14/02/2025
♪ Calling for a sing – Sub Focus, Kelly-Leigh ♪
Estoy en un parque con amigas, hablando de comida.
Yo solo digo “pfffff” o “mmmmmmm”.
————————————————————————————————
ˣ Armas ˣ
Estoy hablando por teléfono con una periodista de un medio pequeño.
Le estoy diciendo que es necesario contactar con “unos mercenarios” para un trabajo, e insisto en que es muy importante que no sepan quién les contrata.
El mercenario me contesta que he de dejar el arma en algún punto, bien escondido, para que él pueda recogerla.
Subo las escaleras del edificio, hasta llegar a la puerta que da a la azotea, pero está cerrada. No hay manera de abrirla por muchos golpes que le dé.
Cojo el fardo de plástico blanco en el que llevo la metralleta y la cuelo por el ventanuco que hay al lado de la puerta. Luego me subo y salgo yo.
El aparcamiento está al aire libre y es de día, tengo que tener cuidado para que nadie me vea.
Voy de columna en columna por el enorme armatoste de cemento, procurando que las personas que no hay no me vean.
Me encaramo al saliente de una columna, y consigo trepar hasta el descampado.
Veo que un señor de unos 60 años está con las llaves del coche en la mano, buscando dónde ha aparcado.
No estoy seguro a esta distancia, pero parece que me ha mirado de reojo y ha hecho como si no me hubiera visto.
La situación me mosquea.
Corro los 100 metros que me separan de un montón de muebles destrozados que hay en el vertedero improvisado.
Dejo el fardo detrás de una estantería esquinera blanca, y le pongo un jarrón.
Vuelvo corriendo a bajar al aparcamiento.
No hay rastro del hombre, ni se escucha arrancar vehículo alguno.
Cuando pienso que eran imaginaciones mías me lo encuentro a 2 metros, mirándome fijamente.
Me pregunta dónde está el arma y le contesto.
Quedamos en hablar luego.
————————————————————————————————
Voy con 9 en su coche, camino de su casa.
Me está contando algo de su mujer y las hijas, pero a penas le escucho.
Hace mucho calor, y estoy completamente empapado de sudor.
Cuando llegamos a su casa voy directo a la piscina, a meter la cabeza en el agua helada.
Él se ríe.
————————————————————————————————
Estoy en lo que parece ser un aparcamiento subterráneo, junto a unas 50 personas.
Vamos corriendo por la carretera que sube dando vueltas al centro del espacio.
El suelo hinchable hace que los botes que vamos dando lleguen a los 3 o 4 metros.
Los 4 nos agarramos fuerte a las abrazaderas del churro hinchable, y el cable al que está enganchado hace que subamos los 500 metros restantes a toda velocidad.
————————————————————————————————
ˣ Violencia – Armas ˣ
Estoy en la casa de Cementerio de Mascotas.
El [asesino con el brazo biónico comienza a andar hacia mí, y me dice algo que no entiendo.
Le miro a los ojos y sé que no es una amenaza para mí.
En la mano de metal tiene un trozo de plástico afilado.
Sigue hablándome, pero sigo sin entender qué me dice, aunque está hablando en mi idioma.
De pronto, la mano con el cuchillo de plástico se lanza hacia su cuello, directo a clavarle el filo en la nuez, aunque la otra mano consigue detener el impulso.
El choque entre sus dos manos hace que se desestabilice, y cae al suelo, al lado de la barandilla de las escaleras.
Comienza ahí un forcejeo por matarse y salvarse.
Tras repetidos golpes de la mano buena a la mano malvada consigue que la cuña de plástico se le caiga, momento en el que la mano asesina pierda toda violencia, y por fin logro entender lo que me dice:
— Corre, tenemos que irnos, ese plástico está poseído!