Elecciones

Después de la aparición de aquellos dos matones, La Sofisticada volvía a estar tranquila. Aunque seguían haciendo guardia y querían dar margen de algunas semanas más para poder repuntar con las actividades en la CSOA. Leika seguía haciendo pruebas con la biolente, sin ningún tipo de éxito. Era raro que los cacharros que se encontraba escaparan a su comprensión y a sus habilidades, pese a ser la clásica chapucillas. Aquella tecnología era extraña. Incluso llegó a pensar si en lugar de ser una biolente era otra cosa y se estaba confundiendo. Desde luego al contacto de la retina directamente no funcionaba. No se cargaba con la luz del sol. Ningún voltaje lograba reanimarla. Presa de la frustración, tiró la dichosa lente sin saber muy bien dónde apuntaba. Ésta, cayó en el vaso de kombucha de Ruka. -¡Eh! - exclamó Ruka limpiándose la cara salpicada - Tía, que no estás sola... ¿Eh...? Se quedó mirando la biolente un momento, pues esta parecía emitir un destello. -Leika, mira esto. Leika ya estaba en camino a ver más de cerca aquellos destellos. -Pero... ¿qué...? - y fue a sacar la biolente con sus dedos. -No, no, no... Lo saco yo, porfa - dijo Ruka y extrajo unas pinzas de uno de sus bolsillos secretos. Sacó la biolente y se quedaron las dos observando. Leika fue a buscar algún trapo con que secar la biolente. Pero en el momento en el que fue a secarla, el destello desapareció. Sin embargo apareció un nuevo brillo en los ojos de Leika, que miraban a Ruka con ilusión. -¿Tienes más cosa de esa? -Sí claro, pero... No pudo terminar la frase porque Leika fue directamente a por la fuente de energía de su preciada biolente. Ruka, con furibunda impaciencia fue tras ella. No quería que hiciera un destrozo con sus probióticos. ... La biolente tenía la capacidad de absorber pequeñas cantidades de kombucha. Entonces las luces parecían más estables y duraderas. Probó a ponérselo en el ojo, pero sólo habían líneas y extraños caracteres que no supo reconocer. Aquel artilugio era extraterrestre, como mínimo. Ahora, ¿de dónde y por qué había llegado hasta allí? Fue uno de los puntos a tratar en la asamblea de la semana. Donde Leika hizo una muestra a todas y les indicó que lo probaran en sus retinas. Cuando le tocó el turno a Andrómeda, esta se quedó en blanco. Temblando ligeramente. -No... no puede ser... - dijo solamente. -¿Qué ocurre? - dijeron varias a la vez. -Es un mapa hacia algún lugar. Pero reconozco el lenguaje. Hace años que no... Se quitó la lente porque unas ardientes lágrimas empezaron a brotar de sus ojos. -Disculpad Se fue a algún lugar a esconderse. Se encendió un piti. Dos, tres, cuatro. Mientras miraba un punto determinado para poder calmarse. El resto se quedaron anonadadas mirándose entre todas. Sin mencionar palabra alguna. Sólo Leika rompió el silencio, con una pícara sonrisa triunfante. -Os dije que esta tía era especial. Ruka estuvo a punto de contestarle a aquella frase. Pero no dijo nada. -Voy a ver cómo está - dijo Sinka. Pero no la encontró en ningún lugar. Había desaparecido. Se pusieron todas a buscarla, en cada rincón. Fuera, en sitios insospechados. Pero nada. Se había ido. Ninguna dijo nada, pero Leika ya sabía lo que pensaban. Sí, sí. La chica especial pero se había ido. Dejándolas sin respuestas y con un problema bastante serio con la mafia de la ciudad. Decidieron contactar con otros espacios, sus redes, para quien pudiera echarles un cable. Quizá es lo que tendrían que haber hecho en primer lugar, antes de confiar toda su seguridad en una tipa que había sido la primera en provocar el problema. Los punkies más duros se unieron a su causa, a cambio de una buena fiesta donde pinchara Yule, la dj. Pero nada, ya no había amenazas de ningún tipo. Tal y como vino, se fue. Fue un alivio para casi todo el grupo, menos para Laika que se moría de ganas por conocer el secreto de la biolente. Pues aunque había compartido la información con los otros anarquistas de su red, ninguno sabía descifrar aquella extraña escritura. Y como habían prometido, se montó una buena rave con el sound system de Yule y sus manos mágicas. Había psicotrina de calidad (de otros proveedores menos peligrosos y que no favorecían los tejemanejes del poder), pero también otras exquisiteces traídas de Ío y Europa. Las fiestas universitarias en las CSOAs permitían intercambios de toda índole. Jóvenes burguesitos