Genocidios, Palestina e Inercias: Parte I

Me ha costado tanto tiempo sentarme a escribir esto, desde aquel 7 de Octubre. Desde hace 100 años. Que cuesta. Escribir sobre sí que están vivas sí: estructuras colonialistas, antropocentrismo supremacista blanco, guerra. El mundo como un río de procesos fluyendo, y tal herida y tal trauma de opresión y violencia se mueve, de campos de concentración hasta que regurgita y ya no sabe moverse más y explota. Creando enemigos a los que poder erradicar mientras te vendo armas de precisión que usarás para asesinar en masa. Limpieza étnica.

ARG.

no quería empezar por aquí.

No sé por donde se empieza. Así que voy a dejarme salir.

(Esta entrada es LARGA y es la primera parte de lo que escriba. En la parte I me ha salido centrarme más en historias concretas. En la parte II me centraré más en lo sistémico).

Fui a una manifestación por palestina, en Enero, en Madrid. Iba a ver qué veía, qué energía. Cómo se movía la gente en ese momento en ese ambiente. Y a estar con mi cuerpo presente, con este sentir de “qué podemos hacer, joder”.

Vi a gente aliviada de reunirse, charla mundana sobre trabajo, mudanzas y alquileres. Allá cantaban y canté. Allá te encuentras a las de siempre. Andé rápido de atrás palante, a hacerme una imagen general. Diré que el 80% de los micrófonos los sostenían personas que socializaríamos como hombres racializados como blancos. Me acerqué a uno de los grupos que se movía distinto. Distinto y además había diversidad de personas y generaciones y muchas personas no racializadas como blancas. La energía era otra: más honda. Como más honrando. Como que se les veía el duelo y la rabia emanar por los poros, y algunas lloraban en su caminar, desde profundo. Se sentía ¿sabéis? se sentía. Me quedé cerquita un rato y me dejé llorar y conecté con dolor y desesperación y rezo “que paren ya que pare joder que pare”.

Cuando llegamos a donde íbamos como manifestación, había una camioneta escenario. Allí se subieron un par de personas y dijeron algo que no recuerdo pero imaginable y esperable y que no movió emocionalmente realmente porque eran palabras y no venían de las profundidades. Luego dieron la bienvenida al escenario a una banda de punk madrileña.

La blanquitud no son personas blancas: es como una niebla que se respira, como maneras de sentir el mundo y de ocupar los espacios y en qué piensas y de qué te olvidas.

Desencantada con ese final de marcha, me fui a buscar entre la multitud al grupo de personas que se sentía distinto. Siguiendo intuición, husmeé. Les encontré al acercarme a un punto de jaleo. Me puse cerquita cerquita, casi en medio, pero energéticamente observante, sin perturbar el devenir de los acontecimientos. Os cuento lo que presencié:

A un lado de la escena, entra un tipo de 1'60cm de estatura, rubio y rapado con un colgante plateado de la estrella de David, que cogía y alzaba levemente con sus dedos mientras decía “aquí estoy, soy Judío. Matadme. Estáis mintiendo. Matadme.” Al otro lado unas tres mujeres con kufiyas en la cabeza y rasgos árabes le gritaban con energía “Israel es un estado genocida” “Palestina libre”, mientras se medio abalanzaban hacia él, con su energía pero no verdaderamente con su cuerpo. Mientras, lo que diría ser un chico y un señor se ponían entre medias, como con una actitud mediadora, que no intentaba callar a nadie, sino que no escalase la tensión, con un leve “venga, venga...” murmurado de vez en cuando (me sentó bien esa gestión del espacio). Esto siguió unos momentos como en bucle, en el que el tipo judío defendía que nos habían mentido a todas las personas asistentes a la mani. Yo sentía que él lo creía de verdad. Que no sabíamos nada y que nos habíamos tragado una sarta de mentiras. Ellas defendían que le habían lavado el cerebro y otras cosas. Pero lo que me marcó infinito, fue lo que pasaba mientras. Mientras esta escena tenía lugar, el tipo autoidentificado como judío tenía a su lado, pegado, a un tipo más alto que físicamente vestía como imaginarías a un cliché de hombre de mediana edad progre algo dejao. Le sacaba una cabeza el progre al judío, y aprovechaba esa altura para estar “sobre él”, con la boca apuntando a su oreja, bien bien cerca y decía, sin parar: “eres un asesino. Eres un asesino. Eres un asesino. Eres un asesino. Eres un asesino”.

