Otro solarpunk es posible?
Las ecotopías arquitectónicas necesitan fijarse más en Alvar Aalto y menos en Vincent Callebaut.
Detalle del ayuntamiento de Säynätsalo, Finlandia. Obra de Alvar Aalto. © Wikipedia: Kulmalukko CC BY-SA 3.0 Más en Wikipedia
Escribo esto a raíz de este video de @fas_collage (¡Bienvenido a Anartist!).
Yo también llevo un tiempo observando esas dos vías del solarpunk y me parece importante analizarlas y discutirlas. De hecho, me preocupa que sean irreconciliables.
Para empezar, el Solarpunk es diverso, y como en toda corriente artística, prima la libertad de cada cual para expresarse como le parezca con sus manías artísticas, sus esperanzas, sus influencias, sus sesgos y sus preferencias estéticas. No voy a criticar a nadie ni a nada, simplemente compartir y, si puedo, ampliar la opinión del video, de que se observan dos tendencias. Dos visiones de futuro, un solarpunk tecno-optimista y otro más neo-rural, que creo, podemos vincular a dos apuestas políticas en disputa en el presente, el Green New Deal y el Decrecimiento.
En las visiones ecotópicas con modos de vida hiper-urbanos prima la idea de la “descarbonización” por encima de todo. Ello trae implícito cierta confianza en la capacidad de las Energías Renovables Industriales (especialmente la solar fotovoltaica, obviamente) por sostener y aumentar una complejidad civilizatoria que, al menos de momento, solo es posible mediante la extracción de derivados fósiles acumulados durante milenios en el pérmico y el carbonífero. Frecuentemente, se olvida que el petróleo no es solo combustible, es también hormigón, asfalto, plásticos, minería, siderurgia, fertilizantes y derivados químicos de todo tipo. Sin petróleo no se pueden construir esos grandes rascacielos con plantitas, tal como se subraya en el vídeo. Además, cualquier asentamiento urbano de grandes dimensiones conlleva una pérdida de biodiversidad importante y otros problemas de difícil solución. El solarpunk debe optar por el optimismo utópico frente a un realismo cenizo y cascarrabias, o no sería solarpunk, pero casi siempre lo hace quitando de la ecuación factores indisolubles de un supuesto futuro sostenible y socialmente justo. (Por otro lado, es comprensible que una corriente que es hija del ciberpunk tenga querencia por lo tecno y a su vez intente “matar al padre”, pero no voy a entrar en esa cuestión).
Mi consejo. Si tienes previsto imaginar ecotopías urbanas para tus creaciones artísticas, sean novelas o paisajes ilustrados, deberías considerar cosas como que la adaptación a un nuevo contexto planetario es inevitable y debemos integrarlo valiéndonos de la imaginación utópica pero siendo termodinámicamente realistas. No vamos a solucionar el cambio climático solo con placas solares, trenes futuristas y macetohuertos, pero podemos imaginar escenarios ecotópicos en un futuro más realista. Imaginar un planeta “amable” para los próximos siglos no es ecotopía, es negacionismo climático.
Cualquier edificio moderno necesita materiales muy específicos (hormigón armado, vidrio) y energía (grúas, ascensores, flujos de insumos y residuos) para su construcción, su mantenimiento y su uso. Hay una razón poderosa por la cual casi ningún edificio superaba las 3 plantas en el pasado preindustrial. Nuestra civilización depende tanto o más del hormigón como de la gasolina. Sobre esto, recomiendo las charlas y textos de Antonio Aretxabala.
Las grandes ciudades (las de todas las civilizaciones) tienen una fuerte relación con la acumulación de poder y la explotación de otros territorios. Una ecotopía centrada en una idea de abundancia debe plantearse cómo, en su escenario, es posible la riqueza sin la pobreza, y cómo vivirían los más desfavorecidos, aunque no estén en el foco de la narración o de la imagen, aplicando un pensamiento sistémico profundo. ¿Quién construyó ese edificio? ¿Quién riega esa planta? ¿Quién barre esa calle? ¿Cómo llega ese vehículo? ¿Quién minó esos materiales?, etc.
El video plantea una alternativa a la que me sumo, que podríamos llamar un “solarpunk decrecentista”. Y menciona cuatro referencias muy valiosas: Luc Schuiten, Jugaard, Izaskun Chinchilla, Santiago Cirugeda.
A lo que yo añadiría el concepto del Buen Vivir, las Tecnologías Apropiadas y “lo pequeño es hermoso”, a la Ética Permacultural...
Y a mi admirado Alvar Aalto que entre otras muchas cosas, nos enseña que no hay manera más utópica de iluminar un interior que con una claraboya o un lucernario. Esa es nuestra revolución SOLAR.
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