Subterráneo I
Las figuras alargadas del bosque se posan ante mí. Y recordaba una voz nebulosa. Ay, sangrienta tras un extraño maleficio.
¿Quizás fuiste una diosa de ultratumba? Una de esas prohibidas, una personificación del pulso de la vida y la muerte
Corriendo, atravesando ríos de plata venenosa Respirando aire helado, que disecciona los pulmones Diste un traspiés en una raíz retorcida y soñaste...
Te aparecías, aunque estuvieras oculta en la cueva. Tu movimiento atraviesa las nubes, aunque tormentosas Sólo hay que escuchar el sutil susurro, de las hadas oscuras
No hay puerta que podrá cerrar la única verdad que existe. Sólo hay una energía que nos mueve sin cesar. Un pulso extraño, pero constantemente corriendo.
Que tú, oh diosa, y que yo, oh simple y llana mortal, nos encontramos en el mismo plano para danzar. Que nuestro templo es este bosque de noche eterna
No importa si somos seres proscritos y olvidados, la tierra que nos deja los pies negros es la misma.