Lo ya escrito

Lo que escribí en otros sitios.

¡Qué bueno que ya sé! ¡Qué genial tanto placer! ¡Qué felicidad por volverlo a sentir! ¡Qué tranquilidad por podértelo decir!

Otras diez expresiones vanas. No importa nada si solo son palabras.

Querer. Leer. Mirar y ver. Tener o ser. Todo junto se lee. Muy bien. ¡Qué desorden! Nada se entiende. ¡Claro, no es verdad! ¡Así qué más me da! No abandono, elijo el cómo.

No me interesa esa vida si no se siente. Viviré la mía sin mentiras. Empiezo por poco, sé que en ello está todo.

Una mujer hermosa. Un pájaro con alas.

La belleza está en el alma, en el rostro de una señora, en las sonrisas que respira, en el vuelo del ave que migra, en una dama que posa, en los labios que besan, en dos ojos que lloran, en otros dos que miran, en un nido hecho de hierba, en un colibrí que vibra, en las manos que acarician, en una piel tersa, en el volar, en la ligereza de las plumas, en decir yo te quiero más, en el fuego del volcán, en susurrar con dulzura, en dos senos que no se ven, en responder te amo, en el pájaro, en la mujer.

En verla después volando al lado.

Se baña en la espuma una tabla que resbala, una mujer hermosa se columpia encima del agua, compite, mira al horizonte de granos de arena suelta, cuenta las gotas de agua y mide cuánto le queda, no hay distancia. En la playa se sientan los hombres, mirando, esperando. Son los que ganan. Como siempre el concurso se amaña, los premios grandes para los galanes. Deporte joven, las costumbres son de antes, las de siempre.

Los granos de arena entre los dedos, los ojos fijos en los senos, los premios los reparten ellos. Tristemente. El mar va y viene. Eternamente.

Paloma, eres las balas no disparadas con tu rama de olivo en el pico, pudo haber sido otra hembra hermosa, fuiste tú. Religiosa.

Blanca, a pobres y a ricos niegas la batalla segando las ansias de belcebú con intangible guadaña. Eres tú.

El aire en tus alas apacigua las aguas y relaja el sol en la montaña. Paloma blanca, bendice tú de paz mi alma.

No hay nubes en el cielo, hay sol, no corre la brisa ni el viento, calienta el sol, no hay colores ya en lo que pienso, abrasa el sol, los granos de arena son montones de millones y yo me reseco al sol.

Todo fue un sueño en el que el aliento se me escapaba mirando hacia el sol. Yo a la playa solo me acerco, mientras paseo es cuando disfruto del sol.

Después de la vergüenza puso todo su interés en su creación más perfecta, la mujer. La creación de la inteligencia de Dios.

No lo digo yo, lo saben todas ellas y cualquier hombre, aunque el macho no lo reconoce por no sentirse torpe,

por no demostrar fracaso, ese que es mío. ¿O es que acaso alguna vez he conseguido ser algo más que guerrero?

Hombres. Si nos dejan sin espadas, sin pasión por el dinero, sin envidiar nada, entonces nos sabemos pobres.

Nos sabemos casi nada pero tenemos los golpes y rápida la palma golpeando la cara de la mujer más galana.

Una mujer y su niño. Si no viene Dios a decir cuida de tu marido se olvida de mi sin siquiera sentirlo.

Total, para lo que valgo ella es más feliz usándome a ratos, para vigilar al parir y un poco tras el parto.

La hacemos servir y ahogamos nuestra pobreza en su belleza, Dios puso su firma en ella y nos dio a nosotros el poder.

Eso dice la Iglesia aunque lo único inmaculado es La Inmaculada. Incluso Dios hombre tenía los pecados de toda la gente del mapa.

Habremos de hacerla bruja por esa su figura que Dios hizo perfecta. A su imagen y semejanza, femenina es La Palabra.

La imagen, la semejanza, la tierra, el agua, la vida, todas son femeninas. Incluso la belleza.

Mírala, y tiembla, un día se librará de la miseria y nos dirá a nosotros, siendo niños me conformo;

y luego nos dejará abandonados después de usados, después de niños. Como a la basura nos dejará ser nuestra propia sepultura.

Sin duda. No. Lo dudo. Nosotros somos la basura que llena el cubo. Ella es madre y pura.

Un guiño y te lo digo con los dos ojos, uno que se cierra, abierto el otro, los dos ya tuyos en la felicidad de sentirte, los dos te hablan para decirte aunque uno se cierre y el otro te mire.

“Las personas también tienen buena conciencia” no me gusta cómo está escrito, “algunas personas tienen mala conciencia” es lo que pasa a menudo en este mundo en el que vivo. No son muchas. Abultan. A veces me vuelvo quisquilloso cuando escribo.

El abuelo tenía bastón, en casa era un caxato, un palo largo con un semicírculo por mango. El abuelo Miguel tenía caxato y cuando yo era pequeño me llevaba a jugar en el jardín. Al principio me llevaba a mí, a mí y a mi primo Antolín. Después fueron llegando mis hermanos, el abuelo nos llevaba a los tres. Con nosotros seguía jugando mi primo y el abuelo también se hacía cargo de él mientras jugábamos en el Jardín del Posío. Éramos niños y teníamos abuelo, un abuelo majo al que siempre recuerdo con el caxato. Mi abuelo, que cuidaba de los cuatro. Si fuéramos muchos mi abuelo hubiera cuidado de todo un mundo.

Dios sabe que Él es el que es sin La Iglesia saber ni quién debe ser ni para qué es ni por qué. Algún obispo dijo “La construyo” y así fue. En Donostia anteayer. Hoy una iglesia, eurótico cubo, con la nave de veintiocho metros, enteros, es una eurótica falta de respeto. Veintiocho metros de altura recién estrenada, en San Sebastián, para mirar cómo la belleza es más pura toda blanca, para que Dios quepa con holgura. Parece mentira, es para decir misa predicando que has de tener mesura con el derroche de tu vida.

Iglesia blanca del XXI