La prensa

Palabras que callan en un país que sangra, lavadas, apagadas, palabras pintadas de cosas que no pasan mientras la gente que trabaja toca el botón y pasa, y pasa, y pasa... ¿Otra página? ¿Otro canal que resbala en la pantalla? ¿Qué sucede? Nada.

Vuelven. Pasan y se callan. Más veces.

Casa, la luz apagada, en la mirada vidas de porcelana y de seda. El botón lo aprieta el callo de piedra, uno de ellos, de uno de los dedos de cualquiera. Son así los que aprietan. Sentados. Muros de piedra las manos, sepulturas, la piel es callos cincelados cual estelas, contenedor de la basura arrastrada por el asfalto.

Cerebros llenos de callos los que mensajean y los que miran la partitura.

Cables colgando entre la televisión y los ojos, mas cables entre los ojos y el periódico, otro cable a la revista del corazón loco, y a la del cuerdo. Todo ilusión y colores, todo pagado con sudores de libertades.

Ay, Ay, Ay... Millones de Ayes. Temores. Banalidades.

El cielo en lo alto pletórico de nubes y de soles, invisibles, que no existen dicen, lavadas, apagadas entre las palabras las nubes blancas.

Luces. Cruces. Luces que son cruces. Lecturas sin palabras y la piel desgarrada. Neuronas desangradas.

Mentiras de pantalla y tinta.