El Fondo Monetario Internacional
se creó en mil novecientos cuarenta y cuatro,
hace ya un pequeño rato o algo más,
con tres objetivos a llevar a cabo
que se quedaron en el fondo del saco,
para evitar crisis financieras,
para ayudar a países en desarrollo,
para erradicar la pobreza en el mundo.
Las crisis financieras las tenemos cada poco,
los países en desarrollo o se arreglan ellos
o siguen encerrados en continua y mísera pobreza,
sobre la pobreza en el mundo el avance es nulo.
Todo esto lo constata cualquiera.
¿Y de dónde le vienen los fondos al Fondo?
Pues de las aportaciones de los países miembros,
como siempre, del fondo de nuestra cartera.
¿Hemos de continuar pagando su falta de eficiencia?
Repartamos esos fondos entre los que sufren la pobreza.
Quizás sea mía la ignorancia
pero pagar ya pagó mi padre
como pago yo,
quizás quieren engañarme
queriendo para otros la ganancia.
Esto no lo arregla el fondo, lo arreglamos entre todos.
En el fondo del mar
debe de estar la intención de ayudar de una lata,
el buen hacer de empresa roja y blanca,
que en la superficie no la has de ver.
Ciego soy
a la beneficencia de tamaña empresa
que a día de hoy
gana dinero y despide al que emplea.
Filigranas de un tejado
en la piedra dibujadas,
relamidas gárgolas
que escupiendo agua desorinada
vigilan con ojos de arquitecto anciano
los sueños de los siglos.
Del tiempo sus testigos,
del hollín de las ciudades adueñadas,
feas,
autoritarias,
del compás y de la regla
góticas hijas que en la noche señorean
dueñas.
Colores de Aurora,
gotas que en la nube blanca
pinta la luz roja
acuarelándolas en rosa
pincelada a pincelada.
Encogida el alma en las gotas del viento
frío,
salpicada la vida al soplo del mar
frío,
la naturaleza siempre cálida
helará la sangre en vida con su magia
y tras tiritar
su luz entrará hasta adentro
para hacer la vida brillar.
Soy culpable
de toser en casa y en la calle,
soy culpable
de que tenga alzheimer mi padre,
soy culpable
de que sea anciana mi madre,
soy culpable
de votar a los inquilinos del desguace,
soy culpable
de escuchar a gentes con bocas ignorantes,
soy culpable
de pagar impuestos mientras ellos no se valen.
¡Que alguien perdone a los incapaces!
Dios creo que se cansó, mas no sé cuánto tiempo hace,
y los envía a todos a que nos manden.
Por no controlar
dos líneas de un dibujo
en una hoja rectangular
excavan sin tapujos
la hoja blanca al dibujar
de tanto borrar.
Para la tercera línea,
curva o recta ¡Qué más da!
La goma sería infinita
porque en esto del mejorar
es difícil que el genoma se dedique a evolucionar
al azar,
y es que, que un gen mejore,
es difícil
o eso dicen
los que los estudios de los genes persiguen,
conque
no dejemos de estudiar
que de tanto rodar la bici
llegará a algún lugar.