Cromosoma 15M

[diariodeibiza.es] Guanyem y Podemos exponen sus ideas para el cambio político. Integrantes de Podemos y de Guanyem y un abogado y activista analizarán esta tarde en el Club Diario los retos a los que se enfrentan las nuevas formaciones de izquierda de cara a las próximas elecciones municipales y autonómicas y dónde radica el cambio en la forma de hacer política que predican.


Una imagen de una red fractal con el nombre 15M

Lo digo con total franqueza, transparencia y compañerismo. Creo que muchas de las personas que estáis apoyando el proyecto Podemos como eje del cambio político y no como un agente más (acepto necesario, acepto mayoritario, pero no central, y mucho menos único) estáis cometiendo un error muy grave.

Es bien sabido que en esta Iberia peninsular e insular, cada pueblo tiene su dinámica, su sensibilidad propia y su conciencia colectiva. Algunas lo llaman soberanía y otras no, pero todas se refieren a lo mismo: “que los de Villarriba no vengan a decirnos lo que tenemos que hacer”. Igual que con los territorios administrativos, cada colectivo y cada agente social, vecinal, político, etc. tiene su trayectoria, su historia y su inteligencia colectiva. Y eso está bien. La fuerza de las mareas está en la incontabilidad del agua. Lo líquido nos hace más resilientes y menos descabezables.

A las personas que nunca hemos querido “ser de” ningún sitio ni militar en ninguna parte sin renunciar a nuestro activismo y nuestro compromiso (o precisamente porque ese es nuestro compromiso) se nos exige ahora “compartir ADN con Podemos”. Es una condición sinequanon para, sin ser de, ser aceptadas como interlocutoras válidas y compañeras de viaje. Para poder ser, también, “agentes del cambio”. Entonces yo le pregunto a Podemos ¿Dónde tienen ellos el cromosoma 15M? Porque si busco en mi ADN ideológico algo que compartir con Podemos, supongo, debe ser ese cromosoma concreto. El resto de mi ADN, que es irrenunciable para mí, lo intuyo inasumible para Podemos. Ojalá me equivocase, pero no veo asumiendo un transfeminazismo, un anarcoindependentismo pancatalanista y proudhoniano, un decrecentismo radical y económicamente suicida, un antimilitarismo cristiano, taoísta y hereje… No veo al 99% de la población compartiendo mis ideas ni utilizando mis etiquetas y tampoco me importa. Pero no voy a renunciar a ellas.

Recapitulamos. Hubo una chispa en las plazas que se llamó a sí misma 15M. Una inteligencia colectiva compleja en la que no había unidad, pero sí sentimiento de soberanía y de ser el 99%. Nos criticábamos libremente y con cariño: comeflores, perroflautas, abrazaárboles, refors. El debate de siempre, pirómanos vs apagafuegos. Contenedores quemados, ostias policiales, el término “violencia”. Y las que no somos ni queremos ser, veíamos atónitas como emergía un lenguaje antiautoritario, libertario y anticapitalista que podía ser asumido por el 99%. O por el 98%. Soñando esa organización en red, coordinadoras horizontales y sin líderes, construyendo nodos y fractales. Éramos hormigas sin reina. El 99% buscaba en todas sus diferencias un reconocimiento mutuo. El 99% quería unidad de acción. **El 99% no quería presentarse a las elecciones... El 99% no quería ser representado. Y entre lemas divertidos de corte sesentayochista 2.0, una palabra lo resumía todo: Nosaltres. Ada Colau era nosaltres. Pablo Iglesias era nosaltres. Alberto Garzón era nosaltres. David Fernández era nosaltres. Tania Sánchez era nosaltres. Teresa Rodríguez era nosaltres.

Pero también éramos nosaltres, “las otras”: El rodri, la patri, el alfon... que ya empiezan a merecer una mayúscula y un apellido. Rodrigo Lanza. Patricia Heras. Alfonso Fernández. Ismael Benito. Daniel Ayyash. Juan Andrés Benítez. Yuri Jardine. Esther Quintana. Guillem Agulló. Arnaldo Otegui, también. Idrissa Diallo, también. Y tantas otras.

Todas diferentes. Todas nosaltres.

Quien comparta el cromosoma 15M debe gritar “Si tocan a una, nos tocan a todas”.

En un acto multitudinario de Sol, Podemos dijo “hemos vuelto”. Pero no mencionó ni uno solo de estos nombres, tocados, y que ya merecen mayúscula y apellido. Para mí, sin ellas no hay nosaltres ni ADN que valga. Sin ellas ni “hemos vuelto” ni vamos a ninguna parte.

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