que contactaban por vez primera con la anarquía, fascinados por el espíritu salvaje del punk. El viaje psicodélico, de sensaciones, de música que acompañaba los ritmos de la química que invadía las neuronas de los bailarines… Todo aquello semejaba, más bien, un ritual ancestral. De cuando todavía existían los bosques libres. Muchos se perdían en realidades alternativas, mundos de fantasía. Descubrían o redescubrían la telepatía, que se estiraba el tiempo o se contraía. Otros se sumergían en mundos de pesadilla y había que desintoxicarlos rápido. Sin embargo, el viaje de Leika estaba vez fue distinto. Tras la típica introducción de fractales y mandalas, de pronto la realidad dejó de parecer tan mística. No obstante, sintió una presencia al lado y al girarse, ahí estaba Andrómeda. -¿Qué haces aquí? - preguntó pero sabía que no era su voz real. Pues resonaba distinto. Andrómeda le devolvió aquella mirada entre hostil y fría, que pronto cambió por una media sonrisa. -No has parado de llamarme. -Es que tía, has desaparecido sin decir nada y… Entonces la pelirroja le selló los labios delicadamente con dos dedos. Mordiéndose el labio inferior. -Shh.. Paciencia. Leika sentía que su coño iba a explotar. -Menuda alucinación más calientaclítoris. -¿Soy una alucinación? - dijo y se fundió con la multitud. Leika intentó ir tras ella. Pero había desaparecido sin dejar rastro. Necesitaba tomar aire, con lo que decidió salir por la puerta principal, hacia el callejón de entrada a La Sofisticada. Allí habían tres o cuatro punkies de risas. Pero algo a su izquierda se movía torpemente. Afinó todo lo que pudo su vista y vio que era Andrómeda, cojeando y sujetándose el lado derecho del costado. La cara impregnada de sangre chorreante. -A… yu..da.. - dijo con un hilo de voz y se desplomó. Leika avisó a los chavales que estaban de cháchara y fueron a socorrer a la pelirroja. La llevaron corriendo adentro, esquivando el éxtasis del momento y conduciéndola hasta la enfermería. Ruka apareció acto seguido, que a pesar de que no consumía drogas, disfrutaba del baile. Sin embargo había visto al tropel de punkies apurados llevando a una cara conocida a su templo. La tumbaron y Ruka les pidió que le quitaran la ropa. Andrómeda estaba completamente inconsciente. Un cardenal cubría su costado derecho. -Creo que tiene una costilla rota, esto va a ser muy jodido de curar con lo que tenemos aquí. Lo demás simplemente es la nariz rota y una ceja partida. Más escandaloso que preocupante. Pero esto de la costilla no sé cómo nos lo vamos a apañar. Con suerte no le habrá perforado el pulmón, pero hay que ser muy delicadas. Uno de los acompañantes fue a buscar a una colega suya que estaba terminando la carrera de enfermería y ya tenía experiencia en hospitales. Afortunadamente, la muchacha llevaba utensilios para heridas graves: -Ser enfermera y revolucionaria es lo que tiene, hay que estar preparada para las peores guerras – dijo mientras le ponía unos apósitos ajustables sobre las costillas de Andrómeda. Aquél tejido parecía tener vida. Se estiraba y se contraía, haciendo un masaje miofascial para ir reajustando poco a poco la costilla y sacarla de un posible punto de riesgo -. Claramente no ha habido perforación, sino, vuestra amiga respiraría muy feo. Con esto bastará. También le aplica un analgésico para que baje la inflamación. Les dejó más apósitos y otros calmantes en formato de inyectables. -Esto, reposo y cero movilidad. La recuperación es algo lenta, pero se la ve una chica bastante dura. Quizá en menos de un mes ya está moviéndose. -No lo dudo, ya la conocemos de antemano – dijo Ruka casi para sí misma. Ruka le lavó y le desinfectó las heridas del rostro, mientras todos se marchaban. Todos menos Leika. -¿Qué haces aquí? Anda, vete a disfrutar de la fiesta. -No, termina de hacer lo que tengas que hacer y vete tú. Yo me quedo con ella. A mí se me han quitado las ganas de estar ahí. Ruka quiso averiguar por qué, pero vio que Leika tenía la mirada atenta sobre Andrómeda. Una mezcla entre preocupación, duda e incluso miedo. Nunca había visto a Leika así. -¿Estás bien? -Sí, es sólo que… - dijo y la miró un momento -, estoy cansada, eso es todo. Ruka asintió levemente y guardó todos los utensilios. -Te dejo con ella. Descansa. -Pásalo bien, bella. ... Gruñendo de dolor, Andrómeda despertó. Veía una figura borrosa delante de ella