquellos que son descentrados, como Mastodon, o chats XMPP. No es que no use estos últimos de vez en vez, pero lo que me cansa es la dinámica en que nos pone lo virtual, por más ético que sea el diseño de las plataformas que usamos.

He tenido una cierta urgencia de “realidad”. De sentir que los espacios que habito no son virtuales. Por una parte, una de las cosas que más me dan lata últimamente es el flujo excesivo de información. Cuando navego en Mastodon, leo 5 toots y siento que ya fue demasiada información en formato virtual para un sólo día. Esto no me pasa, por ejemplo, leyendo un periódico o un fanzine. Es cosa muy extraña, porque ese hastío de información sólo me da cuando el formato es virtual. Ver palabras impresas en físico, por alguna razón que todavía no sé explicar, me permite leer sin sentirme saturado.

Hoy día cuando voy en el transporte público y veo a la mayoría de las personas enfrascadas en su móvil me da una sensación de extrañeza. De sentir que son cuerpos que están junto a mí, pero cuya mente y atención están en un espacio que para mí es muy cansado. Tampoco quiero mentir: hay espacios virtuales que disfruto mucho. Seguir ciertos blogs y leer lo que publican sus autorxs me da mucha alegría, aunque no pueda leer tantas entradas en un sólo día. A lo mucho 2.

Creo que para mí hay una añoranza de recuperar espacios físicos que se han perdido a raíz de la pandemia, pero también a raíz, aunque no estoy seguro, de una estrategia de Estado de disolver lo público como lo conocíamos hace ya unos buenos años. No es que estos espacios hayan desaparecido por completo, pero definitivamente escasean, y muchas personas han optado por priorizar lo virtual frente a lo presencial en sus espacios.

Siento que todo esto de las redes, sean estas centralizadas o no, para mí es como estar en una plaza pública y cada persona ahí presente quiere llamar tu atención, aún si lo que dice no es de tu interés. Muchas redes fueron creadas de esa manera, para atrapar nuestra atención independientemente de su estamos interesadxs, si ese contenido nos hace bien o no, etc.

Hoy día estoy más tranquilo sin tener ninguna red centralizada, ni apps de mensajería instantánea. Como muchas personas han escrito en los últimos años, el regreso al uso del correo ha sido un buen giro para personas que buscamos habitar lo virtual con más calma y “naturalidad”, lo que sea que eso pueda significar. Para mis padres, ha sido agregar el teléfono fijo de mi casa para marcarme cuando necesitan algo. Escuchar su voz de manera directa y orgánica, y no mediante una nota de voz un poquito ensayada, me hace sentirles más cerca aún si están hablándome a la distancia.

Sé que hay muchas personas cuyo activismo actual es hacer de lo virtual un espacio más habitable, colectivo y ético. La verdad me parece una lucha muy necesaria. Pero yo simplemente estoy muy cansado de los mundos virtuales. Los visito de vez en cuando, y claro que disfruto ver lo que personas desde enfoques de la smallweb y espacios hacker hacen de manera creativa. Pero yo no puedo estar con la misma constancia que otras personas.

Estoy muy cansado de lo virtual. Extraño la proliferación de espacios presenciales.

Comencé a leer de nuevo el libro de Jenny Odell How to do Nothing. Hace tiempo que leí este libro y no recordaba mucho del contenido, aunque sí de la temática. Cuando recién reiniciábamos actividades después de la pandemia, recuerdo que hubo una oleada de reflexiones sobre el tema de la productividad y el cansancio que nos produjo no tener límites claros entre nuestro trabajo y nuestra vida personal.

Ahora yo he vuelto a reflexionar sobre este tema porque empecé a autoexigirme mucho otra vez. Y no es que realmente fuera necesario. El ritmo de vida que requiero para satisfacer mis necesidades materiales es lento, pero a veces me remuerde esa culpa de no “estar haciendo suficiente”. Con este libro vuelvo a recordarme que no es necesario realmente hacer demasiado; esa idea suele estar aparejada de un deber ser anclado al Capital y no tanto a nuestra vida. Aquí entiendo vida más como el proceso orgánico natural de nuestra mente-cuerpo.

Hay cosas que a veces me pongo a pensar:

  1. Una forma de resistencia al capitalismo tiene que ver con no convertirnos en ese sujetx dócil, productivo que sólo piensa en optimizar cada una de sus actividades para seguir haciendo circular el Capital.
  2. Para que nuestra sociedad funcione no necesitamos realmente de todo ese excedente de trabajo. Ese excedente es absorbido por el Capital, succionando nuestra vida y nuestra energía.
  3. Soy una persona muy ansiosa: con un poco que me empiece a acelerar se da un efecto de bola de nieve que me hace ir de una actividad a otra compulsivamente. Esta dinámica productivista sólo empeora esa situación para mi.

