El poder de la lejía
Fue bayeta nueva y limpia, en el trabajo intensa de efímera vida, siempre amarilla solo el agua y la lejía mojaron sus hebras para dejar como nuevas en la limpieza de cada día las superficies lisas del váter y la fregadera.
Hoy, después de vieja, es ya bayeta muerta. Aún amarilla su color resistió las acometidas de la lejía aséptica. Azote de bacterias con esta fotografía en La Red vivirá la memoria de su existencia.