Sabiduría desde tela de araña

Es un tiempo, para todos los reinos que hemos nombrado en esta tierra, de transformación ¿forzada?. Y para lo que significa en el imaginario colectivo especie humana desde esta esquina del planeta, un tiempo en el que la ciudad nos ha dado forma y pensamos como los muros (creo que le oí decir a adrienne maree brown una vez). Es tiempo de “elecciones” y nos siento temer. Unas, tememos que las inercias de este sistema mundo enfermo arrastran formas de vida hacia dolor violento, extinción y retroalimentan miedo; mientras prometen control, seguridad y certidumbre. Otras, tememos a la incertidumbre y a la inseguridad del caos, a que nos quiten lo poco que tenemos. Me gusta seguir el tronco hacia las raíces y sentirnos que, como personas, “todas queremos seguridad, pertenencia y dignidad” (cito a adrienne maree brown de nuevo).

Cada día puede sentirse como oportunidad para invitar más complejidad a nuestros imaginarios compartidos. Una complejidad que no dé pereza por inmensa de asimilar, sino que nos permita expandirnos más allá de los límites de las cajitas rectilíneas en las que nos tiene por defecto atascadas la modernidad.

Quiero honrar hoy algunas de las voces que me la han ido trayendo este año. Hoy especialmente, quiero honrar la traída por las voces de las gentes con más melanina, las identidades queer que expanden los límites, mujeres, lo más allá de la humanidad.

Allá va.

Joanna Macy(1) (y la gente con la que co-creó “el trabajo que reconecta”) fue la primera criatura que me dijo que en la incertidumbre se puede hallar una manera de hacernos más fuertes. Según la miremos, puede traernos al momento presente y ayudarnos a honrar el misterio y la aventura que es vivir.

Durante un tiempo fui explorando qué significa vivir fluyendo, creyendo que a donde vamos no hay caminos, ya que las transformaciones que necesitamos en cuanto a qué significa ser humano y cómo habitamos este ecosistema tierra son de una magnitud no explorada... ¿en la historia?. Durante un tiempo, pues, sin caminos, pensé que la manera era zambullirse en lo desconocido, siguiendo la intuición y el instinto, en lo que llamé “salto de fe” (pero eso va en otro momento).

El caso es que cuando encontré este texto de María Zambrano(2) encontré una grieta en medio de la falsa dicotomía de “o con caminos trazados o sin dirección alguna. Me trajo la idea de los cauces. Dijo “Y el cauce es necesario al río, que sin él no habría río, sino pantano. Las aguas al evadirse tendrían un instante de ilusión de haber alcanzado libertad, de haber recobrado la integridad de su potencia. Mas, la potencia se iría agotando ante la falta de límites, aun sin más obstáculos que la extensión ilimitada, la furia del agua encauzada descendería vencida sobre el plano ilimitado. El cauce hace al río tanto como la furia de la corriente del agua que por él pasa. Y bien está que la vida se nos precipite corriendo, la huida del simple permanecer físico cayendo en los senos del tiempo, la angustia de pasar se transforma en gozo de caminante.”

Exploraba entonces la importancia de ir visionando futuro ¿sí? Un poquito más allá de donde estamos, quizás, soñando ambicioso más lejos. Se dibujó en mí imaginación un cuerpito como el mío siendo río y cauce a la vez, tocando toda tierra y bacteria y planta y ser que tocaba momento a momento, como en ese viaje, alumbrándose un poco sobre la marcha y, a veces, cuando la luna brillaba más clara, un poquito más. Dibujar los cauces que veo en mi vida, con sus afluentes y los ríos que son otras vidas, me supone una práctica ritual cada mes que me alivia.

Casi como un rezo*, que me traía Layla Junerezo, como un acto de amar a alguien”. Como mi manera de amar la vida y desearnos prosperar; sentirme responsable y hacerme cargo. Así. También decía que “cuando estás en un estado de amor, eres devuelta a tu estado natural” “amar llama a la creación”. Ah…

Fue Clarissa Pinkola Estess (3) en Las mujeres que corren con lobos la que me trajo como ofrenda la comprensión de la vida-muerte-vida como ciclo de las cosas. Sí. También me lo trajo entender el ciclo de las plantas, que yo entendí con claridad a través de entender cómo vive el diente de león.