Jenny me recuerda un poco que esas dinámicas son producidas y fomentadas. No solamente en el mundo físico, sino también en el mundo digital. Hace tiempo que yo no tengo redes sociales, a excepción de Mastodon, y vaya que el ritmo al que mi mente va, sobre todo buscando información, ha sido decreciendo. Creo que siempre nos quedará un poco esa sensación de que podríamos estar haciendo más: por las personas que amamos, por lograr un cambio social, por nuestro crecimiento personal, etc. Al final del día es absurdo pensar la vida como si fuéramos una compañía que necesita acelerar todos sus procesos y objetivos para mantenerse “competitiva”. No somos eso, y la vida es mucho más que eso.

Hay días que basta con existir, respirar, contemplar el mundo que nos rodea, ser conscientes de nuestro cuerpo, de nuestras emociones, de las personas humanas y no-humanas que cohabitan con nosotrxs; trabajar a ritmo pausado, hacer lo que sentimos que tenemos que hacer y no perder el sentido de lo que amamos hacer.

Comenzó la trecena del venado hace unos días. De acuerdo al calendario sagrado de los aztecas, son 13 días para aprender a navegar por la incertidumbre y dejar atrás malos hábitos y rutinas.

Comenté una entrada antes que estaba empezando a seguir el calendario sagrado de los aztecas. No estoy seguro sobre la exactitud de la página de donde tomé la cuenta, pero independientemente de la exactitud, me interesa darle otro sentido al tiempo, más allá de nuestro calendario que es más un calendario centrado en el dinero y la productividad. Tampoco soy católico así que los días de los santos me tienen sin cuidado.

Para mí ha sido un gozo que inicie esta trecena. Estaba en estos últimos días demasiado centrado en una rutina que ya me estaba cansando. Creo que a veces la auto-exigencia no es lo mio. Además, he descubierto que yo funciono mejor improvisando el día que agendando todas y cada una de mis actividades de antemano: cosa que ya he intentando. Estoy sintonizando mucho con esta trecena (apenas hoy que escribo esto es el 3er día) porque me ha permitido ser más consciente de que funciono mejor de esa manera.

La trecena del venado tiene otra característica: es tiempo de abandonar malos hábitos. He estado procurando ser más consciente de mi alimentación. Tampoco es que comiera muy mal, pero ahora he procurado reducir el consumo de comida chatarra, sobre todo por las noches que es cuando más antojo me da mientras miro una película o un capítulo de una serie. En mi país es difícil la alimentación saludable. Por todos lados la comida que se ofrece tanto en las tiendas como la comida callejera suele tener alimentos muy procesados. He tenido que planear un poco mejor mis comidas y lo que voy a preparar de comer junto con mi pareja.

Algo que me ha funcionado también para soltar las rutinas, pero sin que eso signifique que voy soltando mis metas es planificar semanalmente. Por ejemplo: me he puesto como meta escribir tres veces a la semana en este blog, pero no me impongo exactamente que días lo haré. Sólo sé que mi meta es hacerlo 3 veces a la semana. Igual con otras actividades como meditar o hacer ejercicio. Esta manera de organizar la semana me es más sencilla porque no siento la presión de tener que hacer alguna de estas cosas específicamente en un día, y me ahorro el sentimiento subsecuente de culpa que puede derivar de ello.

Hay un formato de blog que me gustó mucho en el blog de Tracy Durnell (https://tracydurnell.com) en donde semanalmente va escribiendo algunas cosas que le llamaron la atención de la semana. Me gustaría copiar algunas de sus secciones en este blog. Aunque las cosas que vaya leyendo las voy más bien a ir poniendo en mi cuenta de BookWyrm (https://comelibros.club/user/ninoguru). Mi gran problema suele ser que a veces no tengo muchas ideas sobre que escribir y creo que compartir simplemente lo cotidiano de la semana es una buena opción para animarse a escribir de manera más espontánea.

Creo que hay muchas personas que como yo les cuesta trabajo ajustarse a rutinas rígidas. Creo que esta trecena es una buena oportunidad para valorar y honrar que, tal vez nuestra forma de hacer cosas es más flexible y espontánea. Mucha gente sataniza esta forma de hacer las cosas tildándola de improductiva. Yo creo que no tiene que ser necesariamente así. Podemos soltar rutinas rígidas y aún así lograr las metas y objetivos que nos propongamos.