No he podido arrancarme esta imagen. El tipo judío se fue de allí, del conglomerado de la mani, con cierto caminar de orgullo pesado, doliente, sin violencia. Las otras gentes igual, comentada y siguieron con su vida.

Las lógicas que crean un enemigo hasta su destrucción son dinámicas poderosas y viejas, de erradicar, de guerra. En esta modernidad nuestra, digamos que están llevando a criaturas humanas y culturas a hacer lo peor que puede hacerse de la manera más intoxicada al alcance.

¿De qué forma nuestra manera de responder a las crisis puede estar alimentándola?. Que no nos paralice esta pregunta a no actuar o a pensar que hay maneras de actuación que son válidas y bien y otras mal y si tardas en posicionarte es porque eres una jodida X-ista o Y-fóbica. Pero que nos sirva para afinar la vista.

Al tiempo, empezaron las acampadas por Palestina, y al tiempo tuvieron lugar en Madrid. Desde la segunda noche y hasta el final, pasé todo el tiempo posible allí acampada.

La primera noche conocí a una persona Palestina. Hablamos y hablamos. Esa noche me trajo la esperanza (yo la había perdido yo hacía tiempo que no me quería ajuntar con ella). Me trajo la esperanza. Decía We will make it/lo conseguiremos . Yo le traje fe “lo que tiene sentido salga como salga” sobre estar ahí. Me trajo historias de su casa bombardeada en su infancia, y de como recordaba a su madre y su padre como sin drama, como con media sonrisa como diciendo “tranquila. La volveremos a construir”. Me habló de los checkpoints y sus caminos cruzándolos y como te tratan si en tu carné pone que vives en una ciudad o en un campo de refugiados. De ir a la Universidad significa humillación y riesgo potencial de que te maten 3 veces ida y 3 vuelta. Desde hacía mucho ¿eh? no “desde la guerra”. Me hablaba de como se habla en presente de “cuando volvamos a nuestra casa”, generación tras generación, igual que se pasa la llave. Igual que se pasa la llave de la casa de la que se les echó.

Con los días, bailé Dabke (pisar la tierra), escuché historias de por qué decirle antisemita a alguien solo por mostrar apoyo a la causa Palestina no tiene ningún sentido; me hablaron de lo importante de convertir a las víctimas en supervivientes, y en destacar que son humanos no víctimas joder. Son resistencia. Luchan por la libertad. También “Sobrevivir hasta ser libres”. Me hablaron del poeta Murid Barghothi, de Eva Said, de Sirina Wakele, de Ghassan Kanahani, de Laila Hamed, de Fadua Tucan. Son las protagonistas, son las que deciden las retóricas pero las decide la maquinaria de los medios de masas, que ya sabemos a quienes pertenecen y qué intereses cubren (beneficio económico a 6 magnates y miedo a las masas, porque se alienan se separan, compiten, se policían solas... joder). Me hablaron del Sumud, de agarrarse a la vida, de actitud como acción política en mitad de la barbarie. De las personas Palestinas como agentes geopolíticos. Comí comida típica y hablamos de los olivos y la tierra. De a qué huele el viento. Del 7 de Octubre como un momento de alegría para algunas durante unos instantes, porque por fin habían asestado un golpe a la opresión radical, que llevaba llenando de violencia lo cotidiano tantos años, que tiene la licencia de desaparecer a personas con impunidad. Que te asesina por pensar críticamente y ser poeta te hace objetivo de misiles, desde antes de esto que ahora llamamos guerra. Del miedo después de ese momento de celebración. De imagina como debe sentirse. La escalada la violencia la barbaridad.

