Un paseo
Uno, no más, suficiente para el altar orillando el mar y gozar, pero si los segundos son millar pasearemos, por ejemplo, una eternidad.
Entre las hojas en el suelo dos suelas me pasean mientras dos ojos entretienen mi cerebro al verlas, las hojas caídas del cielo.
Entiéndelo como quieras pero no te desatornilles la cabeza, caen del cielo a la tierra.