Hay libros que pasan ante la mirada,
hay libros en donde los ojos se detienen,
hay libros en los que las pupilas se sorprenden sobresaltadas,
hay libros en los que pasando todo, o nada, se sienten.
Sea como sea lo que lees
y sientas lo que sientas al leer
de lo que lees y de lo que sientes
nunca te avergüences.
Aunque no lo entiendas si lo disfrutas lee.
Que cómo se entiende, me preguntas,
se disfruta como la música
aún siendo china y cantada en inglés.
Amenazada,
después de las brasas
aguardaba se cumpliera
la ya dictada sentencia,
ser despedazada
ahora carne ya muerta.
El cuchillo,
de madera el mango
y dentado el filo
de inoxidable acero,
brillante,
despiadado,
fiero,
se abalanzó serrano
sobre el blanco cadalso,
el plato.
La carne,
casi cruda,
recibió el tajo
y, sangrante,
clavadas las puyas
delgadas y profundas
del tenedor enhiesto;
aguardó quieta
el viaje singular
que, atravesando el aire,
la llevaría en trayectoria circular
entre los amarillos dientes
en la caverna de la boca.
El hambre,
mucha o poca
siempre sin par enemiga,
esperaba a alimentarse
trozo a trozo
con el filete de ternera.
De la ternera fallecida.
Otra vez el cuchillo
se clavó hondo,
segando,
en un nuevo pedazo.
Esclavo del juego
probablemente pierdes.
¡Vaya rostro que tiene mi gobierno!
Acierte quien acierte
él gana siempre
y no tiene reparo
en jugar contigo a la suerte
esquilmando tu trabajo.
Él gana siempre,
tú pierdes.
Probablemente.
No depende de cómo juegues,
él nunca pierde.
Es lotería del inocente.
Si lo hiciera un tahúr callejero
lo detienen,
es cosa suya el juego
y de unos pocos con licencia.
Es una vergüenza.
Perfume toda
eres tú aroma,
flor que no posas
modelo entre todas las cosas,
violeta, amarilla, roja, azul...
Las frecuencias de la luz
en las flores son todas.
Hoy he visto colonia
publicitada en letras de gala
escritas en un frasco de cristal
y color publicidad,
a una flor blanca
se fue mi memoria a mirar.
No sé el porqué del color,
sí sé el de la flor.
Más vivir
y menos bobadas,
yo también sé que dijo sí
la duquesa de La casa de Alba.
Ya no le veo la importancia,
pero se la ve la prensa entera
de la nación de España,
se casó hace unas semanas
y aún es noticia su excelencia
por la tontería más pequeña
que la señera y regia prensa
decida panderetear en el papel
o en la vertical pantalla.
Pronto llegaremos a ver,
y también a leer,
cómo se llamaría el niño.
Seguramente ya lo han escrito
y me lo he perdido.