Frío en el hormiguero
En el hormiguero pasaban frío por las noches. Usaban mantas de hojas verdes para taparse, pero tenían la desventaja de que enseguida se secaban y se volvían quebradizas. Se rompían a la mínima y además raspaban. Muy incómodo todo ello. Pensaron en buscar alternativas más óptimas.
En este contexto un día una hormiga exploradora llegó a la zona de la granja que había cerca del bosque. Allí vio a una oveja con el pelaje largo. Se acercó e intentó quitarle unas hebras del lomo. La oveja, que bien sensible era, se dio cuenta y se revolvió inquieta. Casi tira a la hormiga si no fuera porque se sujetó con fuerza.
—¿Quién quiere mi lana sin permiso de la pastora? —preguntó la oveja malhumorada.
—Soy yo, una hormiga.
Y le explicó el problema que tenían de frío en el hormiguero. La oveja se negó a regalar su lana. La hormiga aceptó el rechazo pero no se dio por vencida. Volvió a su refugio y expuso la situación. Allí estuvieron deliberando largo tiempo. Mandaron más hormigas exploradoras a la zona del redil para ver qué opciones tenían. Las investigaciones dieron resultado y tuvieron una idea.
Un día, que la oveja estaba paciendo, se le acercó la hormiga de la primera vez. La reconoció y le devolvió una mirada dura, llena de desprecio. Como vio que no se movía, añadió.
—No regalo lana.
—Lo sé, por eso venía a ofrecerte un trato.
—¿Trato? ¿Qué tiene una hormiga que pueda interesarme?
—Nos hemos dado cuenta que el agua de tu abrevadero está verde. ¿Cada cuánto te la cambian?
—No llevo la cuenta de los días, pero muchos. Demasiados. La pastora no se preocupa. Ve que está lleno y cree que es suficiente. —La oveja suspiró con fastidio.
—¿Y si consiguiéramos que te cambiara el agua más a menudo?
—¿Cómo?
—Vaciando el abrevadero. Es de madera. Podemos llamar a nuestras primas las termitas para que hagan un agujero en el fondo y pongan un tapón. Cuando quieras un cambio de agua, nos dices y soltamos un poco el tapón para que baje el nivel y así tenga que rellenar con agua fresca.
La oveja miró a la hormiga con cara de asombro. —¿Hay trato? —sonrió la hormiga.
—Hay trato —aceptó la oveja.
Ambas partes cumplieron con su cometido. Al de unos días el tapón de abrevadero estaba colocado y a cambio las hormigas pudieron cosechar una parte de la lana de la oveja. Le quitaron de zonas discretas y dispersas para que la pastora no sospechara. Luego en el hormiguero crearon la función de hormigas tejedoras. Estas preparaban la lana y después la tejían.
Finalmente lograron unas estupendas mantas de lana y en el hormiguero dejaron de tener frío por las noches.
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