Ja són 15

Mi foto feliz

Hace 15 años llegué a Barcelona. 15 años. 15. 15 Mercès. Aunque la primera, la del 2007 2010, no supe qué era la Mercè. Los amigos que amablemente me recibieron y alojaron el primer día que me bajé del avión transatlántico, decidieron llevarme por el barrio de Gràcia (supongo que fue porque era lo más cerca). Recuerdo (o invento el recuerdo) que esa noche el barrio estaba prácticamente desierto. No era para nada la Barcelona que imaginaba de noche, un aire fresquito que soplaba leve, uno que otro perdido caminando (no habían smartphones), mientras el resto de seres humanos y no humanos estaban por el barrio gótico seguramente bailando o escuchando conciertos en las fiestas de la Mercè. Y nosotros buscando un bar en Gràcia. El primero fue uno irlandés, creo que no había entrado nunca a un bar así, fue lindo, parecía de película, aunque vacío. Entramos y nos sentamos en una mesa redonda de madera gruesa, sillas o sillones de madera con un acolchado creo que aterciopelado o tal vez de imitación de cuero verde musgo. Tristemente no recuerdo el nombre del bar, no lo he vuelto a ver o reconocer. Una cerveza y nos fuimos a otro lado. De ese otro lado sí que me acuerdo, porque volví un par de veces allí. Plaça del sol, lado derecho de la plaza mirando a la “montaña” (irrisorio montículo de tierra para quienes venimos de allende los Andes). Woody se llamaba, o se llama quizá todavía, si no le han puesto otro nombre en inglés o japonés para vender matcha o mochis. Otro bar pequeño, con encanto, algo de ebanistería en las puertas creo, una barra, pasillo y un espacio al fondo. Conocí a unas cuantas personas ese día. A algunas las volví a ver seguido, a otras menos o casi nada. No obstante me acuerdo de esas caras (o invento el recuerdo), las primeras caras ajenas que conocía de cerca. Los primeros ¿qué haces? ¿de dónde eres? (en esa época todavía no me molestaba tanto esa pregunta) ¿por qué viniste?, o la primera vez que escuchaba repetidamente vale, vale, qué guai!. También sonaba algún tímido això, allò que rápidamente se volvía en eso y aquello para que yo, que me venía bajando del avión, entendiera lo que pasaba. Luego pasaron los días y fui por primera vez a la Universitat. Reunión de bienvenida, Jaume dice: “el màster es pot fer en un any o dos”. Listo, en 5 minutos pasé de venir por un año a dos. Pasaron también los meses. Los encuentros. Lo nuevo. Lo lindo y lo feo. Las primeras veces, el primer hogar, el segundo. La primera visita. Los primeros amigos, los otros, la lengua. Los años. La primera vuelta. Los 30. Los años. Los cambios, la música, la gente, Violeta, las manos, los viejos y los niños. La segunda, el desierto, el bosque, los lagos, el mar, los ríos, las montañas grandes y pequeñas, los gatos, la rabia y la pena, Benedetti, Ovidi, estiu, tardor, hiverns i primaveres. Los años. Otra vuelta y 40. La amiga, la madre, la cordillera, el frío, el amor, las risas, la carne, el café, las dudas, el viento, la música. Hoy, hace 15 años, llegué a Barcelona.

Óliver.



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