Conformismo

A veces aceptamos cualquier escrito por la simple satisfacción de haber escrito algo. La exigencia no es que ahogue, se ha relajado demasiado. Todo vale, nos conformamos. Esa sensación de bienestar tiene un punto de falso techo. Está ahí, al tiempo que limita otros avances en la escritura.

¿Dónde queda esa inquietud de buscar una mejora en el texto? En cultivar un talento literario. Hay veces que por cansancio o por pereza se rebaja el nivel de esfuerzo. Ahora bien, no habría de ser la costumbre. Si no, se da el estancamiento y un beneplácito hueco.

Deja de aparecer ese júbilo repentino por crear algo inesperado y que suena increíble. Ese regocijo por la superación personal al escribir. El gusto de ver que con el tiempo hemos trabajado el arte literario y ha dado sus frutos.

Justa exigencia para avanzar, adaptada a las circunstancias de cada cual.

¿Alguna vez has sentido este conformismo por tus escritos? Un «vale», muy dejado y arrastrado, que suena a rutina y falta de entusiasmo.

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