Poesía

Hablar en poética es, a veces, lo único posible. Te invito a lavarte la carita hoy, con las aguas sagradas a tu alcance, y, quizás, abrir la puerta a trazar lo que se trence como versos, a ver que emerge. En cualquier caso, si la puerta anda abierta, no será propio, quizás, sino más ecosistémico.

Ayer, frente a las turbias aguas de un Tajo lleno de consecuencias de lluvia fuerte y abundante, me dejaba escribir poesía. Asá:

Seduce mirada, razón y peso a la exigencia mínima de otro aliento.

Conduce camada, atención y hueso al mismo momento de imaginación en crecimiento.

Me luce vida, amar y eros a la claridad que muestra, orgullosa: lechos; santuarios que no se las dan de templos.

Castigades entre tanto doblegarnos al invento de un orden asumido que asfixiaba, asfixia y traba, lo que nació para ser, solo eso, y que inventó valor por peso, cárceles camufladas de éxitos, pero no, mi amor.

Llega el momento, cada momento. De reciprocar su esencia; de es más sencillo que eso.

Es, oh, tan bello.

...

Desde la humildad que trae la muerte, siempre cercana,

Virginia Victoria