@hijodelagalaxia@social.anartist.org

Hace tiempo que empecé a cuidar de algunas plantas en casa. La cosa empezó como suelen empezar muchas cosas: improvisadamente. Durante la pandemia muchas personas se dedicaron a cuidar plantas, pero yo no fui una de esas personas. Cuando terminó la pandemia en mi país se terminó la euforia por cuidar plantas, pero casualmente, fue cuando la mía inició.

Mi curiosidad surgió al leer un libro llamado Una trenza de hierba sagrada de la autora Robin Wall. Aunque ya había tenido contacto con algunas ideas del mundo indígena en América (me refiero a todo el continente), nunca había sentido esas ideas tan personales. La manera de transmitir el amor por la Tierra que tiene Robin, me puso a pensar y a sentir cosas que no había considerado sobre nuestra relación con otros seres.

Fui consiguiendo de poco a poco más plantas. Al ser yo inexperto algunas de ellas se secaban y morían, y otras tantas florecían y se fortalecían cada vez más. Incluso algunas de las primeras plantas que tuve cuando inicié este viaje siguen conmigo (sobre todo las suculentas que, en mi opinión, son unas guerreras). Un viaje que inició como una curiosidad, se convirtió en una oportunidad para sanar muchas experiencias terribles antes, durante y después de la pandemia.

La experiencia vivida por Robin y plasmada en su libro dejó de ser una curiosidad y se convirtió en una realidad. Sentí en carne propia el amor que uno puede sentir por el cuidado de otros seres. Bueno, no es que no tuviera esa experiencia previamente cuidando mascotas, pero extender los cuidados a especies no mamíferas era algo que yo no había hecho antes. Descubrí que así como cuidaba de estas plantas, las plantas me cuidaban a mí. Me ayudaban a sanar viejos dolores. Es, como si en el cuidado que profesamos a otrxs, hay una reciprocidad natural en la que recibimos siempre algo a cambio.

He pensado mucho en cómo llevar esta dinámica y experiencia a mis relaciones humanas, que son, por mucho, más complejas que las relaciones que podemos tener con una planta. Lxs seres humanxs tenemos nuestras resistencias, y también por vía de las ideas, podemos enfrascarnos en dinámicas que aunque nos son nocivas seguimos reproduciendo. A veces por simple inercia, otras veces por simple comodidad. Afortunadamente hoy día estoy viviendo una dinámica en la que puedo vivir de manera pausada, tranquila. No sé cuanto tiempo vaya a durar esta posibilidad, pero hoy por hoy, tengo tiempo para cuidar de las plantas y que ellas me cuiden a mí.

Algunas cosas que aprendí de las plantas es que cada una de ellas tiene sus ritmos, sus procesos, y que no podemos forzar o acelerar ese tiempo. Leía por ahí en un libro sobre la Torah judía que el tiempo es un elemento divino que conecta con el dios bíblico. Mis creencias no implican a un dios como ese Dios, pero me gustó la idea de sentir el tiempo como algo que nos une con lo divino, lo misterioso que hay en el mundo. Es tan desafortunado que hoy día estemos gobernadxs por el tiempo del capital, el calendario que actualmente usamos. Ese calendario suele servir para coordinar actividades productivas, pero no espirituales (entiendo que algunas religiones si han logrado coordinar ese calendario con sus festividades).

A mí me gusta pensar que no hay un dios, sino múltiples. No me gusta tomar esa idea de forma completamente literal porque mi ignorancia me impide realmente alcanzar esa verdad. Me gusta pensar que el tiempo de les dioses actúa de maneras muy diferentes al tiempo del calendario productivo. A raíz de eso, investigué un poco sobre el calendario azteca y el maya, culturas que aún viven en esta tierra que ahora llamamos México. Seguramente hay imprecisiones y errores en la manera en la que está sincronizado ese calendario con el actual, pero me estoy dando la oportunidad de contar los días con ese otro calendario -elegí el calendario azteca-. Hoy es el día águila en la trecena del conejo. Me gusta pensar que el dios conejo cuidará del tiempo, muy a su manera, durante estos trece días.

