Ser canal, atención y honrar lo que atraviesa
Cansancio me habita. Sí. Y al final de este día, comprometerme a escribir cada semana me genera “szhh :/“. Aunque casi nadie esté atente. Y entonces me planteo ser canal, sin pensar, como si fuera un vuelque a través de mí que honre lo que quiere salir: como que es lo máximo a lo que puedo aspirar. Ver qué emerge. Hornarlo dándole a publicar. Irme a descansar. Será otro día. Allá va:
*Retumba entre mi cuerpo una frase que me fascinó y no recuerdo. Era el mínimo... jo. Y es que me despisto a media hasta cuando no llueve, parece que me reseco de memoria que falla y el agua es memoria cuentan y la tiene y yo me he sentido ofrecer jugosidad y hacerme cargo y así se siente poderoso vivir, ¿no?. Como atenta, por pequeña que parezca la ofrenda, mientras estás enzarzada en atención plena al momento e intuición puesta y te sientes segura para hacerte lo grande que toque sin ocupar espacio y entonces, así, te sientes casi jugando con el tiempo y el espacio y, especialmente, con desde donde conectas con la gente. La gente se dice rápido. La cantidad de personas bellas que juegan y ríen y se apañan con lo que tienen porque se cuidan juntas; el potencial de cuidarnos más; de transformar lo necesario para que sea agusto y suficiente, y no sobrevivir sin más. Que se sienta vida la vida ¿sabes? vivir para que se sienta vida la vida es igual el cliché (¿es un cliché a caso?) ese de “compartir es vivir” que yo no sé quien diría pero que resuena un poco creo con lo que quiero decir. Quizás sea ingenuo pensar que hacerse cargo, cada una en lo pequeño a lo que llega, pero de maneras que estén atentas a las raíces y puedan traer a la superficie lo que nos da valor; la conexión que nos hace sentir seguras para intentar lo que soñamos (aquí suena a hippiada y mucha gente me desconecta. No sé decirlo de otra manera. Quizás sea sesgo mio y no pase. No hace falta que nos entienda todo el rato. ¡Qué emerja! ¡Honremos lo que emerja!). Me sale la danza del vibrar cuando vivo días en fe: de que lo que encuentro en el camino forma parte del cauce que siento, divino casi, sagrado, como parte de lo que veré suceder en mi tiempo consciente en esta vida. Que desde ahí no hay semilla pequeña que no tenga el potencial de convertirse en arboleda de madera retorcida en cien años; en leña, en cuna en nutriente. Así. Quizás me veo hoy y veo como otros días atrás quizás infravaloré lo pequeño y su poder de transformarlo todo. Me dejé llevar por la inercia y por “la única manera de X es...”; y quiero honrarme ingenua y curiosa a ver los caminos de en medio de las dicotomías, las co-liberaciones modo guiso sabio de la abuela, que honra lo que queda y le da sabor con poca cosa y no espera a la última en llegar y siempre hay sitio en la mesa, ¿saben?. No siento que tenga sentido concreto. Más concreto. Muy abstracto pues. No tienes nada. A veces. Digo, dicen, me atraviesa. No tengo nada más que visiones claras de hacia donde es siguiente paso, a veces más allá; y la fe. De caminar en sendero que tiene sentido en incertidumbre y que me trae vida “salga” como salga; sin que sienta que vaya a llegar a resultar. Pero ambiciosa. Oh retar los límites de la ambición porque es mucho más divertido explorar hasta donde podemos llegar a transformarnos hondo para que la inercia que genere nuestra resistencia sean co-liberaciones; permita el jugoso potencial de nuestros encuentros desparramarse sin bloquearnos mutuamente por no confiarnos y creernos. Siento que no es tan difícil jugar ahí y que, sin embargo, tan dando vueltas en círculo quizás, no perdemos y si existimos en cultura de tender hacia explicitarnos y desenmarañarnos en lo “pequeño”: coliberarnos; entonces viendo el potencial que sois cuando os miro con atención y os veo, siento que lo imposible podría ser posible. Deseo aprender a instigar dejarnos atravesar y honrar lo que vivamos; lo que traiga. A no tender a quitarle valor a lo que la inercia dice ni a lo que nos parece por estreñimiento imaginativo, pequeño. O demasiado ambicioso. Nos quiero más capaces de movernos y atrevernos a ir soltando rigidez y sosteniendo espacio seguro aun incómodo: curiosas de aprendernos y sabiéndonos no querer dañarnos. No sé. Le veo funcionarse y me mueve, de golpe hoy muy grande, no subestimes, pequeña, humillada un rato largo, bajo tierra, respirando hongo y bacteria ahora floreciste un rato en otro ciclo y viste: atención, intención, escucha profunda. Te dejaste atravesar. Te hiciste cargo de lo pendiente que pudiste. Pediste ayuda. Ofrendaste lo que pudiste y fue poderoso cuando pudo ser únicamente un abrazo y un te veo, llamita, brillando y me inspiras. Oh. No subestimarnos. No retroalimentes eso. Atenta. Mima, mima. La minoría absoluta. Era la frase. Oh qué dirá.
- Nadie quiere leer tu diarrea verbal, lerda.
- Ya, quizás, pero no es mía: fui canal. Y así me atravesó lo que quiso y yo decido que soltarlo, hoy, será honrar.
Amante microorganísmica,
Virginia Victoria