against-modern-slavery.png (2017)

Es verano, y como cada verano, me vuelven las ganas de “pintar”. Pero desde hace unos cuantos veranos yo ya “no pinto nada”, porque pintar cualquier cosa contradice mi manera de entender el arte de varias maneras. Así que me basta con hacer algunos garabatos en la wacom y compartirlos por aquí, conmigo mismo.

against-modern-slavery.png (2017) against-modern-slavery.png (2017)

¿Pero oye, por qué dejé de pintar? Supongo que principalmente porque detesto el concepto de autor-artista. Ese entusiasmo intelectual que la cultura occidental concede a “los artistas”. El impulso creativo lo sufrimos/disfrutamos todas las personas, sea cual sea nuestro nivel artístico y nuestra dedicación. Lo que nos frena de “ser artistas” por lo general son las obligaciones laborales y sus horarios de mierda, una educación clasista orientada al trabajo, la absurda competitividad meritocrática/capacista.

Para mitigar la kunstwollen estival, ya no invierto tiempo y dinero en material de bellas artes. Mancharse las manos, y tener que limpiar pinceles después. ¡Qué pereza! ¿Quién tiene tiempo para ello? En realidad es una pena, sí, porque es bien bonito pintar cuadros, como lo es revelar fotos analógicas, aunque mi primer trabajo de mierda (Graeber) fue revelar fotos de mierda por un sueldo de mierda. Pero en la era de los prosumidores digitales, ¿qué sentido tiene siquiera “imprimir”? Para el artista comprometido con su tiempo, la reproductibilidad técnica (Benjamin) debe estar bien integrada en la obra, superada, ni mención necesita, vaya. Ya no es que el fotógrafo use el móvil para hacer fotos, es que usa las redes para exponer virtualmente su obra. Y el poeta escribe tuits. El arte se acabó hace tiempo colega.

Si llega el colapso de la sociedad occidental, igual retomamos los tintes.

Indago en mis archivos con una mezcla de nostalgia y vanidad. Creo que no he sido especialmente prolífico por el motivo descrito al inicio (el capitalismo vaya). Aquí una de mis “pinturas-pinturas”, de 2001, y tres de mis primeras “pinturas no-pinturas”, de 2003. Hasta ahora no había reparado en ese cambio de época de lo analógico a lo digital (cualquier artista que se precie necesita épocas, y uno ya tiene una edad).

Vellmarí IV (2001) Vellmarí IV (2001)

A.psd (2003), B.psd (2003), C.psd (2003) A.psd (2003), B.psd (2003), C.psd (2003)

Nunca traté de tener un estilo reconocible como fin en sí mismo (la estrategia comercial de algunos), pero de forma natural he ido desarrollando formas y colores que solo ahora, con el tiempo, veo que se repiten. Creo que un punto de inflexión fue la serie de serpientes y animales marinos de 2008, iniciada por aburrimiento en crayons usados, pero rápidamente trasladada a lo digital, con una idea de ir “más en serio”, aunque luego acabaron siendo diseños de un par de camisetas y poco más. Estrené la wacom por aquella época. Se podría decir que empecé a pintar cuando dejé de pintar.

Luego vino la etapa menos productiva artísticamente (hasta ahora), que ha sido entre 2008 y 2013, coincidiendo con mi despertar político, con el 15-M y demás, y la precariedad del exilio ibicenco. Para implicarme en los colectivos en los que he participado, he seguido la regla de “¿dónde soy más útil?”, de manera que he acabado casi siempre ocupándome de tareas gráficas. Y cuando dedicas tu tiempo productivo a ser diseñador y el resto, el del trabajo no-remunerado, también a ser diseñador… te queda poco espacio para una introspección artística libre. Al menos esa es mi experiencia personal. Siempre hay alguna cosa que se puede rescatar de aquellos archivos.

Gernika-Gaza (2014) Gernika-Gaza (2014)

a=x=o (2013) a=x=o (2013)

A.ai (2013) A.ai (2013)

En mi honesta búsqueda por “hacer algo interesante”, aunque no le haya dedicado muchísimo esfuerzo y tiempo, he huido siempre del tópico figuración-abstracción, proponiendo a cambio el concepto y el signo. De algún modo que no consigo describir, pero que intuyo natural de cualquier proceso gráfico, las figuras orgánicas y figurativas se sintetizan. Las serpientes se hicieron símbolos. Internamente, los empecé a llamar “kanjis mediterráneos”. Son caracteres tipográficos sin significado, el signo codificado del lenguaje, que solo somos capaces de comprender con ojos de analfabeto. Escribiendo en este idioma inexistente, podría convertir al lector-espectador, y a mí mismo, en analfabetos: nos enfrentamos a nuestra propia incultura. Yo qué sé.

wac (2014) wac (2014)

wac (2016) wac (2016)

Y así llego a ese against-modern-slavery.png (2017) de arriba, dibujado hace un rato con la vieja wacom, y que me ha apetecido compartir por aquí sin más, para hacer un ejercicio de auto-crítica (de arte) y entenderme un poco mejor a mí mismo. Hasta el verano que viene, quizás.

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