03/04/2025
♪ Ninguna ♪
Voy a una convención de juegos de mesa que se hace en una residencia para mayores.
La entrada la pago dejando diez euros en un cestillo de mimbre que hay en una mesa camilla sin nadie que la vigile. Con la entrada dan tres dados rojos de los de casino.
Cuando entro, solo veo gente mayor mirando hacia la nada, y unos cuantos señores jugando al dominó.
Pienso que al menos los dados molan, y me largo.
————————————————————————————————
Estoy en una fiesta en una sala de un centro social.
Estoy hablando con 13, y una mujer se nos acerca para preguntarnos que nos parece que vaya a comprar una casa.
13 coge un ojo loco y me lo pega en la frente.
Seguimos hablando.
————————————————————————————————
Estoy viendo a 44 echando una partida a un juego de tablero.
Empiezo a decirle que me extraña que se haya cogido a los orcos.
Luego me pongo a editar un nivel en un videojuego.
————————————————————————————————
ˣ Imagen denigrante de colectivo ˣ
Estoy en Nueva Zelanda, con 45 y otra chica. Escuchamos que empieza a llover a cántaros, y nos ponemos a recoger la ropa que habíamos tendido.
Luego me bajo a la calle para hacer la compra.
De camino paso por unas instalaciones municipales, en las que veo que unos chavales están insultando a un acondroplásico en bañador, que está cerca de un lujoso coche deportivo, aparcado al lado de una de las piscinas.
Una voz en off dice comenta que los niños no saben que se están metiendo con alguien de la mafia: Don Biberón.
Sigo por la calle, mientras llueve, y al otro lado de la carretera veo a Ignatius Farray intentando convencer a sus colegas de que no cancelen lo de ir al centro solo por cuatro gotas.
Le grito que yo voy para allá, y se viene conmigo.
Hablamos durante horas, que pasan en menos de una frase.
Sigue lloviendo. y tengo que ponerme los pantalones a medio culo por algún motivo.
Paso por delante de una peluquería en una terraza a pie de calle.
El dueño, un señor barbudo y con la calva tatuada me dice algo en inglés, no le entiendo, pero sé que es algo amable. Le saludo con la mano.
Sigo andando, y veo que la cuesta por la que subo termina en una verja corredera de hierro verde, en la que se apoyan tres chavalas que ya no ven los treinta vestidas como de instituto japonés.
Empiezan a hacerme burla, preguntando si tengo la polla tan pequeña como el tatuaje del tobillo, les replico que menos mal que tengo boca, intentando ir de fardón, pero sin éxito.
Entonces Turko se me suelta, y corre hacia el supermercado.
Empiezo a perseguirle entre estantes y personas, sin parar de pedir perdón a cada persona con la que tropiezo.
Cuando por fin le alcanzo, veo que se le había quedado pillado en la cola un peluche, del que intentaba huir.
Nos volvemos andando tan tranquilos. Ha dejado de llover