Un cuento

Hace un tiempo nació este cuento. No sé decir de dónde salió pero es cierto y, hoy, quiere volarse. Allá va.

Estrategia para mitigar el poder

La historia que os voy a contar, cuando la hablaba por aquellos tiempos me decía una y otra vez “y dale con el majareta este. ¡Que es imposible, Román, joder!”. Eso sucedía. Lo hicimos por necesidad y por probar que se habían tragado tal cantidad de mierda del paradigma dominante y su narrativa que les había intoxicado los sesos. Entre eso y que se tiraban las tardes borrachos… Bueno, la historia.

Empezó en este tiempo en la primavera de 2023, cuando parecía que todas las fuerzas del estatu quo querían impulsar que se hicieran huertos solares y eólicos en mitad del campo, y eliminar la necesidad de que hubiese una evaluación de impacto ambiental. Mis colegas del gremio lo hablaban con frustrada indignación todo el tiempo. “Y encima van a poder hacerlo sin ni siquiera mirar a quien se cargan”, y a veces celebraban “Que se jodan esos cabrones, ha salido águila imperial”. Una compañera conocía a una compañera que su trabajo era observar un nido de águilas 8 horas al día, desde la distancia, para avisar si alguno de los pollos volaba cerca de las aspas, que apagaran la turbina 3 o la 7 o la que fuera. Impresionante hasta donde llega el sinsentido cuando se piensa. Al final de la historia que me contaba, por donde yo me quedé, ya había muerto un pollo porque no pararon las aspas a tiempo. En otras historias, como compensación por el daño medioambiental a este lugar, dedicaban dos jornadas a construir un palomar en no sé qué pueblo. Y así. De todas formas la mierda de lo que hacían con el impacto mediombietal era eso. Claro, y como decía al principio, lo que dominaba como creencia compartida es que “estos mandamases entre empresas tienen la pasta y pueden hacer lo que quieran. Poco importan las voces de la gente que pateamos estas zonas, y menos la de los bichos que encontramos que las habitan. Y además nadie sabe que trabajamos de esto ni lo que pasa. Y como los medios funcionan para ellos pues es imposible”. Yo de hecho me pillában por ahí mirando bichos y yo decía que estaba haciendo inspección de molinos porque la gente no lo iba a entender. Luego pensé, joder Román, serás bruto, así alimentas el problema fijo, vamos. Seguro. Y ya empecé a honrar lo que hacía y a hacer ruido. Vamos, que me lío y esa es la historia que os quiero contar.

Estaba ahí en una fiesta con colegas de colegas y había un par de personas nuevas y una de ellas no paraba de hablar de revolución. Que sabía como podía conseguirse diseñar una campaña para transformar hacia donde mira la atención. Mis compañeros le decía ingenua pero algo en mi creyó en lo que decía. A la semana estábamos reunidos con otro par de cabezas y diseñamos una escalada de acciones estratégica.

Lo primero que íbamos a hacer era generar esta formación para que cualquiera pudiese hacer nuestro trabajo, y empezamos a buscar a gente sin curro y chavales, y todo tenía ese toque de resistencia en la narrativa. Empezamos a formar equipos y a llevarnos a gente en horario laboral a aprender de los bichos en la tierra; y recogimos mapeos de zonas de riesgo donde iban a hacer estas aberraciones eólicas y solares y nos íbamos en equipos más grandes (ya no currando) a hacer conteos de especies, y a veces nos quedábamos a dormir por ahí y siempre terminábamos yéndonos a los pueblos de la zona y escuchando a la gente. Juliana sabía sobre algo que llamó facilitación, municipalismo y democracia deliberativa, así que puso en marcha un plan para que comunidades, independientemente de su tamaño, pudieran organizarse, y conocimos además a gente que sabía y hablaba bien sobre energía y empezaron a hacer tours por estos sitios y así se aprendía juntas y siempre llevábamos un puchero enorme y entre los ingredientes que ponía todo el mundo hacíamos comida para todo el pueblo juntes y era divertido y los críos jugaban y aprendimos un montón de los críos y de las viejas y los viejos con las manos llenas de pasado. Como pasaban los días y veíamos que la gente se iba ilusionando por resistir el sinsentido que iba a aniquilar especies autóctonas y a condenar a los pueblos, y como se iba infusionando la revolución gracias a voces que contaban las historias muy bien y tenían fe, pues de verdad que la ilusión se fue retroalimentando y nos daba igual ganar o perder. Pero el caso es que estar ahí tenía todo el sentido del mundo. En este momento estábamos pilotando 3 localidades en 3 equipos, o sea, la resistencia a 3 megaproyectos. Hacíamos cada 3 semanas una reunión que unía a gente de los tres proyectos y conseguimos pasta para financiar esto y que pudiera venir quien sintieran en las comunidades que tenía sentido y yo era super fan de la Mari Pili, que venía a los encuentros en delantal y nos ponía a partir torta de gazpacho mientras hacíamos silencio porque decía que así nos escuchábamos mejor luego. Mi amiga la de la democracia decía que lo de la Pili era mindfulness y embodiment practice versión manchega castiza y que era fan plena y no podía parar de escucharla.

