Lo ya escrito

Lo que escribí en otros sitios.

Un libro cerrado, un misterio, tan solo mirarlo ansias de leerlo. Verlo y ya querer tocarlo aunque no suene al tacto. Estanterías llenas de una librería y un cerebro lleno de ausencias. No poder nunca leer tanta literatura. Ya lo sé, es mejor que tú lo asumas también. Mientras tanto pensaré un rato en la próxima lectura dejando la mente en blanco.

¿Y qué fue de ellos? Aquellos que ya son memoria. Bits desaparecidos en el infierno de una historia corta en aplicaciones transitorias de discos cerrados o nubes ilusorias, en un computador viejo que ya no funciona, en aquella aplicación nueva que en la red hoy es un error cualquiera; bits en bytes que ya fueron, datos hoy en el páramo a la fuerza olvidados. ¡Qué paradoja! Olvidados en alguna memoria. En nada atrapados en la nada se perdieron cual encarnado pintalabios. Menos mal que sé escribir otros nuevos.

Ondas que flirtean blancas, zigzagueantes, coronadas de espumas, evaporadas al sol brillan a la luz de la luna. Libres surfean las gotas de agua atrapadas en las líneas que las olas del mar dibujan. Gotas redondas saltando a mares en las olas.

Gracias, hermosa palabra si la escuchas y si la hablas. Úsala y leerás su gracia en el hervor de la nada de tus entrañas. Es como amar, no se ve pero se lee, se siente, hormiguea. En el corazón quema a su derecha como una llama. ¿Pequeña? O como una galaxia. Prueba. Que sean sinceras.

Lo apasionante de la caza es luchar con el lobo a causa del hambre, vencer y comerse al lobo, por hambre. Así es cazar. Lo demás veleidades de espíritus torpes o de ricos sin sangre. Un rifle en la mano, muy fácil. Matar gratis. ¡Hay que ser pobre! Valiente cobarde.

El corazón tiene el tamaño de tus actos, aún siendo un enamorado de las palabras sé que con ellas tu lengua miente y engaña. Un día, solo de infarto, lo verás claro y desearás cambiar tus mentiras viejas por un poquito de compañía eterna. Entonces te habrás dado cuenta de que en nosotros te hiciste carne muerta.

Con cara de niña te conocí, cara de niña te vi en el último ahora. Es que no escapa la sonrisa de tu boca, no te olvida. Un día tus mejillas también reían leyendo. Casi ahora te vi recitando, también lo hacías riendo con los labios. Lo mismo disfruté en tu cara mientras bailabas a mi lado abiertos los brazos, las manos levantadas. Solo me falta leerte, falta algo siempre.

Xares, hermoso lar de paz, bebe en su río y mira cómo se va el agua de cristal escurrida entre verdes de hierba y txapelas de pizarra negra. Por encima una eterna Trevinca que siempre fue testigo de su estar, la más alta cima de Galicia descansa en sus piedras. Xares, recuerdo celta. En Xares nacieron mis padres.

Antes, un siglo antes que el templario, encima del castro se hincó la primera piedra de un octógono de iglesia. Un siglo y varios años antes. Diez siglos antes que mis padres. Precioso Xares ancestral lugar de piedras con mensajes por desvelar su verdad.

Xares de tierras que se labran en laderas, que se labraban sangrando las venas. Xares de fiestas, Xares de gente que vuelve a verla. A la tierra. Xares de vida, encuentro de besos escondidos en cada esquina. No olvido. No se olvida la sangre vivida. Xares. Antes que iglesia ya tenía heridas en piedras con señales. Xares. Tus huellas surcan mi infancia niña.

Estas letras arrancaron pensando en Silvia, quizás el corazón que más siente la vida del pueblo de mis padres. Xares. Saludos, prima.

Babia, ya lo sabéis, es mi otra patria. Allí soy el rey y tú también lo puedes ser. Descansas, viajas, cuando quieres vuelves, hablas sin necesitar palabras, el cerebro bebe sin agua. Creo que en Babia se le ocurrió lo de la mecánica cuántica. Es el país del alma.

El aire, universal en mi tierra, extraño fuera de ella,

entre las estrellas.

El aire, vida que alimenta mi vela

respirando siempre.

El aire, átomos que remueven el fuego ardiente

en cada suspiro.

El aire, obligado aliento que respiro cada segundo que el corazón da latidos.

Aire, sin el que no vivo.

El aire, etérea esencia mantiene la vida de todos los seres vivos.

De todos los conocidos.