Ayer, 10 de Agosto de 2024, el estado de Israel mandó lanzar tres bombas (Estadounidenses) a una escuela convertida en refugio en Gaza. A la hora del rezo de la tarde, en el momento en el que todas las personas allí refugiadas se habían colocado en filas para comenzar el rezo. Más de cien de esas personas se desintegraron en pedazos al impacto de los explosivos.

Cuando se dice que no es una guerra, es un genocidio, se refiere a esto. El otro día un misil de gran puntería golpeaba a una de las personas reconocidas como líderes de Hamas, en un operativo sin muertes civiles. Otra y otra vez. Son decisiones conscientes. Mierda. Todo el rato.

Vuelvo a la acampada por Palestina de Madrid otro momento, para hablar de inercias que nos poseen y tienen costumbre y ganas de poder. Las dinámicas de los poderes que quisieron controlar la acampada (esto es, no las personas concretas) fueron turbias a simple vista. Me sirvió para conectar con cómo se mueve el imperialismo. La danza entre control y confianza, si hubiera estado en la mano de estos poderes habría puesto control en su mano y obedecerles como soldados, en el resto. Las asociaciones Palestinas involucradas en la acampada traían como fueron excluidas del “órgano de toma de decisiones” desde el principio, y sus voces no fueron priorizadas o resaltadas, más que desde la cosmética simbólica. En un momento, hacia el final, se llegó a oir la frase “claro que tenemos en cuenta a las organizaciones Palestinas. Esta TAMBIÉN es su lucha”. Se fue retando, se fue retando (porque control sin confianza requiere de muchas cosas que no estaban presentes y era incómodo, claro) y pasaron cosas grandes y pequeñas y se petó grupalmente y se fue retando, cada criatura desde su exploración, como cualquier ecosistema, deseoso de regularse para encontrar su mayor potencial común. Había en ese lugar personas maravillosas deseosas de poner energía y cuerpo en esto que llaman solidaridad. Me dijo hace muchos años una conocida de la organización “Voces en Lucha” que “La solidaridad es la ternura de los pueblos”. Personas que venían a pensar juntas y a doler y a compartir sabiduría y estar. Como en cada ecosistema, todo estaba presente.

Siento relevante señalar que la manera en la que las dinámicas de poder que llegaban a controlar la acampada, expresadas en bocas y cuerpos de criaturas veinteañeras, se nutrían de llamadas en las sombras y coordinación de partidos políticos y cúpulas adultas no presentes allí, pero con certezas y agendas. Para satisfacerlas, boicoteaban lo emergente, manipulaban decisiones, no escuchaban: barrían para sus decisiones y visiones. A veces de maneras en las que ponían en peligro a personas más vulnerables sin previo aviso, y se generaba un sentimiento común de “nos estáis utilizando”. Como petaban conflictos, en asambleas divididas, y qué bien enterrarlos debajo de la alfombra del “está todo bien, tranquis”. Los grupos de nazis que venían a arrancar banderas y a amenazarnos por la noche (teníamos turnos de seguridad 24 horas) con partirnos la cara también tienen sus cúpulas adultas y tienen muchas certezas sobre quienes son los enemigos de quien y como se llega a otra manera de hacer. Joder. Mierda mierda y miedo. Generan miedo y algunos de esos grupos que actuaban como pro palestina en la acampada utilizan la humillación como táctica, como de bullies de instituto, a todo lo que buscaba ofrecer pensar juntas o pedía otras maneras de hacer. A las personas y organizaciones Palestinas. Patriarcal y blanca y racista inercia.

*(De manera más específica, por ideologías y decisiones políticas que tienen que ver con comunismo y que yo no entiendo, está este fanzine que cuando leímos flipamos de la de similitudes con lo que habíamos vivido había. En inglés solamente: https://unsalted.noblogs.org/post/2024/06/03/new-zine-red-flags-before-you-join-that-org/ ).

