¡Es todo tan fácil!

Música de las flores. En añil como pétalos sobre los que las abejas vuelan, olores, sudan, también suenan, algo como así. ¡Oye! O mejor, presta atención. ¡Escucha!

Las piedras, aromas de aspereza que huelen a madre, madre tierra. Natura entera. Fábrica de palos, bosques de hembras, sin hombres de metal barato, naturalezas. Una anciana concha con vestidura vieja de una otra época, fósil, añejo calcio, prehistórica playa, la música no recuerda nada. Es. Fue. Mira y ve.

Ondas, ya se marcharon todas aquellas olas, volvieron otras. Estelas en la playa, y golpeándolas solas en espumosos ritmos este mundo se escribió dibujado. Pintadas otras costas países de otras vieiras, ostras, milenios olvidados, continentes y océanos, la hoja de un limonero al viento llega al suelo y alimenta, nuevo carbono. Contribuyendo. La existencia y sus posos. Concha que mueres otro nácar ha de sucederte.

Ya hemos muerto. Música conservada, otras vidas, desiertos llenos de arena, cementos desparramados en granos y hierros oxidados. La sangre olvidada sin venas. Quedan las plantas llenas de savia, río de vida que baja de abajo hacia arriba. Las cosas de los pobres perduran debajo del cielo y de la luna.

¡Tan fácil!, ¿No la conoces? La canción. Todo gratis. Escapó. ¡No!

Las cosas de los pobres. Verdes. El sonido del aire, aromas de azahares y el tacto de una piedra áspera. Una fresa ácida. Una mora silvestre. Cosas de monte, y de pobre, tan sencillo como decir conque y callarte.

¿Escuchaste? Fantástica orquesta rodeando el planeta. Naturaleza, humanidad muerta, naturaleza viva. Paseos. La vida de un pobre. ¡Oye! ¡Escucha!

¡Muda! Nueva idea de la pobreza. Tener toda la vida y no reconocerla. Agujeros rellenos de nada en una calavera que flota en espuma negra de nata. Con De de ignorancia.

Recuerda al abuelo y a la abuela y su fuego sobre una piedra.

Dentro de poco se casan las ideas y la magia. ¡Es todo tan fácil!

¡Es todo tan fácil!

Si miras ves vida.