que, poco a poco iba tomando forma. Sus dos lados rapados con un par de patillas largas negras. La oreja derecha cosida a piercings, otro en la ceja izquierda y finalmente otro en el centro del labio inferior, curvado en una leve sonrisa. Cuando su cerebro reaccionó, le vino el nombre de aquella chica: Leika. Notaba su mano cálida acariciándole suavemente la cabeza. -Buenos días, ¿cómo estás? - dijo casi en un susurro. De pronto, con toda aquella confusión, Andrómeda empezó a derramar lágrimas. Quería huir de aquella explosión emocional. Pero no podía. Quiso mirar a otro lado, pero en cuanto lo intentó, Leika la abrazó con cuidado de no hacer presión sobre su herida. El llanto de Andrómeda aumentó y Leika le acompañó respirando. -Gracias. No creo que me lo merezca. Leika se apartó y le miró a los ojos. Sus ojos negros como el café contra los pardos de la pelirroja. -¿Sabes lo que creo que no te mereces? Lo que sea que te haya llevado a estar con esa gente. Andrómeda se estremeció y volvieron a brotar más lágrimas. -Nadie me ha visto tan vulnerable en años... Leika sonrió y le dio un beso en la frente. -Aprovecha, que hay rebajas. Voy a llamar a Ruka para avisarle que has despertado y a ver qué clase de brebaje te da. ... Con los cuidados intensivos y un cuerpo acostumbrado a la crudeza, en menos de una semana Andrómeda ya podía moverse de la camilla. Otra cosa eran sus emociones. Se había vuelto más hermética que de costumbre, cuando se la veía, tenía los ojos rojos e hinchados de no cesar de llorar. No permitía que nadie se le acercara, salvo Leika. Con que una ya la conociera en ese estado, era suficiente. Más no lo podía manejar. Todavía no. Cuando estuvo mínimamente estable, le contó a Leika la historia de aquella biolente. Le dijo que era un mapa que llevaba a Las Cuevas Libres, un entramado subterráneo que se encontraba en Ío. Sólo sabían de su paradero los que hablaban swantí, el idioma de los pueblos libres. De donde ella procedía y que el gobierno de Gaia se había encargado de exterminar por no integrarse con la cultura civilizada. -Somos una gran familia cultural - dijo Andrómeda, aunque le supo extraño y lejano hablar de ello -. Estas "biolentes" son mapas artesanales que se reparten entre los swantíes... Es extraño que se haya extraviado de esta manera tan fortuita. -Bueno, todo ocurre por algo - dijo Leika con una sonrisa, pero pronto se le congeló proque escucharon unos violentos golpes en la verja de la entrada. Andrómeda levantó la mano a modo de señalar que guardaran silencio y se tranquilizaran. Cogió uno de los martillos del taller de Leika y se acercó lentamente a la puerta, doblemente cerrada: de madera y por fuera, una verja. Observó entre los huecos desvencijados de la puerta de madera y vio a Stan, la mano derecha de Dullian, con su cara de sierpe venenosa. -Qué quieres Stan, a qué coño has venido. -Solamente vengo a informarte, querida Meda, que el señor Dullian te tiene un aprecio incalculable - carraspeó-. Si sigues faltándole el respeto de esta manera, te aseguro que te vas a arrepentir. -Yo no soy la perra de nadie, Stan - dijo, como escupiendo las palabras -. Y si te vuelvo a ver por aquí juro que te reviento la cabeza. -Qué poco elegante eres, Meda - dijo -, tendrías que ser un poco más lista y calmar tus instintos asesinos. Con esas zarrapastrosas lo único que te espera es un futuro de miseria. -¡Lárgate ya! Te doy tres segundos antes de salir y dejarte sin esa cara de puta víbora. -Muy bien, muy bien - dijo Stan y se marchó con una sonrisa de triunfo. Andrómeda, presa de un brote de rabia, tiró el martillo al suelo y gritó un joder que pareció retumbarlo todo. Todas se quedaron mirando a aquel perro de presa con cuerpo de mujer con respeto. Sólo Silka rompió el silencio para convocar asamblea y tomar decisiones. -Entiendo - comenzó a decir Silka una vez se sentaron todas en círculo -, que ya estamos profundamente metidas en el ajo hagamos lo que hagamos. Andrómeda no emitió ningún gesto, ni palabra alguna. -¿Qué sugieres que hagamos? Tú conoces a esa gente mejor que nosotras - continuó Silka, con calma, dialogante. La pelirroja negó con la cabeza y se la sujetó, hincando los codos en las rodillas. Resopló. Miró a cada una de ellas y mantuvo un poco más con Leika. -Esto es una guerra que no sé qué proporciones tendrá, pero no puedo volver. No después de lo que le