(Re)Conectar con la esencia campesina

Hola...

Parece extraño venir a escribir de cualquier cosa que no sea que cesen esta energía asesina y torturadora, que pierda poder joder. Que pierda poder...

Y, a la vez, en ir caminando preguntándose qué significa ser humana , para mí, honrando esta etapa de la vida humana... no queda más que seguir mirando a lo mundano y organizándose, tan legítimamente como alcanza la vista (a juicio de tu intuición, de lo que diga el ecosistema al vivirlo y de quienes consideres sabias de tu red), a mitigar el poder de las fuerzas que se convencen de seguir asesinando la vida. Ser buena ancestra.

Y sobre buenas ancestras, viene a mí la idea de las personas campesinas, como ética de vida profunda. De relación y de honrar la interdependencia con la tierra, las aguas, el clima, la certidumbre y la incertidumbre, las vecinas, las vidas más que humanas...

Fue en Mayo de 2021, con un encuentro de formación y conexión con el territorio y sus sabias gentes, que andaba organizando una mujer como la copa de un pino a la que admiro hondo. Miriam Ponce. La serie de talleres se llama cultivarte. Su sabiduría no tiene precio. Nos llevó a la sabiduría de Quinciano, que me enseñó la palabra campesino.

Algunas notas de mi cuaderno de esa sesión:

“Soy campesino, no hortelano” “Dar paseos peripatéticos: tratar a la tierra de tú a tú”. “Trabajar con la tierra y el entorno” “Observación: todas las mañanas” “Yo promuevo nidos en mis cepas” “Tu creas la enfermedad con los monocultivos” “Incentivar que vengan murciélagos, porque tienen el mismo tipo de vuelo que la polilla que afecta a la vid” Nos habló de la necesidad de dar tiempo. Contó como los árboles se protegen de los depredadores, contando la historia de un olivo (o varios, no recuerdo) y los conejos que le mordían el tronco. Nos dijo que confió “en el instinto y la capacidad de supervivencia de la propia planta. Su capacidad es mucho mayor a la nuestra. Desarrollan ese sistema de quiero vivir.” De alguna manera, dejó de pasar al tiempo largo. Quizás el árbol se volvió tóxico o laxante o amargo...

Yo nunca me había planteado una relación menos paternalista con los árboles.

Al tiempo de esta aventura, agradecida y celebrando, escribí este poema y fue a parar a el poemario inédito “vivir entre paradigmas”. Hoy ve la luz por primera vez. Y se lo dedico a la gente de Nos Plantamos (https://nosplantamos.org/) y a su intención de poner la voz campesina en el centro.

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y silva tu duelo en los remolinos de polvo que recorren la estepa del abandono, la avaricia, la especulación, la imprudencia, la falta de amor, sí, la falta de amor por toda forma de vida, incluso la nuestra”. David Transhumante

EL CAMPESINO 

Ama ver reverdecer los vergeles del camino  las cañadas reales  resuenan símbolo de destino  de manadas, transeúntes y peregrinos  de conversación de yesca y vino, ritmos: ciclos. 

El campesino es un hito testigo  del avance salvaje de un paradigma maldito, que vino a llevarse los lugares castizos los transeúntes y peregrinos  a centros mecanizados de negro sobre blanco limitando movimiento, encareciéndolo: en riqueza, en tiempo; alejándolos de los ciclos, los caminos, los fuegos. 

El campesino  ama ver reverdecer los vergeles del tiempo. El reverdecer es eterno  y él, como consciente ancestro,  cuida con mimo y sabiduría el suelo, de esas de profunda vejez, de todos abuelo; compartiría el saber ancestral con el mundo entero y con gusto,  pues precisamos, colectivas, atesorar su esencia,  campesino viejo.

Que lo que debimos aprender a cuidar   no lo olvidemos.  

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Nota: El poema salió en masculino porque en mi cabeza todos los campesinos en ese momento eran Quinciano. Quiero honrar a la amplitud y diversidad eterna del espectro de identificaciones de género que deben haber vivido y viven en esencia campesina, más allá de lo que ha sido la norma impuesta violentamente y sujeta a inercia fuerte.