Aspirina de vida

Construyendo callos con las manos recibiste en los brazos a tus nietos, no te detuviste y seguiste trabajando sin parar hasta que te hiciste viejo pagando con el sudor de tu frente el valor sangrado de toda tu vida igual que muchísima otra gente. Siempre luchando, desde el primer día.

Hoy viene joven el político nuevo sin valor de pedir responsabilidades al que le antecedió en el puesto ni al banquero de deudas infames resbalando en sonrisas y autoestima a pedirte que tú, anciano, pagues lo que vale una caja de aspirinas.

Ay! Tu hijo no tiene ni un par de ayes.