De ahí fuimos migrando hacia pueblos más grandes de la zona e hicimos algunos fanzines con voces como las de Mari Pili y fuimos convenciendo a gente que trabajaba en el servicio postal (porque les llevábamos café en un termo y galletas caseras y les contábamos en un momento) y a gente de asociaciones y de bloques de vecinos que repartieran los fanzines, o incluso que imprimieran los fanzines (muchos lo pagaban de su bolsillo) y los repartieran. Total que en poco tiempo se iba corriendo la voz de esto y en esos fanzines ya venía una fecha para estar en un gran acontecimiento y traer a la familia, y ahí probamos varias cosas para ver cómo funcionaban. Los tres sitios nos servían de piloto, vaya, y todo nos servía para aprender y crecer y de las discusiones y las tensiones aprendíamos lo que más en realidad. Pero nunca dejábamos que nadie se fuese a casa con la sensación de que el grupo le estaba dando de lado por tener otra idea ¿sabes?, porque la gente que sabía facilitar era genial y poco a poco aprendíamos todos que en realidad debíamos traer claridad y honestidad y que el disenso era grande y que nos queríamos igual. Los días grandes. En un sitio fuimos a ver a la empresa encargada un jueves por la mañana y fuimos un montón. Cada día grande se hacía en fechas distintas para que gente de otros sitios pudiese venir. Llevamos para hacer bebidas calientes y comida y algunas se infiltraron en el edificio con mucho teatro y cara dura y fueron seduciendo a los empleados a salir a tomar algo y charlar y escuchar. Y los mandamases nos dieron un “no tengo poder, esto está decidío ya, ¿ves?” pero no escuchamos y seguimos y dormimos y la policía vino pero en realidad no tenía mucho que decir. “Estamos aquí para garantizar vuestra seguridad” es el clásico y aquí nos dijeron eso y nos identificaron. El viernes vino más gente y querían que nos reuniéramos arriba y dijimos que no, que bajasen con la gente que íbamos a facilitar un espacio de escucha empática y que se trajeran a sus colegas que solo uno se siente más débil. Les llamó la atención y lo sabíamos, desde el principio, que no íbamos contra ellos. Que no había guerra. Sino que esta gente tenía el corazón puesto en: estamos en una crisis interconectada brutal, de sequías y pérdida de biodiversidad y económica y energética y esta no es la manera y vosotros tenéis poder y equipo y tecnología para resistir esta manera y encontrar otras y nosotros tenemos ideas y no vamos a permitir que esto suceda así porque sí porque no es la manera. Por la tarde se montó una fiesta y la gente de la oficina por la noche cenó del perol y la Mari Pili se enganchó al brazo del jefe y le escuchaba y le decía “sí, pero demuéstreme usted que me entiende cuando hablo, no me cambie de tema, por favor, que esto es mu serio a lo que andamos jugando” (y por detrás decíamos si es que tendríamos que haber traído la torta de gazpachos). Mientras todo esto pasaba había un equipazo que hacía vídeos de momentazos como Mari Pili jefazo y lo que hablaban de verdad. Dijeron que no los publicáramos pero dio igual. Total, que de que nos dimos cuenta se estaba hablando del tema y aquí todos éramos hermanos. En otro sitio que era un pueblo más joven fue igual la primera ola de acción, pero allí ya estaba más avanzada la historia y ya había maquinaria en tierra, y por la noche se fueron un equipazo que se conocían la tierra como la palma de su mano de tanto recorrerla y llevaban meses tejiendo y entonces cogieron especies autóctonas de plantas y donde las máquinas habían empezado a reventar el suelo lo mimaron, lo regaron y crearon un oasis en mitad de la devastación y se quedaron a protegerlo. Ahí les arrestaron pero llegaban más y de que llegó el viernes había tantas madres y abuelas y abuelos en la zona que se fueron, y desde ahí una comitiva con video de todo esto fue a la empresa y lo compartió, y grabaron también cómo reaccionó la empresa y lo fueron compartiendo todo. Era como traer transparencia a un momento opaco y turbio y se sentía así y no se sentía guerra. Creo que eso lo cambió todo. Algunos diplomáticos se hicieron eco y empezaron a hablar de los fondos a nivel europeo, y entonces nos enteramos que había una gente que había participado en unas Asambleas Ciudadanas para el Clima en España, y otras en Francia y Austria y vinieron a decir que llevábamos razón y usaron su poder, y así organizaciones diversas empezaron a sentirse capaces y así de que nos dimos cuenta un proyecto dijo que se retiraba. El caso es que la gente no se iba a rendir y fue todo brutal pero gentil y nos cuidábamos y descansábamos y aprendíamos y discutíamos porque era importante y seguimos. Cuando las cosas se pusieron feas seguimos y venía más gente porque no sabían qué hacer y seguían aprendiendo. Esas formaciones del principio siguieron pasando todo el tiempo ¿sabes? Mucha gente venía a aprender a hacer sondeos de fauna y flora protegida en las zonas y aprendieron de otras cosas y hubo muchos que decían “necesitaba estar en contacto con el mundo así y no sabía cómo y esto ha sido como una bienvenida perfecta y además puedo hacerlo con sentido”. Encontrar pasta para que a la gente no le costara dinero esto no fue un problema pero si un curro. Lo más importante fue que fuese juntas y que se legitimara con todo aquello que aprendíamos y a lo que empezamos a ponerle nombres como facilitación, participación ciudadana deliberativa e informada, escucha empática, escalada de acciones… y que no hubiera batallas. Eso creo pero no lo sé y cada uno que lea lo que pueda.

Lo que quiero decir es que quizás esto sea manera y, total, conforme está el patio no hay nada que perder y no lo vais a creer pero es cierto lo que cuento. Si nos creemos que es imposible, entonces lo perdemos todo quizás, eso seguro y ahora, ¿te apetece venir a jugar? Juguemos.

...

En compasiva urgencia y danza de la lluvia,

Virginia Victoria