Castillo viejo
Siglos enteros en las almenas gastadas por el tiempo desde que el caballero hizo del sitio su asiento, incansable el polvo barre las abandonadas piedras que en el día de su amanecer se pensaron eternas.
Castillo del tiempo, patrimonio que apartado quedas de las necesitadas manos, propiedad que pudiendo usar cualquier trabajador proletario barbecheas solo, desusado, descuidado, abandonado, viejo.
Piedras en el olvido a rastras del tiempo que se va perdiendo en el silencio a gritos.
Piedras ya muy gastadas entre las telas de las arañas que tejen la enrevesada memoria en marañas de desconocida historia.
Hoy mueren, del trabajo perdidas, piedras que de señoras han venido en la miseria, olvidadas todas ellas en inútil existencia. El hombre no puede cavar en sus tierras.
Atesoradas en pocas manos que lejanas reposan se hacen fértil paraíso de todas las malas hierbas. Vivo sin creer lo que escribo en estas letras penosas, escribo sin creer lo que escribo de tan triste paradoja.
Hombre muerto de hambre que suda sangre a su vacía sombra.