Lo que creemos importa. Lo que creamos importa. “Eres un asesino. Eres un asesino...”. “La lucha es EL ÚNICO camino” (la lucha estrictamente definida así, mira. Todo lo demás no es lucha). Está muy presente en la solidaridad. Al menos en la parte de ella que tiene poder y somete. Ese hablar con toda la certeza el “todos sabemos que” “la única manera es”. Esa tiranía de la certeza que arrambla. En los talleres y grupos de estudio a los que he formado parte los últimos años, sobre de-colonizarse y mitigar la blanquitud, ese elemento de “una cosa por encima de otras. Lo superlativo” se identifica claro con supremacía blanca (patriarcal): LA VERDAD, LA CIENCIA occidental por encima de las ciencias indígenas por ejemplo. Qué significa ser civilizado y como es “normal” o “válido” comportarse. Supremacía blanca, inercia de dominio sobre. Colonialismo.

If I must die, you must live to tell my story dice el poema del poeta y doctor Refaat Alareer, martirizado de un bombazo en Diciembre de 2023.

Coexistimos con el peso de este genocidio, que no es exclusivo de Palestina-Sionismo adoctrinante estado de Israel, sino que es la misma lógica y desde donde; manera de moverse: la misma de las plantaciones, la misma que fuerza a trabajar a los cuerpos de la sangre y el ADN impregnado en la placa madre sobre las teclas que tocan mis dedos. La que “se permite” deforestar el amazonas y la que mató a la abuela de Consolación de cuatro hostias bien das, o la de los riots en Reino Unido o la que arrastró de represión a genocidio marcado por la ley en la historia a las personas gitanas romanís (leerse a la Pastora Filigrana o irse a ver la obra de teatro de “No soy tu gitana” de la maravillosa Silvia Agüero, y su trabajo con Nicolás Jiménez desde la asociación “pretendemos gitanizar el mundo”); la misma que dice cual es la estabilidad deseada, que no cabe lo no binario ni lo majara ni lo gordo ni moverse así ni vivir asá.

Cuando siento que no sé a donde ir, busco sabiduría en otras voces (como he vivido largo tiempo en Inglaterra, me quedé apegada a escuchar a gentes en inglés, así que lo que pongo aquí es en inglés. Lo siento). La gente de https://scienceandnonduality.com/ ha estado reuniendo a gentes en una serie que ha llamado “Where olive trees weep” o “donde los olivos lloran”. He acudido a los extractos que hay gratuitos de esta serie en Youtube a menudo. En uno de estos (este: https://youtu.be/n3ucgqELksU?si=iYQOJx-FHP60MMrT ), en el que Palestinos reconocidos como Sami Awad y Sulaiman Khatib comparten ese imaginar de otra manera la situación Palestina, Meital Yaniv (elle/elles) que participa del diálogo, comparte su historia como persona que creció en el seno de una familia profundamente sionista y ha sido militar para el estado de Israel y, ahora, habla y visiona y reza, cómo se sana. Y como habla de amar. Me ha impactado mucho su manera de hablar. Aquí en conversación con Bayo Akomolafe (al que recurro amenudo) https://www.youtube.com/watch?v=n3ucgqELksU&t=4s

Recuerdo las voces de las compas Saharuis durante los 15 días que andamos juntas por la marcha por la libertad del pueblo Saharui en 2021. Tengo sus historias y sabidurías en como muevo también. Admiración y gratitud.

Y aquí dejo la parte I. Volveré en la II a compartir más de esa inercia, a desenmarañar lo sistémico y a escribir sobre lo que traen estas sabidurías que acabo de mencionar y otras. Sobre caminos. Sobre activismo. Sobre hacia dónde.

Hasta entonces, una invitación a que no nos deje de importar. A parar en rezo a veces. Sea lo que sea que quieras que signifique rezar.

Abraza a la vida y a la muerte como pueda,

V. V.