Incógnitas

Al tomar un café me acordé de las capuchas, venía una y otra fue. Fui, más bien.

La sonrisa nocturna que ya no estaba oculta leyó. Me habló y sonrió.

Y yo escribí, y repetí, y hoy también y, otra vez.

Y es después del mar que nació, y volvió, y volverá.

Y después del mar tierra y cordillera y después, en el sur, también mar.

O no, que todo no se conoció, incógnitas casi desconocidas todas

pues el universo es más allá, es un océano en el que las estrellas siempre me brillarán.

Incógnitas


Atrapé una incógnita en la calle, en el parque, en la acera al lado de la piscina descubierta, en el nocturno aparcamiento mientras ladraba al viento y al incógnito que escribe una blanca tilde en danzante algarabía.

Palabras escritas camino de casa, sin prisa, sin ninguna prisa disfrutando al escribir como siempre o más. Gozar en dulce existir, enanos ladridos golosos al recordar.

Saludándonos sin despeinarnos hablamos alegrando mi noche esa sonrisa en conversación,

fugaz.

Pasó. Sentado en La General un coche me despierta del pretil en nocturno circular. ¡Cómo se va! Es el tiempo que resbala en mí en este escribir del vivir.

Nos fuimos cubierta la cabeza, la suya disfrazada de Pamela, yo con la mía chilena y contenta. Ya me voy, penúltima mirada a las ventanas altas y para casa.

Cerca estoy. La noche hoy es todo luna, blanca.