También dice Zambrano que “y es que parece ser condición de la vida humana el tener que renacer, el haber de morir y resucitar sin salir de este mundo.”

Octavia Butler escribió entre novelas que “Dios es cambio”. Y Donna Haraway(4) que necesitábamos “permanecer en las turbulencias”, “quedarnos en los problemas”: con su “staying with the trouble”.

Yo quise entender que es fortaleza practicar para ir sintiéndonos más capaces de sentarnos en lo incómodo que es atravesar lo que necesita transformarse. Acoger lo otro. También. Quizás. No sé. Donna Haraway dijo esto:

Quedarse con el problema significa hacer oddkin (familiar lo extraño); es decir, nos requerimos unos a otros en colaboraciones y combinaciones inesperadas, en montones de compost caliente. Nos convertimos – unos con otros, o nos convertimos en absoluto”.

Fue Sophie Strand (5) quien me trajo esto de Donna Haraway y juntas le dieron relevancia en mi cosmovisión al compost. Aprendí y sigo aprendiendo muchas cosas. Me ofreció la evidencia de que parte del sistema neurológico de las arañas se encuentra en el tejido de su tela; que una ruptura en ella podemos imaginar que supone un ictus. Desde ahí me invitó a preguntarme qué sabiduría puedo encontrar del entorno/ecosistema que habito, desde la misma puerta de lo que llamo casa en cada momento: desde la mosquita más pequeña hasta el liquen del árbol de la jardinera del lado de la carretera. Qué sabiduría ofrecen las especies invasoras. Así que a veces expando mis redes y les voy preguntando desde el lugar que me toque habitar. Ah…

Me tuvo que decir, claro, que las respuestas que puedan ofrecerme no se tendrán por qué recibir a los ritmos de mi sensación subjetiva de urgencia, ni vendrán en forma de hilo lingüístico ni puedo, probablemente, esperar oírlas… sino que recibir sabidurías de especies que no son la humana será un juego de su propio tiempo, y que requerirá de mí mantenerme abierta y atenta a todos los canales de recepción que soy: porosa. Porosa como las células de las hifas del micelio, que mantienen el suelo unido en su fertilidad viva.

También me trajo que las historias que nos contamos necesitan bucear en las tierras de cada ecosistema y nutrirse de ellas para tener poder en las narrativas que contamos. Que en la tradición oral esto pasaba todo el rato y la escritura fue descontextualizando las historias (y las culturas dominantes colonizándolas hacia sus inercias).

También me invitó a arrancarme del pecho la relevancia del viaje del héroe y dejar de poner sobre mis hombros el peso de salvar a nadie. Tanta importancia, tanta importancia. En su lugar, me invitó a muchas cosas que quizás cuente otro día, pero que vienen a significar ir convirtiéndose, una misma y el camino, en buen compost. Pero más de esto en otro lugar.

Creo que vengo a decir que parte de lo que nos podemos sentir necesitar en este tiempo es romper con el excepcionalismo que le hemos otorgado a lo humano hegemónico, con sus rectilineridades coloniales, blancas, adultas, patriarcales… etc. en su inercia cultural supremacista aka. El paradigma de “dominio sobre”. Estas inercias nos tienden a absorber todo el rato a todas y me parece relevante ser conscientes de ello en nuestro paso a paso.

Quizás necesitamos retroalimentarnos AMAR(nos)

bell hooks(6) me dijo que “en el momento en que elegimos amar empezamos a movernos contra la dominación, contra la opresión. En el momento en que elegimos amar empezamos a movernos hacia la libertad, a actuar de forma que nos liberemos a nosotros mismos y a los demás.”

Quizás traer el tema de amar os hace sentirme ingenua. Creo que no tiene por qué verse así. Pero hay cierta conexión necesaria, y me lleno de entender que lo que sucede como inercia de paradigma dominante es lo contrario a amar, en realidad, me ayuda a sentir la fuerza de hacerlo.