Las plantas me enseñaron tanto. Cuidaron de mí en un momento en que sentía que el sentido de vida había desaparecido. Es curioso como la recuperación del sentido puede estar tan cerca, en actividades y prácticas tan cotidianas que están siempre al alcance de nuestro cuerpo: como regar una planta, ponerle su abono, hablar con ellas, procurarlas... Si hoy es el día del águila-conejo me gusta pensar que el tiempo de les dioses me pide agudizar hoy mi mirada, como aquella del águila. Esa mirada que, a raíz de la necesidad de productividad capitalista, nos ha arrancado otras prácticas que no giren en torno a esa. Las prácticas de cuidados, como les llaman.

Aquí en casa ahora sé que vivo con unas roomies muy particulares a las que cuidado y que me cuidan. Me enseñan sus maneras muy otras de estar vivo. Estamos tan enfrascadas en nosotres mismes que pensamos que el acto de vivir sólo se puede experimentar como humane. Pero hay otras formas de estar vive, y las plantas me enseñan a estrechar mi mirada de águila y aprender de otras formas de vivir. ¿Cómo extender esta dinámica a las relaciones humanas? Me vuelvo a preguntar y hoy no tengo una respuesta tan clara. Siento las relaciones humanas desarticuladas a raíz de muchos procesos que se han dado últimamente a nivel social y global.

Lo que sí tengo en claro es que, sí, otras formas de vivir son posibles y hay que construirlas. No es necesario correr -al menos por ahora-. Las plantas me han enseñado que necesitamos tiempo para crecer, para fortalecernos, extender nuestras raíces...sí, los tiempos de les dioses son diferentes, y mi impaciencia es tan humana.

en estos días he reflexionado con mis estudiantes temas que se salen un poco del temario en una materia en la que leemos sobre políticas públicas y modelos de atención social dirigidos a mujeres. una de las estudiantes lanzó una pregunta provocadora al resto del grupo: ¿cuál es la diferencia entre una política pública y un modelo de atención social?

después de una acalorada discusión les comenté que en mi opinión las políticas públicas parten de una perspectiva estructural, normativa y siempre pensada en función de los intereses de Estado; finalmente, es el Estado quien formula esas políticas. aún cuando éstas vienen de presiones externas de la sociedad civil, el Estado termina por darle operatividad y materialidad a su conveniencia. por otro lado, tenemos los modelos de atención social (son modelos de intervención que se hacen pensados desde trabajo social) que tienen una finalidad diferente, que no tiene énfasis en lo normativo, sino en mundos sociales de posibilidad. partíamos de una idea fundamental: la realidad social está constituida por relaciones sociales. esas relaciones sociales forman redes y, podríamos decir, les sujetes sociales son nodos dentro de esa red. algunos entretejidos de lo social crean situaciones sociales problemáticas, y otras no. el cuidado de esa red es lo que le atañe a un modelo de atención social, y eso no implica normar la conducta de les sujetes, sino más bien, que elles re-entretejan lo social cuidando esa red, en el entendido que hacer ello cuida de todes.

pasada la discusión buscamos matizar esta perspectiva:

a) no vale idealizar a les sujetes que pertenecen a una red. tenemos que aprender a mirarnos como fuimos socializades, es decir, fuimos socializades en una sociedad capitalista con todo lo que eso implica y aunque nuestros esfuerzos conscientes van por el cuidado de la red y lo colectivo, muchas veces actuamos conforme fuimos socializades y pensamos de manera individual y egoísta.

b) la realidad social no sólo está constituida de relaciones sociales. hay otros elementos como instituciones sociales, lo económico, el poder, lo tecnológico, etc. nuestros modelos de atención social tienen sus limitaciones, y es justamente que sólo pueden intervenir en lo social. esto no significa que en nuestro análisis de las situaciones-problemáticas que buscamos abordar nos olvidemos de todo lo otro de lo que está entretejida la realidad social

c) hay posturas políticas diversas con respecto a lo social. algunas colegas piensan que debemos colaborar con el Estado, otras que debemos buscar formas de socialización que puedan prescindir de éste. aunque yo comulgo más con la segunda opción, es importante dialogar siempre con quienes defienden la primera postura. no debemos olvidar que aunque a algunas personas les siga costando trabajo pensar lo social sin el Estado, eso no significa que esas personas representen como tal al Estado.

al final de la sesión refrendamos la importancia de cuidar las redes que entretejen lo social. aquellas redes que hacen que la señora que vive frente a mi casa a veces se preocupe por une, aquello que hace que les vecines se articulen para defenderse de alguna iniciativa poco popular que viene desde arriba. aquella que hace que queramos cuidar a nuestres ancianes del barrio aún si no les conocemos mucho.

tejer, entretejer, re-entretejer, pero también a veces romper dentro de las redes son formas en las que hemos sido socializades que sólo nos dañan, a nosotres y a otres.

