Canciones de corazón
Antón y Blanca estaban una mañana de fin de semana haciendo la limpieza general de la vivienda. Barrían, fregaban y quitaban el polvo. Tenían de fondo el sonido de una radio que les hacía más llevaderas las tareas. Entonces Antón se detuvo al reconocer las primeras notas de la melodía que empezaba a sonar.
—Oh, nuestra canción…
Blanca se lo quedó mirando con extrañeza y siguió a lo suyo con la mopa sobre el armario de la sala. Él cerró los ojos y recordó el momento en que esa canción los unió. Era una tarde de otoño mucho tiempo atrás. Lluviosa y oscura. Se habían confiado con el sol de la mañana y no habían llevado paraguas. Se encontraban bajo el alero de un edificio, muy pegados a la pared para evitar mojarse con la repentina chaparrada. Cerca había un semáforo y un coche se detuvo con la ventanilla bajada. De su interior salía la melodía, la misma que recordaba mirando a Blanca a los ojos con tanta intensidad y calidez. El vehículo se fue en cuanto el semáforo se puso en verde. Sin embargo, ellos siguieron mirándose con una sonrisa, ya sin acordarse de la lluvia. Antón afirmó que esa sería una canción que los uniría de forma especial. Blanca no lo veía de la misma manera y rechazaba que fuera tan importante.
Antón volvió en sí cuando la canción terminó en la radio. Abrió los ojos y se encontró el gesto ceñudo de Blanca. Además le señalaba las ventanas que le tocaba limpiar.
—Ay, qué recuerdos esa canción. Aunque hay otros sonidos que prefiero aún más —dijo Antón. Blanca se volvió con cara interrogativa—. Hay una voz que hace bailar alegre mi corazón y que no me canso de escuchar.
Blanca puso los ojos en blanco y se concentró en la mopa.
—Haces que me ignoras, pero es la verdad. Hay un vínculo entre nosotros que suena muy bien, afinado, acompasado… Me encanta.
—Salvo cuando a alguno de los dos le sale un gallo en mitad de una discusión. No siempre estamos de acuerdo —comentó Blanca.
—Y aun así aceptamos los diferentes puntos de vista. Nos adaptamos a los cambios de ritmo de cada uno. Es bonito.
Blanca inspiró hondo.
—Te queda por limpiar por el baño mientras yo empiezo a preparar la comida.
Antón asintió con un deje apesadumbrado. En su mente hizo sonar de nuevo la canción que acaban de poner en la radio a modo de consuelo.
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