Lo que sucede y cauces posibles los ve y trae con precisión concentrada Vandana Shiva. Ella me enseñó como la globalización del dominio occidental trajo paso a paso una historia en la que primero destruimos la bioesfera, y segundo trajimos la idea de dispensabilidad (no la necesitamos). No deja de decir que la extinción no está pasando: la están haciendo pasar de manera dirigida. “El 99% de la humanidad está siendo empujada a ese nivel de negación de la vida”, decía, mientras hablaba del nivel de suicidio de agricultores en India en el año 2021. Habla con claridad de como estamos habitando “un mundo dominado por los intereses de corporaciones poderosas”. “Necesitamos una nueva solidaridad, entre toda la vida. Dominamos demasiada de la conversación”.

Me invita a preguntarme ¿Solidaridad es amar es solidaridad es amar...?

Entonces ¿Qué hacemos?

Lyla June dice que “cuando amamos estamos creando la oportunidad para que ellos vean su comportamiento y sientan amor (es productivo para todo el mundo)”.

Joana Macy, en una de las últimas veces que la vi hablar en directo, a sus 90 muchos ya, me invitaba a estar “Tan abierta a la vida, que sintamos lo que nos pertenecemos las unas a las otras, incluso a través del dolor”. “Necesitamos abrir nuestro corazón cuando hablamos. Necesitamos preguntarnos si estamos escuchando.” Decía a las ahí reunidas “Estamos plenamente aquí, con el corazón abierto”. Nos invitaba a preguntarnos “¿Cómo nos acompañamos y ayudamos a romper el silencio?”

Abrimos espacios ruptura, que sirvan a honrar el dolor, sí. ¿y el placer? Ah, el placer me lo trajo la bellísima criatura arte que es Brontë Velez.

Dijo “Quiero estar en mis sentidos / I want to be in my senses”, como una invitación a sacudirnos el modo piloto automático que nos dicta la modernidad. Y me invitó a encontrar placer en tiempos de duelo y urgencia. El placer como una meditación diaria, una pregunta hacia lo que me hace sentir más viva, más orientada hacia lo que se necesita. Me dijo que “necesitamos personas haciendo lo que les hace sentir más vivas”, y trajo, desde ahí: límites, con estas preguntas: “¿Qué nos trae placer? ¿por qué? ¿hace daño?”.
Además, dice y yo resueno con que “es este estado orgásmico de estar vivas hacia lo que nos sentimos atraídas las personas” y, quizás, nuestro mayor potencial resida en ser redes de apoyo que nos permitan romper con lo dado para acompañarnos a realidades que nos permitan esto. La capacidad de soñar(nos) algo distinto hasta que sea (to dream something “into being”).

Un rezo, de Brontë:

Earth: Take me. Tell me. What position do you want me to be? I´m on my knees to the earth. Be your gifts! Power! Pleasure! We need the collective vibration”.

Tierra: llévame. Dime. ¿En qué posición quieres que esté? Estoy con mis rodillas en la tierra. ¡Sé tus dones! ¡Poder! ¡Placer! Necesitamos la vibración colectiva.”

Lo siento. Lo siento tanto... lloraba hace dos días, como una cría. Siento que son tiempos de cambiar de forma, un poquito de shapeshifting. Y las preguntas, quizás las preguntas sean amar y rezo, también, y alumbren, más que las respuestas, en la oscuridad del cauce, río que somos.

Gracias por leer hasta el final.

Tactilmente tratando de retroalimentar amar,

Virginia Victoria

REFERENCIAS

(1)Joanna Macy y Chris Johnstone. Esperanza Activa, 2012 (2)María Zambrano. Hacia un saber sobre el alma, 1987. (3)Dr Clarissa Pinkola Estés. Las mujeres que corren con los lobos, 1992. (4)Donna Haraway. Staying with the Trouble: Making Kin in the Chthulucene, 2016. (5)Sophie Strand. The flowering wand. Rewilding the sacred masculine, 2022. (6)bell hooks. Cultura fuera de la ley: Resistiendo a las representaciones, 1994

*Las palabras que menciono de adrienne maree brown, Lyla June, Vandana Shiva y Brontë Velez las escuché en podcasts, varias de ellas en el podcast que es “For The Wild”. No estoy segura exactamente si todas, porque no anoté en mis cuadernos ese detallito. Sorry.