hicieron...a ella. Mataron a mi chica. Ruka estuvo a punto de corregir su "mi chica", por las connotaciones posesivas que tenía. Pero guardó la calma. Obviamente no era el momento. -Si no queremos problemas con ellos mi única opción es volver. Vosotras al estar implicadas os destruirá. -¿Entonces estás diciendo que montemos aquí una trinchera, chiqui? - preguntó Yule, ya cansada de tanto macarreo innecesario. No se había ido del CSO El Puñal por nada. No tenía ganas de peleas entre punkies, pero es que aquello ya se excedía. -No, no sería justo para nadie y quizá no aguantemos. Quizá buscar un nuevo espacio, uno en el que podamos estar seguras... Pero ese hijo de puta se conoce toda la ciudad, ya no podríamos quedarnos en Kaabu. Leika llevaba tiempo sonriendo como una niña o como alguien que se había tomado una pizca de algo. -¿Y si nos vamos a Las Cuevas Libres? Ruka puso los ojos en blanco. -Claro que sí, y hacemos una CSOAE: Centro social okupado autogestionado espacial. Pero Leika no quiso atender su sarcasmo, la miraba con ojos brillantes. -Pensadlo bien, dejaríamos esta mierda de planeta conquistado por el capital hasta las trancas y nos iríamos con un pueblo libre. -Pueblo que son piratas, Leika, piratas del espacio - intervino Ruka -. Viven del saqueo de otras naves. No sé si es algo de lo que me apetece... -Oh, oh, oh pero... ¡Sería a naves de diplomáticos, de gente aburguesada petarda...! Ayyy... - Leika no podía sostener su éxtasis. -Afff... Me rindo -Bueno, ¿qué otras alternativas tenemos? - intervino Lumi, mirando a Silka para que pudiera usar sus artes diplomáticas - Yo tampoco me veo en una nave durante mucho tiempo. Yo necesito tierra y el viaje hasta Ío son varios meses, todo y que salga bien. Y después la idea del mundo subterráneo tampoco me complace. Lo siento, puede ser que este sea un planeta corrupto, pero estoy atada a él y a su ancestral tierra. -Evidentemente lo de ir hasta Ío es una locura, no tenemos los medios. Es muy arriesgado y con pocas probabilidades de éxito - concluyó Leika -. Sin embargo el resto de opciones tampoco son sencillas. Ya se han encargado de que la civilización esté centralizada en Kaabu. Lo demás no son más que minas, granjas y explotaciones agrículas extensivas y desierto. No hay nada. Ir hasta Las Cuevas es muy arriesgado, pero podríamos probar Marte. La sociedad allí, al menos, es más diversa. La terraformación fue un éxito... -Venga, Silka tía, no me seas reformista - dijo Leika -. Los de Marte son unos socio-liberales casposos. Sí, aparentemente con esas ideitas progre super bonitas pero que te echan a la poli igual si no les caes bien. -Bueno, tampoco es que aquí estemos en el paraíso - dijo Ruka. -Yo, mientras pueda montar un buen sound system la verdad es que ya me da igual chicas - añadió Yule -. Si a las de Marte les va la fiesta... -Y ante todo, saber si podemos asentarnos, plantar cosas... - añadió Lumi. Hubo bastante revuelo, entre las ideas de unas y de otras. Chocante entre sí. Meda se levantó, arrastrando la silla para hacerse notar. -Pensaba que las anarquistas os organizábais bien, pero veo que os hace falta bajar los pies a tierra un poco: hay un peligro real. Ese tipo os aseguro que movería cielo y tierra para buscarme. Así que busquemos una puta nave y salgamos de este planeta. Marte, Ío o incluso Europa. Qué más da. Pero fuera de aquí. Fuera de este mundo, no es nadie. -¿Y dejar La Sofisticada, nuestras redes? - respondió Ruka -. Llegaste aquí accidentalmente, nos has puesto la casa patas arriba y ahora nos impones tu idea. Se nota que vienes de la mafia... Meda le lanzó una mirada penetrante. Ruka se estremeció. Nunca tuvo que haber recogido a esa psicópata. Con haberle visto esas pintas tendría que haberla echado a la calle desde el primer momento. No. Realmente la culpa de que eso estuviera sucediendo era suya, se decía. Por no haber sido lo suficientemente prudente. Sí, desde luego, había cumplido perfectamente con la ética de La Sofisticada... Pero la había puesto en peligro, y ahora... -Chicas, calma, por favor - dijo Silka -. Nos encontramos en estas circunstancias y no podemos hacer nada por evitarlas. Quizá no sea un adiós para siempre, pero necesitamos un refugio transitorio mientras pasa esta tormenta. Si nos quedamos, peligrarán también nuestras redes y las personas que amamos. Por el bien de todes tenemos que irnos.