@hijodelagalaxia@social.anartist.org

recientemente me he tomado mi tiempo para vivir la vida con calma. he estado al borde de quemarme por alguna causa más grande que yo. trabajando para el sector de las organizaciones no gubernamentales y dando todo el cuerpo y el alma día y noche. y al final, ahora que estoy dedicando mi vida a otra cosa me pregunto: ¿toda esa energía que puse en la organización, cómo ha realmente cambiado al mundo? no lo ha hecho.

no puedo decir que fue una pérdida de tiempo. por supuesto que el acompañamiento que dimos a muchas personas sobrevivientes de tortura y familiares de desaparecides forzades fue una contribución, modesta, al cambio que queremos lograr en este mundo.

ahora me dedico a vivir una vida más tranquila. a gran parte de mi generación nos vendieron la idea de que prepararnos mucho e ir a un ritmo acelerado implicaría tener un buen nivel de vida. todo fue falso, ahora lo sabemos, pero nos ha sido difícil frenar un poco a pesar de tener conocimiento de causa.

hoy vivo con más calma. hago las cosas muy tranquilamente, cuando se puede. recién me he encontrado con un libro que AK press “liberó” de manera gratuita llamado Practicing New Worlds. en este libro se habla de estrategias emergentes para el abolicionismo del sistema carcelario.

mi intención, en realidad, no es hacer una reseña de este libro. lo que quiero compartirme hoy a mí mismo es esto: recuperar fuerzas para seguir cambiando el mundo requiere también un cambio de mentalidad sobre qué debemos hacer para lograr ese cambio. a mi generación todavía nos tocó la vieja idea de las vanguardias revolucionarias que dictaba que debíamos crear grandes cambios sistémicos para realmente ver un cambio. acercarnos a una sociedad sin estado, implicaba formar cuadros y que esos cuadros fueran gradual y lentamente tomando el poder, o si se podía, que lo tomasen por la fuerza.

yo pienso que necesitamos hablar más de nuevas estrategias de enfrentar esa realidad. en el libro que he estado leyendo, porque aún no lo termino, se habla mucho sobre las estrategias emergentes. estas formas de organización social que van emergiendo al calor de las circunstancias. al igual que la autora, yo siempre he sido una persona que necesita mucha estructura y un plan bien definido sobre lo que se debe hacer. no creo que debamos abandonar esta visión pero creo que necesitamos visiones de cambio que apuesten por lo cotidiano.

¿no es el cambio social también un cambio en nuestras formas cotidianas de relación con mundo humano y no humano? a veces platico con mis estudiantes: sí, entiendo que quieres fomentar la participación y la organización social, pero no debemos olvidar que no fuimos socializadas de esa manera. nos han socializado para pensar individualmente o institucionalmente a través de la familia. de ahí nos cuesta mucho pasar. pensar en les otres y construir con les otres. construir con otres es un nivel diferente de involucrarnos socialmente, y no fuimos socializades para ello.

este libro, escrito por andrea ritchie, me ha hecho pensar en diferentes cosas:

  1. debemos comenzar a pensar ecológicamente, en relaciones entre lo humano y lo no humano, lo social, lo político, lo cultural, lo económico y un largo etc. antes de cambiar estructuras, o tal vez en paralelo, necesitamos aprender nuevas formas de relacionarnos desde la horizontalidad, el cuidado, el respeto mutuo, etc.
  2. debemos desarrollar nuestra capacidad de pensar emergentemente. en sistemas complejos siempre existen elementos emergentes, no predecibles, a los que los sistemas complejos pueden adaptarse o conformar nuevas estructuras organizativas. nos ha costado mucho trabajo aprender a mirar nuestra lucha contra el capitalismo desde ahí, pues solemos pensar en una plataforma política que va a cambiar esas grandes estructuras.
  3. los cuidados son esenciales. necesitamos cuidar los espacios y comunidades que vamos conformando. las luchas sociales debemos vivirlas también desde la alegría y el apoyo mutuo, desde la comprensión, la sanación y la restauración.

comparto esto conmigo mismo para ver como va desarrollándose las reflexiones en torno a esta lectura y otras cosas de mi propia vida.

una cosa si es clara para mí. querer cambiar al mundo sin cambiar la forma en la que nos relacionamos con otres es una fórmula para el desastre. pensar la emergencia será fundamental para combatir a un capitalismo que constantemente se transforma, y que con la titánica recopilación de datos que ha hecho del comportamiento humano, se nos anticipa.